Conocer a Jesús
“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en
su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese
en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy
Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas
cosas quiero, dice Jehová”, Jeremías 9:23-24
“Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de
Dios y de nuestro Señor Jesús.”, 2 Pedro 1:2
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad
nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que
nos llamó por su gloria y excelencia,”, 2 Pedro 1:3
Entre más conozco a Jesús, recibo de él todas las cosas que
ya me han sido dadas, este conocimiento viene por su Palabra y por la acción de
su Espíritu en nosotros cuando creemos, una fe que obra impulsada por el amor
de Dios que ha sido derramado en nuestro corazón (Gálatas 5:6, Romanos 5:5).
El conocimiento de Jesús no es cualquier conocimiento
intelectual superficial, sino como lo confirma la palabra griega usada en 2
Pedro 1:3 “epígnosis” denota un conocimiento profundo, basado en un pleno discernimiento
que es revelado mediante el Espiritu de Dios a nuestras mentes limitadas, pero
que no se queda en ideas solamente sino en una experiencia de primera mano.
Si, cuando creemos en él, luego de escuchar su evangelio (la
mayor y mejor buena noticia), podemos experimentar su amor, su paz y su
plenitud de forma directa, sin intermediarios.
Entonces si esta revelación del conocimiento de Cristo a
nuestra vidas viene por medio del evangelio que manifiesta el favor inmerecido
de Dios en Cristo “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús,” (Romanos 3:24), debemos por tanto estar
atentos a escucharlo, a escudriñarlo, a valorar cuando se nos enseña la palabra
de Dios en su texto y en su contexto, pues es como una antorcha que alumbra en
lugar oscuro hasta que Cristo sea formado en nosotros (2 Pedro 1:19).
Entendemos entonces, que el conocimiento integral de Cristo,
nos lleva a ser moldeados a la imagen de Cristo, porque es por la fe en lo que
está escrito que se hace realidad en nosotros cada promesa y nos permite
descubrir el gran tesoro espiritual que ha sido colocado en nosotros. Hermanos,
el conocimiento de Cristo nos transforma (2 Corintios 3:18, Hebreos 4:12) Oración.
«Mi amado Jesús, anhelo conocerte más, aprender más de ti
para honrar al Padre, tal como tú lo hiciste y me diste ejemplo, y qué buena
noticia saber que por medio de la fe puedo tomar para mí tus virtudes,
identificándome plenamente con lo que dice la Escritura y colocándolo en
práctica por el poder transformador de tu Espíritu, amén.
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