martes, 12 de noviembre de 2024

Conocer a Jesús

 


Conocer a Jesús

“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”, Jeremías 9:23-24

“Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.”, 2 Pedro 1:2

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,”, 2 Pedro 1:3

Entre más conozco a Jesús, recibo de él todas las cosas que ya me han sido dadas, este conocimiento viene por su Palabra y por la acción de su Espíritu en nosotros cuando creemos, una fe que obra impulsada por el amor de Dios que ha sido derramado en nuestro corazón (Gálatas 5:6, Romanos 5:5).

El conocimiento de Jesús no es cualquier conocimiento intelectual superficial, sino como lo confirma la palabra griega usada en 2 Pedro 1:3 “epígnosis” denota un conocimiento profundo, basado en un pleno discernimiento que es revelado mediante el Espiritu de Dios a nuestras mentes limitadas, pero que no se queda en ideas solamente sino en una experiencia de primera mano.

Si, cuando creemos en él, luego de escuchar su evangelio (la mayor y mejor buena noticia), podemos experimentar su amor, su paz y su plenitud de forma directa, sin intermediarios.

Entonces si esta revelación del conocimiento de Cristo a nuestra vidas viene por medio del evangelio que manifiesta el favor inmerecido de Dios en Cristo “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,” (Romanos 3:24), debemos por tanto estar atentos a escucharlo, a escudriñarlo, a valorar cuando se nos enseña la palabra de Dios en su texto y en su contexto, pues es como una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que Cristo sea formado en nosotros (2 Pedro 1:19).

Entendemos entonces, que el conocimiento integral de Cristo, nos lleva a ser moldeados a la imagen de Cristo, porque es por la fe en lo que está escrito que se hace realidad en nosotros cada promesa y nos permite descubrir el gran tesoro espiritual que ha sido colocado en nosotros. Hermanos, el conocimiento de Cristo nos transforma (2 Corintios 3:18, Hebreos 4:12)    Oración.

«Mi amado Jesús, anhelo conocerte más, aprender más de ti para honrar al Padre, tal como tú lo hiciste y me diste ejemplo, y qué buena noticia saber que por medio de la fe puedo tomar para mí tus virtudes, identificándome plenamente con lo que dice la Escritura y colocándolo en práctica por el poder transformador de tu Espíritu, amén.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Transformación

 


Transformación

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”, Romanos 12:2

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”, 2 Corintios 3:18

Un creyente puede ser tentado a rendirse por que no ve un cambio radical en muchas cosas de su carácter. Solemos juzgar incluso si vemos a un redimido con alguna deficiencia de carácter y pensamos mal de nuestro hermano, sin embargo, Jesús está haciendo una obra en cada uno de nosotros respecto a moldearnos a su imagen para poder reflejar plenamente su amor (Filipenses 1:6). Por ejemplo, cuando ocurre una situación en la que no hemos respondido con un carácter apacible y amable como el de Cristo, podemos estar tentados a tirar la toalla, pero es precisamente allí donde necesitamos nuevas fuerzas y una renovación de la manera en que estamos entendiendo la gracia de Dios. “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,” (Tito 2:11-12) Este versículo es claro en enseñarnos que la gracia de Dios se ha revelado para salvación de todos y nos enseña que podemos renunciar a la pasada manera de vivir llena de pecado, es decir, que la gracia es como una maestra que nos lleva a vivir como Dios quiere que vivamos, en perfecta obediencia pero también reflejando todo el fruto del Espíritu; nos va llevando de la mano y es nuestra responsabilidad responder a su guía.

Somos transformados por el Señor, pero también estamos llamados a renovar nuestra manera de pensar para poder comprobar la voluntad perfecta de Dios y como efecto práctico ser irreprensibles en nuestra manera de vivir. Oremos para que se cumpla en nosotros lo que dice la Palabra de Dios: “Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo”, 2 Tesalonicenses 3:5.   Oración.

«Padre, fortalece mi fe para perseverar en llegar a ser como Cristo, colocando mi mirada en él y siguiendo adelante a pesar de mis debilidades, sabiendo que tú me guías en tu Espíritu impulsado por la gracia de Dios que actúa para llevarme a una vida íntegra tal como Cristo vivió. En el nombre de Jesús, amén.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Conversión

 


Conversión

“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”, Juan 3:5-7

La conversión es una experiencia extraordinaria que te lleva a estar convencido y a ser consciente de la presencia de Dios en tu vida, pero que debe consumarse con el nuevo nacimiento, como Jesús le dijo a Nicodemo cuando éste vino a consultarlo de noche: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3)

Esta experiencia extraordinaria no necesariamente se trata de un milagro o una señal sorprendente, sino que se trata básicamente de un encuentro personal e íntimo con el Cristo vivo. Tal vez no lo miramos con nuestros ojos físicos sino con los ojos de la fe, pero no es una fe ciega sino que él revela una paz como ninguna otra, un gozo profundo y una esperanza inquebrantable cuando escuchamos su palabra y recibimos su amor. De esto se trata “nacer del agua y del Espíritu”, el agua de su palabra y por el Espíritu Santo, esto lo reafirma el apóstol Pedro por revelación del Espíritu: “siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” y en el versículo inmediatamente anterior confirma el actuar del Espíritu: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1 Pedro 1:22).

La verdadera conversión entonces es nacer de nuevo, un nacimiento espiritual que nos hace una nueva creación e hijos de Dios por medio de la fe en Jesús (Juan 1:12-13).

Si tú hoy quieres nacer de nuevo debes escuchar la Palabra de Dios, creer en lo que dice acerca de la muerte y resurrección de Cristo por ti y aceptar el regalo de salvación que Cristo te da. Para confirmar que cumplirá su promesa él colocará como garantía de salvación a su Santo Espíritu, tal como dice en su Palabra: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,” (Efesios 1:13)     Oración.

«Padre soy testigo de la presencia real de Cristo en mi vida, de que lo enviaste por amor, para mi salvación y que ahora habita en mí por medio de tu Espíritu y anhelo que otros nazcan de nuevo al anunciar el evangelio de salvación y que escuchando crean para tener vida eterna como yo ahora la tengo. Gracias Padre. En el nombre de Jesús y con la unción de tu Espíritu Santo. Amén

sábado, 9 de noviembre de 2024

El llamamiento supremo. Parte 2

 


El llamamiento supremo. Parte 2

“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”, Filipenses 3:13-14

“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.”, Efesios 2:13

Aprendimos acerca de lo que significa estar en Cristo y es que por la fe, hemos sido unidos a él en la semejanza de su muerte y resurrección, como dice Romanos 6:5: “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;” qué concluyente palabra “plantados” juntamente con Cristo. Ya el Padre no nos ve a nosotros, nos ha cubierto la justicia de Cristo, esto es lo que el Padre mira en nosotros (Hebreos 8:12).

Entonces, si ya hemos sido hechos hijos de Dios, justificados y limpiados con su sangre, ¿a qué se refiere la Palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo a Pablo de alcanzar el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús?

Se trata de revelar y aplicar el carácter de Cristo en esta vida, en todo lo que hacemos, de experimentar una transformación tal que las personas perciban a Cristo en nosotros, de permanecer en él y cada día ir creciendo hasta llegar a la estatura de Cristo y glorificar al Padre, este es nuestro galardón y supremo llamamiento, que Jesús nos dio todo y en honor a él, por amor a lo que hizo por cada uno de nosotros con el poder transformador de su Espíritu, avancemos a la meta de llegar a tener la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13b).

Nuestra meta es llegar a tener la medida de la estatura de la plenitud de Cristo y esto implica como dice el Apóstol, inspirado por el Espíritu, “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante”, lo cual significa que nuestra actitud diaria debe ser la de no pensar que ya hemos logrado este propósito sino la de seguir creciendo en el conocimiento de Cristo, permitiendo que Él viva por medio de nosotros para que Dios cada dia nos perfeccione, afirme, fortalezca y establezca hasta llegar a la meta del supremo llamamiento de Dios en Cristo, donde recibiremos sus coronas como premio de permanecer y de llegar a ser como aquel que nos dio ejemplo perfecto de obediencia (1 Pedro 5:10).     Oración.

«Padre, en el poder transformador de tu Espíritu ayúdame a seguir la carrera y llegar a la meta del supremo llamamiento de Dios en Cristo, creciendo cada día y en cada circunstancia hasta llegar a tener la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Amén.

viernes, 8 de noviembre de 2024

El llamamiento supremo. Parte 1

 


El llamamiento supremo. Parte 1

“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”, Filipenses 3:13-14

Anhelamos ser llamados a misiones especiales, a trabajos retadores o experiencias extraordinarias, pero el llamamiento supremo no tiene que ver con logros materiales, ni profesionales, sino que es el llamado de Dios en Cristo.

¿Qué significa la expresión “en Cristo”? o ¿que significa que Dios me ha llamado en Cristo Jesús?

Semánticamente la preposición “en” en este contexto denota o significa posición, esta posición se explica en Gálatas 3:26-28: “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”.

Por la fe somos unidos a Cristo y somos revestidos de Cristo, lo que es verdad en Cristo, en su obra redentora se hace realidad en nosotros cuando lo recibimos como Señor y Salvador (Juan 1:12-13) entonces, somos colocados en Cristo. Esta realidad del nacimiento espiritual nos hace hijos de Dios porque morimos juntamente con Cristo al pecado y nacemos para nueva vida por el poder de su resurrección: “a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejantes a él en su muerte,” (Filipenses 3:10). Otro pasaje importante que nos explica lo que es estar en Cristo es el siguiente “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20). Nuestra fe nos lleva a vivir como Cristo vivió y a morir con Cristo para que el pecado no tenga ningún poder en nosotros.

Así que el recordar y tener presente lo que significa que estoy “en Cristo” pero sobre todo creer firmemente en estas palabras, me llevará a aceptar el llamamiento supremo de Dios en Cristo Jesús.

Mañana seguiremos reflexionando respecto al supremo llamamiento de Dios en Cristo.    Oración.

«Padre me has colocado en Cristo, por medio de la fe en él me has dado vida eterna y soy tu hijo, ahora puedo glorificar tu nombre en todas las cosas, viviendo cada día para reflejar a Cristo mismo, su amor, su carácter, resplandeciendo en amor hacia los demás. En el nombre de Jesús. Amén.

jueves, 7 de noviembre de 2024

Creo, luego existo

 


Creo, luego existo

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” Juan 5:24.

El que no cree es condenado, porque no creyó en aquel que envió Dios para salvarle y darle vida eterna, por esto le espera un juicio: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:15).

Lastimosamente hay muchos que no han creído y viven muertos en vida, esto lo confirma el Señor Jesús cuando dice “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).

Así que, el que no cree vive una vida sin propósito e incertidumbre, no tiene vida eterna en Cristo, mas el que cree tiene una existencia eterna como hijo de Dios. Pues lo que cree determina la existencia misma del ser, su eternidad y su trascendencia, gracias a la maravillosa obra de Cristo: su muerte y su resurrección.

Si has creído en Jesús, puedes tener la certeza y la convicción de que tienes vida eterna.   Oración.

«Padre, soy lo que soy gracias a que tú enviaste a Cristo para darme vida eterna cuando estaba muerto en mis delitos y pecados, me has dado en abundancia, me has salvado por gracia por medio de la fe y soy tu hijo, te doy toda la gloria y alabanza, en el nombre de Jesús. Amén.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Ausencia de luz. Parte 2

 


Ausencia de luz. Parte 2

“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.” Juan 3:19-20

“porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,”, 2 Corintios 10:4-5

Como terminamos reflexionando en el devocional de ayer, ¿a qué nos debe llevar este conocimiento de lo que significa el mal?. A dos cosas esencialmente: a permitir que la luz de Cristo resplandezca en nuestra vida, que en esencia es reflejar su carácter; para colocar en acción el bien. Y segundo, a usar las armas espirituales de luz para contrarrestar la influencia del mal y no permitir que se dañe lo bueno.

Profundicemos en estas dos ideas bíblicas:

Colocar en acción la luz, colocarnos en alto significa ir y predicar el evangelio, anunciar a Cristo es no escondernos debajo de la mesa (Mateo 5:14-16), sino hacer lo que dice 1 Tesalonicenses 5:6: “Por tanto, no durmamos, como los demás, sino velemos y seamos sobrios”, ya que en pocas palabras, el adormecimiento de los que pueden dar luz, es la causa de que el mal invada la tierra, las familias y gane terreno en muchas áreas.

Usar armas espirituales, pues si el mal también es una influencia maligna, no podemos quedarnos quietos cuando algo malo ocurre o está por ocurrir, detrás de muchas situaciones e incluso de hombres, hay influencias de maldad que los empujan, así que debemos luchar espiritualmente en oración para detener la influencia del mal como dice 2 Corintios 10:4-5.

Hermanos es tiempo de despertar y ser diligentes para que reflejando el carácter de Cristo por el poder de su Espíritu, llevemos su amor y su Palabra a todo el mundo, pues es tiempo de gracia; llegará el día que los creyentes seamos quitados de la tierra, entonces no habrá quien detenga el mal y la oscuridad avanzará hasta que Cristo regrese y venga a juzgar con justicia a los que rechazaron su luz. (2 Tesalonicenses 2:7, Apocalipsis 19:11-15)    Oración.

«Padre, me has dado tu Palabra y tu Espíritu para aprender tus principios y reflejar el carácter de Cristo, de esta manera llevar el verdadero evangelio a todos los que tienen hambre de ti, entonces el mal no avance en mi familia y en mi nación, no permitas que los afanes de la vida enfríen y oculten la luz de Cristo que debe brillar en mi vida  amen.

martes, 5 de noviembre de 2024

Ausencia de luz. Parte 1

 


Ausencia de luz. Parte 1

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”, Mateo 5:14-16

Los versículos de hoy hacen una comparación entre la luz y la oscuridad, relacionando el mal con la oscuridad y el bien con la luz. Esto denota o significa que el mal es la ausencia de luz, la carencia de virtud o el deterioro de funcionalidad de lo bueno.

Hay varias palabras en la Biblia que se usan para referirse al mal, en Mateo 6:34 se usa la palabra Kakós (κακός), «Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal (kakós).»; esta Palabra «Kakós» generalmente se traduce como «malo» o «mal» y es utilizado para describir cosas que son inherentemente malas o dañinas, no solo moralmente, sino también en términos de calidad o funcionalidad.

En Mateo 7:17-18 se usa la palabra “saprós”, «Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar frutos malos (saprós), ni el árbol malo dar frutos buenos.»; se traduce como»podrido» o «corrupto «, y se usa para describir cosas que se han deteriorado o están en un estado de descomposición.

En Mateo 6:13 se usa la palabra ponerós (πονηρός), «Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.»; aquí «mal» en este contexto puede entenderse como el mal en general o el «malvado», o haciendo referencia a una influencia o entidad maligna.

Es decir, que el mal también se relaciona con la inacción del bien, o cuando alguien que puede hacer el bien no lo hace. Indiferencia, insensibilidad, falta de disposición para ejecutar el bien como enseña Romanos 12:21: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.”

Entonces, podemos reflexionar sobre tres definiciones bíblicas del mal: primero, la falta de funcionalidad de algo; segundo el deterioro o descomposición de ese algo; y tercero, la influencia maligna.

Entonces, ¿a qué nos debe llevar este conocimiento de lo que significa el mal? Lo profundizaremos en el devocional de mañana.    Oración.

«Padre, en la guía de tu Espíritu ayúdame amado Señor a ser luz en este mundo, a orar y predicar a los que no conocen tu Palabra, pero sobre todo a reflejar el carácter justo y santo de Cristo en todas mis acciones, siendo lleno de paz, perdón, sabiduría y amor; por amor a Cristo, amén.

lunes, 4 de noviembre de 2024

Ser uno con Cristo

 


Ser uno con Cristo

“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”, Juan 17:20-23

Nuestra relación ha pasado de iniciar caminando con Dios para ya no caminar en nuestro propio camino; luego, en ser amigos de Dios por medio de Cristo, quien nos ha reconciliado y por su gracia somos de la familia de Dios.

Pero el nivel superior al que debemos llegar es ser uno con Cristo. Es decir, que Cristo refleje toda su gloria, amor y favor a través de nuestras vidas. Claro que sí, es una amistad con Cristo, pero mucho más íntima y personal; cuando pasamos más tiempo con él y lo conocemos más, empezamos a parecernos cada día más a él pero también pasamos a ser parte activa del propósito y de la misión que tiene él para cada uno de nosotros.

Se trata entonces de consolidar en mi experiencia diaria los atributos de Cristo que Dios ya me ha dado por la fe, su humildad, paciencia, su carácter santo, su obediencia y en si todo el fruto de su Espíritu, deben empezar a ser evidentes en mi, cuando soy uno con Cristo.

Por esto ora Jesús al Padre fervientemente para que todos seamos uno en el Padre y en el Hijo, es decir, si la Triunidad divina es una relación de amor eterna en perfecta comunión, cuando creemos en Cristo somos unidos a él y por lo tanto entramos a ser parte de la familia de Dios; esto tiene un propósito que revela el Señor: “para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”, el mundo conoce que somos de Cristo, cuando podemos amar de la manera que Cristo nos amó primero y cuando llegamos a ser perfectos en unidad con otros hermanos en la fe, para alcanzar a muchos. Él es el primero entre muchos, porque la gloria que le dio el Padre nos la dio a nosotros y todo esto por medio de la fe; por eso dice: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:20-21).    Oración.

«Padre, por la fe me has insertado en Cristo para llevar mucho fruto. Él vive a través de mi, siendo mi vida el reflejo de tu gloria, permíteme entender este misterio de unión con Cristo y cada dia ser más y más parecido a él a medida que soy transformado a su gloriosa imagen. En el precioso nombre de Jesús, amén.

domingo, 3 de noviembre de 2024

Ser amigo de Dios

 


Ser amigo de Dios

“Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo.”, Isaías 41:8

“Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.”, Santiago 2:23

Somos seres creados para vivir de manera social, por esto en los mandamientos de Dios es consistente el principio de que si amo a Dios, debo manifestarlo amando a los demás (Mateo 22:37-39). Sin embargo, el pecado nos lleva a pleitos, contiendas, diferencias irreconciliables y a romper relaciones; corazones heridos, lágrimas y finalmente enemistades.

La solución a esto es iniciar y cultivar la mejor amistad de todas, la amistad con Dios. Abraham es nuestro ejemplo, pues Dios mismo dice: “Abraham mi amigo” (Isaías 41:8b); qué maravilloso sería que también afirmara esto de cada uno de nosotros; (ahora te invito para que digas tu nombre y completes con la frase «mi amigo»). Y esto es posible gracias a Jesús, pues él con su muerte nos reconcilió con el Padre: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” (2 Corintios 5:18). Es decir, no solo nos dio la oportunidad de ser sus amigos, sino que nos puso la misión de traer a otros amigos cuando les compartimos acerca de Jesús.

La amistad con el mundo es enemistad contra Dios, la amistad con el mundo es incierta y llena de traiciones, desengaños y dobleces; en contraste, la amistad con Dios es la amistad con un Padre bondadoso, lleno de amor, un Dios justo que para darnos su amistad dio en sacrificio a su propio Hijo, para que creyendo nosotros en él fuese pagado el precio de nuestra condena. Así como Abraham inició esta amistad cuando le creyó a Dios, nosotros, creyendo en Jesús por medio de su sangre nos es contado por justicia y somos entonces sus amigos: “para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” (Gálatas 3:14). El Espíritu Santo es la garantía de nuestra amistad eterna con el Padre.    Oración.

«Padre amado, gracias porque me ofreciste tu amistad enviando a Cristo a salvarme, cuando era enemigo tuyo por mi pecado, pero Cristo pagó el precio de mi maldad con su muerte y al resucitar confirmó la victoria que ahora por la fe tengo también para mi. Te adoro Señor por amarme tanto y darme tu Espíritu que me confirma que soy ahora tu amigo. En el nombre de Jesús. Amén.

sábado, 2 de noviembre de 2024

Caminar de la mano de Dios

 


Caminar de la mano de Dios

“Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.” Génesis 5:24

Para caminar con Dios, estamos llamados a ser hombres de fe como Enoc: “Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios”, (Hebreos 11:5). Esta es la clave “por la fe”, Enoc le creyó a Dios, confió plenamente y en su diario caminar tuvo presente al Señor. Por esto el escritor de Hebreos inspirado por el Espíritu Santo, escribe acerca de diferentes hombres que por la fe hicieron grandes cosas y soportaron pruebas tremendas; menciona a Enoc como uno de aquellos que al tener la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve, pudo agradar y ser partícipe de la bendición que Dios da a los que creen, conforme está escrito en la palabra de Dios que la fe viene por el oír y el oír por la palabra de Dios (Hebreos 11:1, Romanos 10:17).

Nosotros también si caminamos con Dios, estando atentos a lo que dice su palabra para vivirla diariamente, sin dudar y siendo constantes en esto, lograremos cosechar una relación de amor que nos llevará a que su paz nos eleve por encima de todos los dolores y problemas de la vida. No a evadir la realidad, sino a enfrentarla con la actitud, la verdad y poder de la fe.   Oración.

«Padre, quiero caminar contigo y sé que el único camino es Cristo, llevar mi vida a la cruz para morir y resucitar con él, para que así en mi diario caminar pueda ir de tu mano, sabiendo que tienes el control de mi vida y tu Palabra guía mis pasos. En el nombre de Jesús. Amén.

viernes, 1 de noviembre de 2024

La paciencia de nuestro Señor, es para salvación


 

La paciencia de nuestro Señor, es para salvación

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. 2 Pedro 3:9

“Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito”. 2 Pedro 3:14-15

Al observar el mundo de hoy y cómo la maldad se ha multiplicado, las guerras, la violencia, la inmoralidad y la corrupción en todo, muchas personas están sufriendo y se preguntan ¿por qué Jesús no vuelve ahora y trae paz y solución a todos los problemas?

Muchos quizás nos preguntamos: ¿Por qué Dios se demora? El apóstol Pedro nos advirtió sobre este tiempo y dijo que mucha gente se burlará de los creyentes y dirán: ¿Qué hubo de esa promesa de su venida? 2 Pedro 3:4.Y nos aclara que hay una buena razón para su demora y es que el Señor está dando tiempo para que muchas personas se arrepientan antes de su regreso.

Dios nunca tiene prisa, pero siempre llega a tiempo, porque para el Señor un día es como mil años y mil años como un día.

Dios no está demorado en cumplir su promesa, sino que es paciente porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan, su demora es para salvación. Se está refrenando por todos aquellos que todavía no se vuelven a Él. Está retrasando el final para que muchos se salven, está dando un tiempo de gracia para que se conviertan y cambien. Dios está manteniendo con amor la puerta abierta para la salvación de ellos.

Pero, ¿Qué hacemos mientras esperamos que Dios haga lo que ha prometido hacer? 1)Debemos confiar en el Señor, llenándonos de vida y de gozo en la medida que nos perfeccionamos para ser más como Él. 2)Siendo dependientes de Dios, permaneciendo a pesar de que vengan cosas difíciles y siendo pacientes, recordando que el control de todo está en sus manos. 3) Volviéndonos de corazón a Él, cambiando radicalmente la dirección de nuestra vida, alejándonos del pecado y santificandonos cada día. 4) No siguiendo las ideologías y antivalores de este mundo que nos llevan a la perdición y a alejarnos de su Presencia.

El Señor vendrá cuando menos pensemos y el mundo tal como lo conocemos será puesto al descubierto. Habrá un cielo y una tierra nueva en donde morará la justicia, 2 Pedro 3:13. Vivamos entonces lo mejor posible en pureza y paz, creciendo en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, 2 Pedro 3:18.    Oración.

«Señor, mientras espero tu regreso, ayúdame a vivir una vida santa y piadosa para que todo mi ser: espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprensible hasta tu segunda venida. Dispón mi corazón para que pueda compartir esta promesa para que muchos se arrepientan, te conozcan y sean salvos. En el nombre de Jesús, amén.