martes, 30 de junio de 2020

De lo peor Cristo sacó lo mejor


De lo peor Cristo sacó lo mejor
“despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos……Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, más con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada”. Isaías 53: 3,5-10
Clive Staples Lewis una vez preguntó: “¿Por qué tantos lugares santos son lugares tan oscuros? La cruz, la tumba, el establo, son santos porque incluso en la oscuridad de la noche Dios está obrando”. Veámoslo de esta manera: El establo, es un lugar oscuro y maloliente es donde se manifestó el amor de Dios por la humanidad cuando se hizo carne y nació en un pesebre en Belén, en pobreza y humildad para mostrarnos su incondicional amor; la cruz de Cristo, se rodeó de tinieblas para que Dios mostrara su inagotable amor por nosotros, al cargar sobre el cuerpo de Jesús todos nuestros pecados y que colocó un manto de oscuridad sobre la agonía de su Hijo; y la tumba en la peña donde Jesús fue sepultado y envuelto en soledad, fue el lugar donde resplandeció la esperanza de la resurrección que lo levantó victorioso sobre la muerte para darnos una nueva vida a los que creemos en Él.
Quizás nunca alcanzaremos a entender cuán profundas fueron las aguas que Jesús tuvo que cruzar, ni la más oscura noche que tuvo que soportar, ni la intensidad de sus sufrimientos; pero sí podemos comprender cómo Dios convirtió todo su dolor y padecimiento en buenos, mejores y gloriosos fines que nos trajeron salvación, perdón, paz, salud y vida eterna. El Espíritu Santo corrió el velo que oscurecía nuestros ojos para ver la perfecta obra de la cruz, donde nada quedó por fuera, pues el siervo sufriente que Isaías nos muestra aquí trajo sanidad espiritual, emocional y física a nosotros, por eso el sufrimiento de Jesús nunca fue en vano.
Después del sufrimiento viene la satisfacción, así como Jesús se glorió y se gozó por habernos salvado, por eso no busquemos atajos para evitar las experiencias difíciles de la vida, porque para obtener la felicidad y realización personal debemos experimentar sufrimiento.
Nuestro corazón antes de conocer a Jesús era oscuro, perverso y sin esperanza, pero Jesús al morir en la cruz rompió todo lo que nos envolvía en oscuridad para darnos luz y vida. Nos dio un nuevo corazón para que podamos amarlo.  Oración.
«Señor Jesús, gracias porque tu sufrimiento en la cruz no fue en vano, porque trajiste paz, perdón, salvación y sanidad en todas las áreas de mi vida, hazme entender que el sufrimiento es necesario para purificar y santificar mi vida y que esto implica renunciar a mi ego, a mi comodidad y quizás a cosas y a personas que entorpecen mi camino al cielo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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