domingo, 15 de noviembre de 2015

Preparado, plantado, fijado, podado y prosperado

Preparado, plantado, fijado, podado y prosperado
“EL SEÑOR DIOS PLANTÓ UN HUERTO EN EDÉN… Y PUSO ALLÍ AL HOMBRE QUE HABÍA FORMADO” (Génesis 2:8)
Antes de que Dios pusiese a Adán en el huerto, Él lo formó (lee Génesis 2:7,8). Hay un proceso de preparación por el que el Señor nos lleva con el fin de hacernos lo que necesitamos ser, pero esa preparación lleva tiempo. Él debe tratar nuestras contradicciones, defectos de personalidad, áreas de desconfianza, asuntos de la infancia no resueltos, cicatrices, fracasos, etc. ¿Cuánto tiempo requiere eso? Sólo Dios lo sabe. Admítelo, ¿aun a tu edad no reconoces todavía algunas formas infantiles dentro de ti? Cualquiera habría perdido las esperanzas contigo, pero el Señor tiene un plan y se comprometió a llevarlo a cabo. Todos deberíamos llevar un letrero que diga: “Obra sin terminar. Si me contratas, debes saberlo. Si te casas conmigo, es preciso que lo sepas”.
La Biblia dice que Dios “…formó al hombre del polvo de la Tierra…” (Génesis 2:7). ¿Con qué trabaja? ¡Con polvo! Y los artilugios que usa para formarte son las experiencias por las que pasas a través de la vida; éstas te forman y te cambian. Cuanto más sigas intentando hacer las cosas a tu manera, más tiempo llevará el proceso. Puede que te lleve cinco años para que aprendas a dejar de agradar a las personas, o diez para que ceses de sentir pena por ti mismo, o veinte para que dejes de volver la mirada hacia atrás reviviendo tu infancia. Durante todo ese tiempo, el Señor te está diciendo: “Deja de hacerlo”, y tú contestas: “Ya lo sé; voy a hacer las cosas mejor”. Entonces, finalmente, sucede una crisis y la verdad te golpea fuertemente. En ese momento dices: “¿Sabes qué? Voy a olvidar aquellas cosas que se quedan atrás y empezaré a extenderme a lo que está delante” (lee Filipenses 3:13b).
EL SEÑOR DIOS PLANTÓ UN HUERTO EN EDÉN… Y PUSO ALLÍ AL HOMBRE QUE HABÍA FORMADO (Génesis 2:8)
¿Qué significa “plantar” Enterrar semillas más allá de la vista humana a fin de que germinen y eventualmente produzcan fruto. En el plan de Dios para tu vida, Él ha plantado bendiciones dentro de ti que experimentarás con el paso del tiempo. Solamente porque entres en un campo y no veas una cosecha, eso no quiere decir que las semillas no estén allí; el Señor ha plantado cosas en tu vida que llevarán su fruto en distintos momentos.
Es sorprendente que Dios quisiera sembrar en nosotros. ¿Por qué se esforzaría cuando podría crear las cosas diciendo sólo una palabra? Piensa acerca del amor, el empeño personal del Creador del universo mientras se inclina hacia abajo y planta bendiciones en ti para que vayan surgiendo durante las diversas estaciones de tu vida. Todo lo que el Señor tiene para ti no ha surgido todavía, de manera que no puedes darte por vencido o marcharte y decir:“Esto es todo lo que hay”. No, Dios tiene plantadas algunas cosas en ti que no has visto o experimentado hasta ahora. Aún te estás transformando en lo que Él sembró dentro de ti. Sabiendo esto reforzará tu fe de que realmente va a ocurrir. También significa que el Señor cree en ti, incluso cuando no crees en ti mismo…
Hay talentos en tu interior que no han sido descubiertos y sueños que no se han cumplido. ¡Eso es lo que significa estar en una batalla! El diablo está peleando contigo acerca de tu destino. Él sabe qué es lo que ha sido plantado en ti y está tratando de echar a perder la “semilla”. ¡No lo dejes! No eres la persona que serás dentro de seis meses o dentro de seis años, porque hay un factor tiempo; todo no llega a ser “cosechado” en el mismo instante. Debes tener fe y paciencia, de otra manera perderás lo que Dios tiene para ti.
“EL SEÑOR DIOS PLANTÓ UN HUERTO EN EDÉN… Y PUSO ALLÍ AL HOMBRE QUE HABÍA FORMADO”(Génesis 2:8)

Fíjate en esto: Dios “…puso…” al hombre en el huerto, “…al oriente…” (Génesis 2:8b). No es suficiente estar en el “huerto”, debes estar en el lugar preciso. Hace falta que ores:”Señor, ponme en el “huerto” que planeaste para mí.
Educando a los hijos se aprende muchas cosas. Nos hemos hecho mayores y somos más sabios diciendo: “No hagas eso” y “No vayas hacia allá”. Pero no puedes acortar el proceso; tendrán que tropezar, porque así es como aprenderán a funcionar y a encontrar su propio camino. Tal vez tú mismo trabajaste en varios empleos antes de que sacaste en claro lo que se supuso que hicieras. Eso es porque todavía no estabas “en tu lugar”. Si eres sabio, en algún momento comenzarás a orar: “Señor, no dejes que pase la vida probando cosas; ponme en el lugar que tengas para mí”.
Sin saberlo, puedes estar en el lugar correcto porque Dios lo ha “plantado” y no “creer [es decir, necesitas tiempo para poder darte cuenta de ello]. No importa donde empecemos; lo importante es dónde terminemos. Debes mirarte en el espejo y decir: Hay algo en mí que todavía no ha salido fuera. Señor, ayúdame a mantenerme firme hasta que saques de mí lo que plantaste dentro”. No dejes que nadie te convenza que eres un fracaso por “no llevar puestos los zapatos apropiados” o porque ahora mismo no lo tengas todo tan claro. Dios tiene un lugar en mente para ti; simplemente camina con Él y Él te llevará allí.
EL SEÑOR DIOS PLANTÓ UN HUERTO EN EDÉN… Y PUSO ALLÍ AL HOMBRE QUE HABÍA FORMADO (Génesis 2:8)
La Biblia dice: “Tomó, pues, el Señor Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara” (Génesis 2:15). Puede que Dios te esté diciendo hoy: “Te he preparado, te he puesto donde debes estar, he plantado bendiciones en tu vida que son programadas para que salgan a la luz en distintos momentos, pero ahora tienes que currártelo”. Deja de buscar “huertos” que ya están “podados”; es preciso que “podes” tu propio “huerto”. Te corresponde pasar por luchas personales y derramar tus propias lágrimas. Cuando las personas te dan cosas, también te las pueden quitar. Sin embargo, cuando el Señor te las da, son tuyas para siempre, pero debes cuidarlas. Tienes que “podar” tus hijos, porque no llegarán a buen término si los descuidas (lee Proverbio 22:6). Hace falta que “podes” tus relaciones personales: ¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos…! (Salmo 1:1 La Biblia de las Américas). Es preciso que “podes” tu negocio personal. Eso significa: honrar a Dios como tu socio, permitiéndolo que use tu empresa para promover la suya.

Cuando camines con el Señor, Él te protegerá y te prosperará, incluso en tiempos difíciles, pero tienes que seguir currándotelo. Pregunta a cualquier agricultor y te dirá lo siguiente: el trigo desatendido se perderá con el tiempo; debe ser sembrado. No hay tanto malo en tu vida, sólo que esperas que Dios haga las cosas que Él espera que tú hagas. ¡Vamos, agarra las “tijeras de podar” y ponte manos a la obra!

No hay comentarios:

Publicar un comentario