martes, 1 de marzo de 2022

El encuentro de dos reyes. Parte 1

 

El encuentro de dos reyes. Parte 1

“Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio d


e sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá”. 1 Samuel 16:13

La Biblia nos narra encuentros impactantes que tuvieron muchos hombres con Cristo, y en los que después de estos, su vida no fue la misma. Hubo un cambio en el corazón de estos siervos, que los llevó a realizar proezas extraordinarias, conforme a los planes y propósitos de Dios. Entonces podemos aprender de estos encuentros y apropiarnos de los principios escritos en la Palabra, para que nuestra vida sea alineada a la voluntad de Dios y seamos usados poderosamente para llevar la buena noticia al mundo.

En la vida de David se narran varios encuentros que tuvo este siervo con Dios, iniciemos con el primero de ellos que ocurrió en su juventud, cuando pastoreaba ovejas para su padre Isaí, pues allí David conoce que es Dios quien lo ha librado de las garras del león y de las garras del oso. (1 Samuel 17:34-37). En medio de la soledad del oficio de pastor, David enfrenta peligrosos animales pero aprende a confiar en que tiene un Dios poderoso que lo libra de sus enemigos mucho más fuertes que un joven pastor, pero no más grandes y poderosos que nuestro Dios y salvador Jesucristo.

En medio de esta circunstancia, en su labor diaria, David es preparado para enfrentar a Goliat, pero tiene primero, un encuentro con Cristo, cuando recibe el Espíritu de Dios, ya que es ungido como futuro rey de su pueblo Israel por el profeta Samuel “y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David”.

Ahora, en el presente, todos los que creemos en Jesucristo, hemos sido ungidos por Dios mismo y Él nos ha sellado con su Espíritu y desde ese día Cristo está en nosotros (Gálatas 4:6).

Entonces, tomando esta verdad para nosotros, aunque podemos enfrentar circunstancias muy difíciles, también nosotros somos más que vencedores, así como David vencía a osos y leones, en el nombre del Señor de los ejércitos.    Oración.

«Padre amado, me llamaste por medio de tu hijo Jesús y ahora soy tu hijo, me has ungido derramando tu Espíritu sobre mí, para obedecerte y andar en tus caminos, venciendo a todo enemigo que quiera robarme la paz y la bendición que, en tu favor, me diste. En el nombre de Jesús. Amen.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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