martes, 16 de noviembre de 2010

Un ancla de confianza


Un ancla de confianza

En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; líbrame en tu justicia.

Salmo 31:1

Como lo indica el versículo de hoy, David tuvo gran confianza en Dios en medio de la aflicción. También dij "Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás. Sácame de la red que han escondido para mí, pues tú eres mi refugio" (Sal. 31:3-4). Su confianza radicaba en el carácter santo de Dios. Un adecuado conocimiento de Dios es esencial para la estabilidad espiritual. Y la única forma de conocer a Dios es mediante lo que Él ha querido revelarnos de sí mismo en las Escrituras. Jesús Con Nosotros

Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro, y recibirán el don del Espíritu Santo. Hechos 2:38

Ronald Amundsen era un explorador noruego que fue elprimero en descubrir el meridiano magnético del Polo Norte y el que descubrió el Polo Sur. En uno de sus viajes a la cima del mundo, Amundsen llevó una jaula que contenía una paloma mensajera... y la liberó cerca del Polo Norte. ¡Cuando su esposa vio a la paloma sobrevolando su casa, supo que su marido estaba vivo!

Esta es una imagen perfecta de cómo Dios demostró su amor por los creyentes en Cristo al enviar el Espíritu Santo. Primero envió al Espíritu Santo bajo la forma de una paloma para indicar la unción de Jesús (Lucas 3:22). Después envió al Espíritu como don para la iglesia en Pentecostés (Hechos 2:1-4). Jesús llamó al Espíritu Santo el paraklete («el que es llamado a acompañar»), también traducido a veces como «Consolador» (Juan 14:16). Así como Jesús amaba y alentaba a sus discípulos, como uno más entre ellos, el Espíritu Santo ama y alienta a los discípulos de Jesús, habitando en ellos.

Jesús puede no estar presente físicamente entre nosotros, pero su presencia nos acompaña de forma espiritual a través del poder del Espíritu Santo.

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