lunes, 10 de mayo de 2021

Mujer virtuosa

 


Mujer virtuosa

“Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba: Muchas mujeres hicieron el bien; más tú sobrepasas a todas. Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada. Dadle del fruto de sus manos, y alábenla en las puertas sus hechos”. Proverbios 31:28-31

Este día o en este mes, se está celebrando en todo el mundo el “día de las madres”, quizás se ha vuelto una fecha demasiado comercial y se ha perdido el propósito verdadero que es el de honrar a ese ser que nos dio la vida.

Para el Señor, las madres son tan importantes, que el profeta Isaías compara el amor de una madre con el cuidado de Dios y la confianza absoluta que tiene un niño que descansa en paz en los brazos amados. Como dice Isaías 66:12-13 “Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados. Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo”.

El amor de una madre es incomparable y sólo lo supera el amor que Dios tiene por nosotros, por eso, como mamás tenemos una responsabilidad muy grande, transmitir a nuestros hijos ese amor incondicional, sacrificial, dispuesto a todo, capaz de dar a su propio Hijo, para traer salvación al mundo.

Hoy es un día para reflexionar, como madres preguntémonos ¿qué estamos haciendo para que nuestros hijos conozcan a Dios? ¿Estamos siendo ejemplo y enseñándoles a amarlo? Recuerda que la mujer que teme a Jehová, será alabada.

Pero, también debe ser una exhortación como hijos, que hemos olvidado el valor y la honra que ellas merecen. Por eso, debemos entender que honrarla es estimarla, apreciarla, amarla, porque es digna de eso; lo contrario es quitarle el valor y tratarla como una persona común y corriente. La Biblia nos exhorta a honrar a nuestros padres y no es una sugerencia, ni una opción, es un mandamiento: Éxodo 20 :12 dice “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. Este versículo no dice: «hónrala si lo merece, si es una buena mamá o si sientes hacerlo», no, simplemente hazlo.

Hay una gran promesa en este versículo: largura de días y bendición, como dice Efesios 6:2-3 “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”. ¿Quién no anhela vivir muchos años y que le vaya bien en todo?

Entonces, es el momento de pedir perdón si le hemos fallado a nuestra madre y de expresarle nuestra gratitud por todo lo que ha hecho por nosotros, cuando lo hacemos, también estamos glorificando a nuestro Dios. Oración.

«Padre amado, hoy te doy gracias por mi madre, ese precioso tesoro que me diste, ayúdame a entender que la honra no es sólo al celebrar su día, sino que es para toda la vida, cuando la honro a ella, te honro a ti Padre celestial, reconozco que te he fallado al no estimarla, te pido perdón y enséñame a restituir el tiempo que me quede de vida, valorándola y amándola como se merece. En Cristo Jesús. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 9 de mayo de 2021

Volver al Padre

 


Volver al Padre

“Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse”. Lucas 15:24

“El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Lucas 15:31

En estos versículos vemos a dos hijos que no son muy diferentes, cada uno a su manera está distante de su padre. Uno que teniéndolo todo a su lado, decide reclamar su herencia, irse lejos, vivir bajo su criterio y sus propios recursos, hasta que los malgasta y llega a su ruina. Otro que siempre estando con el padre, con todo a su disposición, no disfruta de nada, es ingrato, celoso y amargado por lo que su padre le da a su hermano.

Algunos cristianos somos así, tenemos todo con nuestro Padre celestial, pero no queremos vivir bajo su amparo, gozando de todas las riquezas espirituales que nos da, sino que queremos ser independientes, haciendo lo contrario a su voluntad, viviendo en nuestra carne y en nuestros pensamientos.

Otros, quizás estamos de alguna manera con Dios, sirviendo de pronto en la iglesia, con todos los recursos espirituales a nuestro alcance, pero por estar viendo las fallas de otros o las bendiciones que Dios les da, no disfrutamos de lo que ya tenemos. No estamos viviendo en la plenitud de Cristo, deleitándonos en su Presencia, sino que estamos tan ocupados, en tantas cosas, que hemos dejado la prioridad de estar con Dios, hemos cambiado la comunión por el activismo, el legalismo y la religiosidad, esto nos hace perder nuestra identidad espiritual como hijos de Dios y nos lleva a vivir como mendigos.

En ambos casos debemos hacer un alto para volver verdaderamente a nuestro fiel Padre, que nunca cambia, que siempre está dispuesto y con sus brazos abiertos para recibirnos, amarnos, restaurarnos y vestirnos con las mejores galas. Para eso, debemos reconocer nuestro pecado por nuestras vidas desperdiciadas, siendo honestos al aceptar nuestros pecados que nos han impedido disfrutar de la comunión con Dios, recordar nuestra identidad en Cristo y en agradecimiento por todo lo que poseemos en Él.  Oración.

«Padre amado, perdóname si me he alejado de ti, si por querer vivir a mi antojo no me he cubierto bajo tu amparo y cuidado, o si aun estando contigo otras cosas han ocupado tu lugar y no me he deleitado en tu presencia, ni gozado de la plenitud en Cristo. Enséñame a ser agradecido y a disfrutar de todo lo que poseo en ti, esa identidad que me hace hijo y coheredero juntamente con Jesús. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 8 de mayo de 2021

El perfil de un vencedor

 

El perfil de un vencedor


“Más a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”. 2 corintios 2:14

“Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. 1 corintios 15:57

Los creyentes no demostramos un falso optimismo, nuestro espíritu vencedor es gracias a la victoria genuina que Jesucristo realizó sobre el pecado, y porque Él invadió el dominio de la muerte y le robó su aguijón. Podemos apropiarnos de ese triunfo logrado con su sacrificio y atestiguar a través de nuestra vida, cuando decimos: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. Romanos 8:2

Sabemos que la consumación final de su victoria sobre la muerte será en su Segunda Venida, cuando en los eventos futuros El Señor lleve a cabo su propósito final en esta tierra, sucesos que nosotros no podremos evitar porque son parte del plan de Dios, lo que podemos hacer es vivir firmes en la doctrina y activos en su obra, de tal manera que permanezcamos en Cristo. Estamos seguros que la voluntad de Dios para cada uno de nosotros será completada hasta el fin como dice Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.

Por eso no debemos rendirnos, ni dejar de creer en lo que Dios hará cuando veamos que las cosas no salen como esperábamos. La clave es apropiarnos de nuestro espíritu vencedor y enfrentar lo que está delante de nosotros, porque un triunfador en Cristo se niega a cansarse, continúa haciendo el bien, reconoce cuando es el tiempo, está comprometido en cosechar y no se deja desanimar por las circunstancias. (Gálatas 6:9)

Recordemos que el Gran Yo soy vive en nosotros y es el que nos da el poder para vencer. Cuando Él ocupe siempre el primer lugar en nuestra vida, desarrollaremos un carácter como el suyo, entendiendo que tiene todo bajo su soberanía y control. Llenémonos de su sabiduría, vivamos vidas bendecidas que influencien a aquellos que nos ven y nos escuchan. Caminemos en victoria porque Jesús ya ha vencido al mundo por nosotros.   Oración.

«Señor mi Dios, mi gran Yo Soy, hoy quiero vivir una vida bendecida, la buena vida que has planeado para mí, ayúdame a tener un espíritu vencedor, entendiendo que ya me entregaste tu victoria en la cruz sobre el pecado y la muerte. Quiero caminar contigo, fijando siempre mis ojos en ti para no cansarme ni rendirme porque ya venciste. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 7 de mayo de 2021

Llorad por vosotros mismos

 


Llorad por vosotros mismos

“Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco qué no se hará?” Lucas 23:27-31

“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo”. Joel 2:12-13

Cuando Jesús se dirigía a la cruz, les habló a las mujeres que estaban llorando por Él, les dijo que vendría un día donde sería mejor no traer hijos al mundo, refiriéndose a la época de la Tribulación y les pidió que no lloraran por Él sino por ellas mismas y por sus hijos. La pregunta es: ¿por qué les pidió eso?

Recordemos que ese día, una gran multitud de personas seguían a Jesús hasta el calvario: los sacerdotes y fariseos que lo aborrecían y querían su muerte, los soldados romanos endurecidos por tantas ejecuciones similares, la multitud que sobornada por los religiosos pedía su crucifixión y entre todos, las mujeres que estaban presenciando su agonía, cómo había sido desfigurado por las bofetadas, la corona de espinas y los crueles latigazos que le dieron. Cumpliéndose lo que dice Isaías 52:14 “Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres”.

Jesús les dijo eso, porque ese tipo de dolor y tristeza no conduce a una verdadera conversión, sentir pena por el sufrimiento de Cristo no es tan importante como llorar por nuestros pecados que hicieron que Él sufriera y muriera en la cruz. 2 corintios 7:10 nos dice: “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”.

La tristeza que ellas tenían era la del mundo y eso sólo es una emoción que no lleva al arrepentimiento, las verdaderas lágrimas son las que se producen por el dolor de nuestros pecados, que nos lleva al quebranto interior cuando tenemos conciencia de que le hemos fallado a Dios. Por eso, no tengamos lástima de Cristo, pues con amor y con gozo sufrió la cruz para salvarnos, lloremos por nosotros mismos, por nuestra nación, nuestra familia, nuestros hijos, nuestros amigos, porque estamos viviendo tiempos de oscuridad, de pecado, porque no hemos pensado en la salvación del alma por estar embebidos en los placeres de este mundo, porque hemos tomado todo tan a la ligera que nos olvidamos que la paga del pecado es la muerte eterna.

Lloremos por nosotros mismos que quizás habiendo conocido al Señor, nos hemos apartado teniendo por inmunda la sangre del pacto, como dice Hebreos 10:29 “¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”

Jesús se refiere a sí mismo cuando dice: “Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco qué no se hará?” Si a Él, siendo perfecto e inocente, lo trataron así, ¿qué pasará entonces con los que sí son culpables? Es tiempo de reconocer el sacrificio de Cristo, sentir un verdadero arrepentimiento por nuestros pecados con ayuno, lloro y lamento, para empezar a caminar en santidad y en la vida que Él ha prometido a los que le reciben como su Señor y Salvador.   Oración.

«Amado Jesús, tú no quieres recibir mi compasión por todo lo que sufriste en la cruz por mí, lo único que quieres es recibir mi fe en ti, que reconozca que he pecado al querer vivir la vida a mi manera. Me arrepiento de corazón y te pido que me perdones mi Señor, siento tristeza por haber estado separado de tu Presencia, ayúdame a caminar en santidad y a vivir conforme a tu voluntad. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 6 de mayo de 2021

Jesucristo nuestra satisfacción

 


Jesucristo nuestra satisfacción

“Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos”. Números 11:4-6

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Juan 6:51

El ser humano, por naturaleza, siempre está insatisfecho y cada día desea más. Cuando nuestra atención no está en las cosas que tenemos sino en las que no tenemos, sentimos insatisfacción. Esto le sucedió al pueblo de Israel cuando se mezcló con extranjeros y perdieron el enfoque en el Dios poderoso que los había sacado de Egipto y que los estaba sosteniendo sobrenaturalmente, en su travesía hacia la tierra prometida. Parecían haber olvidado lo que ya había hecho y lo que seguía haciendo por ellos, al transformarlos en una nación y al darles una nueva tierra.

Volvieron a mirar hacia atrás, a desear los manjares egipcios, se olvidaron que el peso de la esclavitud egipcia era el precio que pagaron por comer esa comida, fruto de un duro trabajo. Las verduras y el pescado se volvieron más importantes que volver a ser esclavos.

Es increíble que cada mañana los israelitas presenciaban el milagro de la provisión de Dios, un alimento blanco que caía del cielo, pero aun así estaban insatisfechos, dejaban de confiar en el cuidado divino y preferían volver a la esclavitud en vez de mirar hacia delante, a la tierra prometida. Demostrando una y otra vez rebeldía y falta de fe en el plan que Dios tenía para ellos y que los hizo vagar tanto tiempo por el desierto. No apreciaban que, aunque todavía no estaban en ese lugar, eran libres y la Presencia de Dios estaba con ellos día y noche.

Qué tristeza sentir nostalgia por lo que éramos antes de conocer a Cristo y no disponernos para dejarnos tratar por Dios, para disfrutar de la vida abundante que Él nos ofrece, así como el pueblo de Israel que tuvo que pasar por un desierto para alcanzar la tierra prometida; pasar por este proceso, puede traer a nuestra vida momentos de soledad, escasez, angustia, frustración, insatisfacción, pero ese tiempo que permanezcamos allí depende sólo de nosotros. En la medida que seamos agradecidos con Dios, valorando todas las bendiciones que nos da, de la manera en que acrecentamos nuestra fe y entendamos sus propósitos, Él nos impulsará y hará avanzar hacia esa eternidad prometida.

Hoy podemos preguntarnos: ¿estamos agradecidos con Dios por todo lo que nos ha dado y hecho por nosotros, o si nuestros pensamientos están en cosas terrenales que anhelamos? ¿Sentimos que con Dios no tenemos todo lo que queremos y estamos insatisfechos? Cuando perdemos el enfoque, nos centramos en las circunstancias y estamos tan absortos en lo mundano, que no vemos obrar a Dios en nuestra realidad presente y empezamos a quejarnos perdiendo así de vista la eternidad. Oración.

«Amado Dios, hoy quiero darte gracias y valorar todo lo que has hecho por mí, y lo que me has dado; no mirar hacia atrás, porque no es mi pasado de esclavitud el que me llevará al cielo, a una eternidad contigo, sino la extraordinaria provisión tuya, Jesucristo, que es mi maná, el pan de vida que descendió del cielo para satisfacer totalmente mi necesidad espiritual y darme la vida eterna. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 5 de mayo de 2021

Dios nos marca el camino

 

Dios nos marca el camino


“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”. Josué 1:8-9

“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti”. Salmo 32:8-9

A veces pensamos que la prosperidad y el éxito en nuestras vidas provienen de tener dinero, poder, buenos contactos personales y por supuesto, de un gran deseo de alcanzar grandes cosas. La estrategia de Dios para que alcancemos éxito dista de todo esto y contradicen todo lo que la filosofía de este mundo plantea.

Lo que Dios le enseñó a Josué para que fuera próspero era que tenía que ser fuerte y valiente, para vencer las adversidades porque el desafío al que se enfrentaba no era nada fácil, tenía que ser obediente a la Ley de Dios, leer, estudiar y meditar constantemente su Palabra, porque su triunfo se basaría en la opinión de Dios y no en las normas de este mundo. Los pensamientos del Señor debían gobernar su vida.

Es lo mismo para nosotros, cualesquiera que sean los asuntos de este mundo no deben ser las directrices que guíen nuestra vida cristiana, porque, así como a Josué, Dios nos ha llamado y comisionado para conquistar esta tierra dominada por las tinieblas. Nos guiará por el mejor sendero, nos aconsejará y velará por nosotros, por eso dice: “te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.”

Sólo la Palabra de Dios debe influenciar positivamente nuestras vidas. Debemos descansar en la fuerza y la sabiduría divinas y no en las nuestras. La continua Presencia de Dios cuando oramos y meditamos en sus preceptos, nos dará el valor para enfrentarnos a lo que venga. Conocer sus promesas nos libra del temor y el desaliento porque sabemos que Jesús está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. La promesa del Señor sigue intacta: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días” (Mateo 28:20b).

Sin Él no tendremos éxito, Él siempre nos guiará, solo debemos disponernos y no ser tercos como el mulo sin entendimiento que necesita freno y una brida para mantenerse controlado.   Oración.

«Señor, hoy quiero obedecer y aferrarme a tu Palabra para caminar en este mundo, sé que me enfrentaré a adversidades, pero contigo a mi lado, podré superarlas, porque te tengo a ti que me miras, me das instrucciones y consejos para avanzar. Nada ni nadie puede escapar de tu dominio, por eso le haré frente a todo desafío, porque mi presente y mi futuro están en tus manos. Enséñame a amar más tu Palabra. En Cristo Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 4 de mayo de 2021

ANDAMOS POR FE, NO POR VISTA

 

ANDAMOS POR FE, NO POR VISTA


"no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.", 2 Corintios 4:18

"Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.", Romanos 8:24-25

En la historia de Noé, de Abraham, de Moisés y de muchos hombres usados por Dios en sus propósitos, hay una característica particular que debemos aprender: Ellos confiaron en Dios, acerca de cosas que aún no habían sido vistas.

Dios les declaró las cosas que habían de suceder, aunque en ese tiempo, todo a su alrededor, es decir lo que podían mirar, dijera lo contrario. En el tiempo de Noé, se burlaban de él, no creyeron en su testimonio para salvación de su vida.

Abraham confió en que recibiría una tierra prometida y una descendencia numerosa, obedeció para salir al lugar que había de recibir por herencia; y salió sin saber a dónde iba, aunque era imposible que a su edad su esposa tuviera un hijo, él confío en esa promesa, y a su tiempo fue hecha realidad. (hebreos 11:7).

Por la fe obedecemos cosas que incluso no vemos, pero que tenemos la certeza que van a llegar, que indefectiblemente se cumplirán. Estas cosas que están escritas en la Palabra de Dios son las que debemos obedecer, aunque las circunstancias externas muestren lo contrario, pues son más reales que la vida misma, por eso aguardamos con paciencia, su cumplimiento.

Aprendamos de estos hombres de fe que confiaron en Dios, que no podían mirar la promesa, pero a su tiempo la recibieron. Si confiamos en sus promesas invisibles, en el eterno poder del Señor, seremos usados para impactar a toda nuestra familia, nuestra nación y este mundo.   Oración.

"Señor, tus promesas me guardan, me dan una esperanza que no defrauda, que se cumplirá en su tiempo exacto, pues tú tienes en tu mano el control de mi vida. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 3 de mayo de 2021

Dios no desprecia el corazón contrito y humillado

 


Dios no desprecia el corazón contrito y humillado

“Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador”. Lucas 18:10-13

“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. Salmo 51:17

Cuánto anhelamos que Dios conceda nuestras peticiones y nos dé conforme al deseo de nuestro corazón, como dice el Salmo 20:4 “Te dé conforme al deseo de tu corazón, y cumpla todo tu consejo”. Es lo mejor que podemos desear para nosotros y para los demás. Pero Dios no mira lo que miramos nosotros, Dios mira lo profundo del corazón y si este es egoísta, arrogante, duro y rebelde, es poco probable que escuche nuestras oraciones.

Hoy vemos a dos hombres que se acercan a la presencia de Dios de maneras muy distintas. Y podríamos preguntarnos como dice el salmista: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?” (Salmo 24:3), ¿cuál de los dos entró realmente a su presencia? La respuesta la da la Palabra de Dios en el mismo Salmo verso 4 “El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño”.

Solo entran en intimidad con Dios: aquellos que reconocen su maldad, piden perdón y purifican su corazón, aquellos que son humildes y saben que necesitan de Él, aquellos que lo buscan en lo íntimo y permanecen en su Palabra, aquellos que no oran para sí mismos como el fariseo, sino que derraman su corazón delante del Señor; como dice el Salmo 34:18 “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu”.

Los deseos de nuestro corazón deben estar sujetos a la voluntad de Dios en su Palabra para poder recibir respuesta a nuestra petición, como dice Juan 15:7: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Es tiempo de reflexionar y ver si nuestros anhelos siguen la corriente de este mundo egoísta o siguen lo que el Señor dice en su Palabra.

Orar en el Espíritu es tener el mismo sentir de Dios, es tener sus pensamientos en nuestra mente y las intenciones de su corazón en nosotros que nos lleven a buscar la gloria de Dios en todo lo que anhelamos. Debemos pedirle que nuestros deseos estén alineados con los de Él.    Oración.

«Padre amado deseo entrar en lo secreto, en la intimidad de tu presencia y pedirte que mires mi corazón para que me muestres si al acercarme a ti lo estoy haciendo con egoísmo, orgullo y dureza. Quiero que coloques en mí un espíritu recto, un corazón contrito, puro y humillado que anhele los deseos de tu corazón y que pida conforme a tu Palabra, solo quiero hacer tu voluntad y ver tu gloria. En el Nombre de Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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