jueves, 4 de junio de 2020

Jesús quiere un encuentro para salvarte.


Jesús quiere un encuentro para salvarte.
“Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham”. Lucas 19:2-9
Antes de ir a Jerusalén para morir en la cruz, Jesús decidió pasar por Jericó, una región donde vivían los publicanos y recaudadores de impuestos que eran despreciados por muchos, pero quería alcanzarlos con su gracia. Igualmente, así como entró y atravesó Jericó para tocar y transformar vidas, entró y pasó por este mundo para alcanzarnos, no vino para quedarse, sino para morir por nuestros pecados y darnos una oportunidad.
En esa región estaba Zaqueo cuyo nombre significa en el hebreo Zakkái: “puro”, totalmente contrario a lo que realmente era, pues como recaudador de impuestos, se aprovechó de su posición para robar a la gente y enriquecerse. Estaba muy alejado de Dios y quizás llegó a entender que la riqueza del mundo no satisfacía su corazón, por eso quería volver atrás y empezar de nuevo.
Cuando escuchó de Jesús, corrió a buscarlo, se esforzó en encontrar la gracia y la misericordia del Señor. Como era pequeño de estatura y había mucha gente, se subió a un árbol para divisar a Jesús. El Señor sabía dónde estaba, por eso se acercó, lo llamó y le dijo que quería quedarse en su casa ese día, Jesús tocó la puerta del corazón de Zaqueo y no hizo caso a las murmuraciones que surgieron al entrar en su casa y comer con un pecador. Jesús va más allá de los paradigmas y prejuicios sociales, Él sólo quiere ganar almas para su reino.
Algo ocurrió en Zaqueo cuando se encontró con Jesús, admitió sus errores, confesó que había estado robando a los pobres y quería remediarlo. Su encuentro con Él lo transformó en un hombre nuevo, tomó rápidamente conciencia acerca de su necesidad de cambio y actuó en conformidad. El Señor quiso que este hombre odiado supiese que Él se dirigía hacia Jerusalén para morir, y que su muerte le proveería a él un lugar de gracia, un lugar en el cielo.
Lo que cuenta no es la cantidad de errores que cometemos, ni nuestro pasado, lo que cuenta es la medida del amor de Jesús en nosotros que es capaz de cubrir multitud de faltas, librarnos de la culpabilidad y vergüenza y convertirnos en nuevas personas. La única manera en que el mundo se dé cuenta de esto, es por lo que otros ven en nuestra vida cambiada. Si Jesús está a la puerta déjalo entrar y transformará tu vida. Oración.
«Señor Jesús, gracias por tocar a mi puerta y entrar en mi casa, en mi corazón y cenar conmigo, me has alcanzado con tu misericordia y con tu gracia, me has transformado convirtiéndome en otra persona, para que sea fuente de bendición para los demás. Gracias por morir en la cruz por todos mis pecados y darme una nueva vida. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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