De gracia recibimos, demos de gracia
“Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que
quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue
presentado uno que le debía diez mil talentos. A éste, como no pudo pagar,
ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que
se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo:
Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo,
movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel
siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de
él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.” Mateo 18:23-28
Este pasaje principal nos muestra la incoherencia espiritual
que muchos de los creyentes vivimos hoy en día, pues aun cuando hemos recibido
y conocido la misericordia del Señor, no tratamos a otros conforme a ella sino
que queremos que sobre ellos caiga toda la justicia de Dios (Mateo 18:29-30).
Bien lo dijo el Señor en el versículo 26, suplicamos que tengan misericordia de
nosotros, de nuestros seres amados, pero también suplicamos y exigimos al Señor
que recaiga toda la justicia Divina sobre aquellos que nos lastiman, que nos
desprecian, que según nosotros “no se lo merecen”, como lo vemos expresado en
Juan y Jacobo en el evangelio de Lucas 9:54b, quienes al ir a Samaria a
preparar lugar para Jesús y ver que no le recibieron sino que le rechazaron, le
manifestaron: “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como
hizo Elías, y los consuma?”
El conocer de Dios, Su amor inagotable y Su súper abundante
gracia, debería llevarnos a expresar a otros la misericordia, amor y gracia de
Dios que hemos recibido, pero lastimosamente nos hemos dejado cegar por el
orgullo y creemos que tenemos la capacidad y autoridad de elegir quiénes
merecen algo de parte del Señor y quiénes no.
Reflexionemos, ¿será que muchos de los no creyentes hoy en
día no se acercan a Dios por causa de nosotros, por nuestra falta de amor, de
perdón, de misericordia? como bien lo dijo Jesús a los fariseos de su tiempo,
tú y yo con nuestro comportamiento y falta de amor quizás estamos atando cargas
pesadas y difíciles de llevar a otros, y no entramos nosotros ni dejamos entrar
a otros al reino de los cielos (Mateo 23:4,13)
Hermanos, es tiempo de recordar lo que el Señor ha hecho en
nosotros y de darle a todos, sin importar quienes sean, lo mismo que el Señor
nos ha dado, pues como el Señor lo manifestó en Lucas 9:56a “porque el Hijo del
Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para
salvarlas.”, tú y yo tenemos el mismo encargo de llevar a otros a que conozcan
que sólo en Cristo hay salvación, así que basta ya de elegir a quién se merece
o no el amor, perdón, misericordia y gracia del Señor, pues nuestra misión es
llevar todo ésto al mundo en general. Oración.
«Padre, perdóname si no he sido el testimonio que debería ser
para aquellos que aún no te conocen. Espíritu Santo, ayúdame a reflejar a
Cristo en cada aspecto de mi vida y a dar a otros de gracia lo que por la
gracia de Jesucristo he recibido. Amén.
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