domingo, 21 de junio de 2020

Cristo la luz de la vida


Cristo la luz de la vida
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12
“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo”. Juan 9:1-7
Si ponemos atención a estos dos pasajes Jesús había afirmado que Él era la luz del mundo y el milagro que hace después de decir esto, fue darle la vista a un ciego de nacimiento, ilustrando muy bien lo que significaba ser luz del mundo. Este relato nos muestra la lucha entre la luz y las tinieblas y el desarrollo de la fe de un hombre ciego al encontrarse con la luz verdadera. Jesús se detuvo a mirar al ciego y se llenó de compasión, era una gran oportunidad para demostrar que era esa luz que había venido a los seres humanos. Dios siempre pone la iniciativa para buscarnos y salvarnos.
La sanidad de la ceguera física nos muestra un paralelo con el hombre natural que nace y vive en tinieblas hasta que Cristo ilumina su vida. Este ciego no solo recibió la sanidad física sino la sanidad espiritual. Cuando lo sanó con el lodo el Señor restauró su obra estropeada, ese hombre original que fue formado con el polvo de la tierra en el principio. El estanque es usado como un símbolo, Siloé traducido es “enviado”, esto nos puede recordar que el Padre había enviado a su Hijo al mundo para manifestar sus obras y el ciego es ahora enviado al Hijo a lavarse, para experimentar su obra redentora.
Sabemos que muchos sufrimientos y hasta la misma muerte muchas veces son la consecuencia del pecado en nuestras vidas, todos estos males empezaron desde la caída del hombre en el paraíso. Desde que nacemos heredamos la naturaleza pecaminosa con todas sus consecuencias y entre ellas están las enfermedades. Pero no siempre una enfermedad es consecuencia del pecado. Por eso Jesús les dijo a sus discípulos: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”.
Jesús también sanó al ciego de las consecuencias del pecado mostrándole su gracia y su poder, manifestando la obra de Dios en él. Esto nos muestra todo lo que Dios quiere hacer en favor de la humanidad para mostrar su gloria a través de Jesús. Juan 1:9 dice: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”. Jesús se dispuso a demostrar que era Dios y respaldó sus palabras con hechos. Ahora como hijos de Dios el Señor nos ha delegado su ministerio para ser la luz de Dios, ahora nuestra tarea es brillar como luminares en un mundo caído.   Oración.
«Gracias Señor Jesús por ser mi luz, por iluminar mi vida con tu presencia, por quitar mi ceguera espiritual que no me permitía reconocerte como mi Salvador y mi Sanador. Sigue manifestando tus obras a través de mí, porque ahora teniendo tu luz puedo alumbrar la vida de muchas personas que andan en tinieblas. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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