El llamamiento supremo. Parte 2
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero
una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo
que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús.”, Filipenses 3:13-14
“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo
estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.”, Efesios
2:13
Aprendimos acerca de lo que significa estar en Cristo y es
que por la fe, hemos sido unidos a él en la semejanza de su muerte y
resurrección, como dice Romanos 6:5: “Porque si fuimos plantados juntamente con
él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su
resurrección;” qué concluyente palabra “plantados” juntamente con Cristo. Ya el
Padre no nos ve a nosotros, nos ha cubierto la justicia de Cristo, esto es lo
que el Padre mira en nosotros (Hebreos 8:12).
Entonces, si ya hemos sido hechos hijos de Dios, justificados
y limpiados con su sangre, ¿a qué se refiere la Palabra de Dios inspirada por
el Espíritu Santo a Pablo de alcanzar el premio del supremo llamamiento de Dios
en Cristo Jesús?
Se trata de revelar y aplicar el carácter de Cristo en esta
vida, en todo lo que hacemos, de experimentar una transformación tal que las
personas perciban a Cristo en nosotros, de permanecer en él y cada día ir
creciendo hasta llegar a la estatura de Cristo y glorificar al Padre, este es
nuestro galardón y supremo llamamiento, que Jesús nos dio todo y en honor a él,
por amor a lo que hizo por cada uno de nosotros con el poder transformador de
su Espíritu, avancemos a la meta de llegar a tener la medida de la estatura de
la plenitud de Cristo (Efesios 4:13b).
Nuestra meta es llegar a tener la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo y esto implica como dice el Apóstol, inspirado por el
Espíritu, “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que
está delante”, lo cual significa que nuestra actitud diaria debe ser la de no
pensar que ya hemos logrado este propósito sino la de seguir creciendo en el
conocimiento de Cristo, permitiendo que Él viva por medio de nosotros para que
Dios cada dia nos perfeccione, afirme, fortalezca y establezca hasta llegar a
la meta del supremo llamamiento de Dios en Cristo, donde recibiremos sus
coronas como premio de permanecer y de llegar a ser como aquel que nos dio
ejemplo perfecto de obediencia (1 Pedro 5:10). Oración.
«Padre, en el poder transformador de tu Espíritu ayúdame a
seguir la carrera y llegar a la meta del supremo llamamiento de Dios en Cristo,
creciendo cada día y en cada circunstancia hasta llegar a tener la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo. Amén.
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