viernes, 3 de octubre de 2014

Hechos 18 18

Hechos 18:18


Pablo permaneció todavía en Corinto algún tiempo.  Después se despidió de los hermanos y emprendió el viaje rumbo a Siria, acompañado de Priscila y Aquila.  En Cencrea, antes de embarcarse, se hizo rapar la cabeza a causa de un voto que había hecho.


En la carta a los corintios, Pablo nos explica la diversidad de dones y cómo cada uno de ellos complementa perfectamente el cuerpo de la iglesia.  Distintos miembros con distintas funciones, forman algo perfecto que se mueve y tiene forma.  Cuando una de esas partes deja de cumplir con su labor, todo el cuerpo se ve afectado.  No importa cuán grande o pequeño sea lo que no está funcionando.  Un dolor en el dedo más pequeño del pie nos deja sin poder caminar y debemos permanecer sentados.  De igual forma pasa con la iglesia del Señor.  Cada uno de nosotros tenemos un propósito específico.  El problema radica cuando comenzamos a pensar que somos más importantes o que somos inferiores.
Lo que vemos con Aquila y su esposa me parece un gran ejemplo de esto.  Si hacemos memoria, ellos se conocieron cuando Pablo llega a Corinto.  Él trabajaba haciendo tiendas y Pablo ayudó para solventar sus gastos mientras predicaba.  Hicieron tan buen equipo que cuando Pablo decide que es tiempo de continuar con sus viajes misioneros, sale de Corinto rumbo a Siria acompañado de Aquila y su esposa.
Eran personas que hacían tiendas.  No eran grandes predicadores.  No realizaban milagros con sus manos.  Tampoco hablaban en distintos idiomas.  Lo único que sabemos es que se encontraron en Corinto, trabajaron juntos y ahora realizarían un viaje juntos.  ¿Tienes idea de lo valioso que eres para la iglesia?  ¿Sabes que eres vital para el funcionamiento correcto del cuerpo?  No necesitas pararte frente a la gente y predicar la palabra para ser importante.  Recuerda que cada uno de nosotros cumple propósitos distintos.  Hay personas que son excelentes para una cosa y terribles para otra.  A veces, simplemente con acompañar y ser parte del trabajo, estás siendo de gran ayuda.  Así lo fueron Aquila y Priscila para Pablo.  Solamente estaban con él.  No los vemos predicando a las multitudes.  Lo que sí sabemos por pasajes futuros es que en su casa formaron una iglesia (1Cor 16:19).
La iglesia, el cuerpo de Dios, no tiene una estructura como la ves en las empresas o en cualquier organización que puedas ver a tu alrededor.  Cristo nos dejó el ejemplo lavando los pies a sus discípulos.  No hay uno solo que sea el más importante o el jefe.  Todos somos servidores del Señor y solamente a Él debemos alabar.  Todos somos parte de Su obra y Sus planes.  No debemos confundirnos y pensar que hay personas más importantes que otras en la iglesia.  Si crees que eres más, dobla tu corazón y humíllate ante el Señor.  Si crees que tu asistencia pasa desapercibida, ora al Señor y pide que te muestre cómo servirlo y la importancia de ejercitar tus dones.
Te animo a que te involucres en el cuerpo de Dios.  Te animo a que no catalogues como importante o poco importante cualquier labor.  Debemos servir y ser parte de un cuerpo dependiendo los unos de los otros para servir al Señor.
Oración
Padre: gracias por enseñarme que mi vida tiene un propósito y que es importante.  Te pido que pueda aprender a explotar los dones que me has dado y pueda ponerlos a tu servicio.  Hoy entiendo que debo involucrarme más en tu iglesia para servirte.  Gracias por tu amor y misericordia.  En el nombre de Jesús oro a Ti.  Amén

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