jueves, 22 de noviembre de 2018

El Verbo


En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”. Juan 1:1-10. El milagro más grande del mundo fue la encarnación del eterno Hijo de Dios. Este pasaje empieza diciendo “en el principio”, esta palabra que se usó en el libro del Génesis, cuando la creación fue hecha, la repite nuevamente el apóstol Juan, señalando un nuevo comienzo, una nueva creación. Y eso es exactamente lo que sucede en nuestras vidas cuando Jesús llega a nuestro corazón, somos nuevas criaturas, tenemos un nuevo comienzo, un borrón y cuenta nueva. Porque Jesús es Vida, y viene a darnos otra oportunidad. Si le hemos pedido a Cristo, que nos haga nuevas personas, recordemos que ese nuevo comienzo, sólo está a disposición de los que le creen.
El Verbo existía antes del comienzo de la creación, todas las cosas fueron hechas por Él, incluyendo al ser humano, pero éste entró en conflicto con su Creador y se separó de su presencia, sumergiéndose así, en las tinieblas.
Ese Verbo que era con Dios, que es Dios, que ama incondicionalmente, se compadece del ser humano caído y toma sobre sí su naturaleza, haciéndose hombre, proveyendo de ésta manera el medio para la reconciliación a través de su muerte. Jesús es la Vida y es la Luz de los hombres, esa Luz verdadera, que resplandece en medio de este mundo tenebroso y lleno de pecado. Jesús se vistió de carne, se identificó con la humanidad, para cumplir con el plan de salvación. Vivió como un hombre, sin dejar de ser Dios.
A muchos nos alumbró la luz de Cristo y ahora somos reflejo de Él. Sin embargo, como en tiempos de Juan, su propio pueblo lo rechazó y no lo recibió. Hoy podemos decir, que el mundo sigue rechazándolo y desconociéndolo. La misión y la esencia del Verbo encarnado es llevar vida y luz a través de sus hijos, aquellos que hemos creído en Él. Seamos testimonio como Juan, preparando el camino del Salvador, con el mensaje del arrepentimiento. Oración
Señor, hoy te pido para que los ojos de muchas personas sean abiertos, contemplen tu luz y tengan un nuevo comienzo, toca la vida de los que están en tinieblas para que lleguen a la salvación por medio de la fe en Jesucristo, crean y te reciban en sus corazones. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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