martes, 2 de septiembre de 2025

Amarnos a nosotros mismos

 


Amarnos a nosotros mismos

 “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?” Lucas 9:24-25

“El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” Juan 12:25

Contrario a lo que nuestra mente puede pensar y de hecho a lo que el mundo promueve, en el Reino de los Cielos, el amarnos a nosotros mismos no se trata de preservar, amar o cuidar nuestra vida natural; esta vida natural que es la vida del alma (pensamientos, emociones y voluntad), el Señor nos llama a perderla por su causa, pues según su Palabra en Lucas 9:24-25, todo el que quiera salvar esta vida finalmente la perderá, porque “¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?”

Hermano, cuando nosotros seguimos tras nuestros propios pensamientos, emociones y voluntad, vamos a terminar perdidos, flagelados y destruidos, puesto que naturalmente por el pecado que heredamos de Adán, nuestros pensamientos se encuentran entenebrecidos (Efesios 4:18), nuestras emociones desequilibradas (Santiago 3:14,16) y nuestra voluntad o nuestros deseos desordenados (Gálatas 5:16-17), de modo que, es por este motivo que el Señor nos llama a perder o aborrecer esta vida. Y entonces, ¿cómo amarnos a nosotros mismos?

Pues bien, la Palabra de Dios nos revela que cada persona que cree en el Hijo de Dios, Jesucristo, tiene vida eterna (1 Juan 5:10-11); esta vida que se nos ha concedido por gracia por medio de la fe, es una vida espiritual, es vida eterna, en el griego: vida “Zoé”, y es por supuesto una vida superior a la natural, es en otras palabras, la vida de Cristo en nosotros (Juan 14:16-17, 20). De modo que, la gran respuesta a esta importante pregunta es: nos amamos a nosotros mismos cuando vivimos, andamos o caminamos en esta nueva vida, “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.” Romanos 8:6.

Hermanos, renunciar a nuestros propios pensamientos, emociones y voluntad, y en lugar de ello, anhelar y tomar el pensar, el sentir y el hacer de Cristo revelado en su Palabra por medio de su Espíritu que en nosotros mora, es la manera más sabia y acertada de manifestarnos amor propio, pues sólo Él en su Soberanía y perfección puede darnos el gozo, la paz, plenitud y abundancia que tanto anhelamos y necesitamos (Juan 10:10).   Oración.

«Padre, gracias porque en tu infinito y auténtico amor, por medio de Jesucristo, me has concedido una nueva vida, la vida espiritual, la vida de Cristo a través de tu Espíritu; hoy entendiendo esta gran verdad y apreciando este gran tesoro, te pido que me concedas la gracia de cada día negarme a mí mismo para andar y disfrutar de esta nueva vida espiritual, amén.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Tres cruces

 


Tres cruces

“Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;”, Romanos 6:5

“sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”, Romanos 6:6

Dos cruces justas, pero una cruz injusta, el inocente estaba pagando por el culpable, podemos preguntarnos con qué cruz nos identificamos. Los que creímos, estamos en la cruz del medio, juntamente con él hemos sido crucificados. Pero la recompensa es inmensa, también hemos resucitado junto con el que murió.

En otra cruz, uno que antes de morir miró a Jesús y pidió misericordia al único que podía concederla, entonces recibió una promesa impactante “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23:43)

Espiritualmente este hombre fue llevado a la cruz de en medio, a la de Cristo, para que al ser crucificado juntamente con él, pudiera gozar de la vida eterna y estar ese mismo día en el paraíso.

Todos los que creemos en Cristo, fuimos unidos a su muerte y a su resurrección, plantados en él, unidos a él.

Pero también diariamente tenemos que ir nuevamente a la cruz, porque hay un enemigo que no es externo, es interno, que sigue en nosotros, la vieja creación, el viejo Adán. Y hay una guerra para que la vieja creación mengüe y Cristo crezca.

No es con nuestro esfuerzo, es una victoria ya consumada que debe ser notificada al alma para que esta manifieste la nueva vida, que es Cristo mismo. Solo la cruz diaria, al crucificar nuestras pasiones, deseos, pensamientos y sometiendo mi voluntad a la voluntad del Espíritu, permite que la naturaleza que domine y crezca sea la nueva naturaleza.

El hombre natural, no conoce el amor, es un atributo de Cristo. Pero si Cristo crece en mí, crece el amor, crece la obediencia. Es transmitido al alma lo que ocurre en el espíritu en unión con el Espíritu, pero la clave está en la cruz. (Lucas 9:23, Lucas 14:26)

Oración.

«Padre, ésta fue la manera en que nos amaste, enviando a tu Hijo amado a la cruz, para que juntamente con él nosotros también fuéramos a la cruz, y así mismo en la semejanza de su resurrección fuésemos colocados. Cristo en ti Padre, nosotros en él, unidos en todo, para que en todo seas glorificado, en el poder de tu Santo Espíritu, amén.

domingo, 31 de agosto de 2025

El velo

 


El velo

“Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.”, 2 Corintios 3:15-16

“Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”, 2 Corintios 3:16-18

Muchos leen las escrituras y hablan de Jesús, pero no les ha sido revelado realmente; es como hablar de alguien que está lejano, de un familiar o un amigo cercano, hablando de algunas experiencias que otros le cuentan, incluso de manera detallada. Pero no hay un conocimiento de la persona; cuando la biblia habla de conocimiento, se usa la misma palabra que es para un encuentro íntimo entre una pareja, por ejemplo en Mateo 1:25: “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.”

Hemos reflexionado que la función del Espíritu santo es «quitar el velo» para que podamos ver la realidad de quiénes somos en Cristo y cuál es la obra completa que Él ha hecho en nosotros: “Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Juan 16:14)

Lo anterior significa, que la Biblia da testimonio de Cristo, pero sólo el Espíritu nos puede revelar este conocimiento, que no es un conocimiento intelectual sino una experiencia viva de la Palabra de Dios en nosotros: Cristo mismo en cada creyente. Una unión íntima. Una vida en nosotros, que lo cambia todo, lo redime todo y lo transforma todo.

Necesitamos por tanto crecer en el conocimiento de Cristo, en esta gracia que se nos ha dado por fe. Por lo tanto, todos nosotros, quienes hemos sido unidos a Cristo, a la vid verdadera, tomamos de su sustancia y nos ha sido quitado el velo, entonces podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, por medio de su Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen. (2 Corintios 3:18, 2 Pedro 3:18).

Así que no basta solo con saber que Jesús murió por nosotros; también debemos comprender y experimentar que nosotros morimos con Él. Debido a que morimos y resucitamos con Él, el poder del pecado sobre nosotros ya no tiene señorío. Y nuestra vida ha sido transformada plenamente y completamente.   Oración.

«Padre, que se caigan de mis ojos espirituales las escamas que no me dejan ver la gloriosa presencia de tu Hijo en mí, que pueda conocer y entender plenamente que yo morí y ahora mi vida está en Cristo, donde también he resucitado para vida nueva. Amén.

sábado, 30 de agosto de 2025

Anunciando la vida que nos habita

 


Anunciando la vida que nos habita

“Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.”, 1 Corintios 1:21

“más ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?”, Gálatas 4:9

Todo el mundo habla de Jesús, pero solo pueden manifestar su vida los que lo conocen, que han sido primero amados y conocidos por Él. (Gálatas 4:9)

El evangelio se expresa en obras y en la Palabra, que es Cristo como la Palabra, expresándose a través de nosotros, no que seamos nosotros comunicando un mensaje intelectual o hablando de nosotros mismos, sino que es Cristo dándose a conocer a través de nosotros.

Por lo tanto, la iglesia no es una entidad que habla de Cristo, es el cuerpo de Cristo, manifestando su sentir, su pensamiento y su actuar. Los únicos que pueden expresar la vida de Cristo, somos los que formamos parte de Él.

El propósito del evangelio se cumple, cuando Cristo es formado en nosotros y Cristo en nosotros da testimonio de la verdad, que es él mismo. Cristo como la cabeza y nosotros el cuerpo, damos testimonio viviente de la plenitud de aquel que lo llena todo en todos. (Efesios 1:22-23)

Entonces la predicación del evangelio para salvación de los oyentes que creen, no es un evento o una reunión, sino una expresión constante donde todo el tiempo manifestamos a Cristo, sea en el trabajo o en nuestra familia “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16). Es una necesidad que sale orgánicamente de nuestro interior, porque es Cristo mismo queriendo que todos sean salvos y que lleguen al conocimiento de la verdad, como dice 1 Timoteo 2:4 “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.”, y la verdad no es una filosofía, ni una religión, tampoco algo sino alguien. Cristo mismo.

Entonces, no anunciamos algo, sino a alguien que nos habita. Si el que escucha cree en él, en la persona misma que mora en nosotros y del cual damos testimonio con palabras y con hechos, entonces los demás creerán para salvación y serán sellados con el Espíritu Santo: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,” (Efesios 1:13).

Abogados, ingenieros, médicos, deportistas, técnicos, amas de casa o la profesión que sea, tienen un pasaporte para ir a donde conviven y predicar el evangelio en esos lugares, manifestando a Cristo mismo en sus vidas. El Cristo resucitado expresado en todo lo que hacemos: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” (Colosenses 3:17)    Oración.

«Padre, que en todo lugar y en todo lo que hago, sea Cristo en mi revelándose a otros, amando, enseñando y trayendo su paz por medio de nuestros actos, y que cuando hablemos no seamos nosotros, sino Cristo hablando de la salvación que el Padre proveyó en él. Amén.

viernes, 29 de agosto de 2025

El Espíritu Santo glorifica a Cristo en nosotros

 


El Espíritu Santo glorifica a Cristo en nosotros

“Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.” Juan 16:14

“y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.”, Colosenses 2:10

“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”, Romanos 8:9

Para que la vida de Cristo sea manifestada en nosotros plenamente, hemos visto que la «sustancia del Hijo» que habita en el creyente no es una mera imitación de Jesús, sino la expresión de su propia naturaleza y carácter. La vida espiritual es la vida de Cristo manifestándose, pero el actuar del Espíritu Santo con el que hemos sido sellados es determinante.

El papel del Espíritu Santo es revelar a Cristo:

El Espíritu Santo no está primariamente para darnos poder para hacer obras por nuestra cuenta, sino para darnos a conocer la vida que ya portamos en Cristo. Su función es «quitar el velo» para que podamos ver la realidad de quiénes somos en Cristo y cuál es la obra completa que Él ha hecho en nosotros: “Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Juan 16:14)

En este sentido, la oración, la adoración y el servicio no son actividades del ego para impresionar a Dios, sino expresiones que provienen de la vida de Cristo en nosotros y que se hacen en el poder y la guía del Espíritu, no en nuestra carne. (Efesios 6:18-20 )

Entonces, la importancia de la rendición y la identidad en Cristo es clave, a través de la «negación de sí mismo», que es el reconocimiento de que el «yo» no puede hacer nada. Es una rendición constante, diaria, a la soberanía de Dios y a la suficiencia de Cristo. (Lucas 9:23, 2 Corintios 3:5-7)

Por lo tanto, el efecto de la obra del Espíritu en nosotros, es el impacto directo en nuestra verdadera identidad, la cual no se basa en lo que sentimos o en nuestras circunstancias, sino en lo que Dios dice que somos: «Estamos completos en Él» (Colosenses 2:10). Esta realidad interna es la que se proyecta hacia el mundo.

En conclusión, lo anterior es una contundente defensa de la suficiencia de Cristo que manifiesta su vida en nosotros los creyentes, en su cuerpo, en el que hemos sido colocados.

Todos los argumentos bíblicos anteriores, coinciden plenamente con la idea de que no es el ego quien decide vivir en el Espíritu, sino que es la acción de la vida de Cristo en nosotros, que se vuelve evidente en la medida en que el «yo» mengua y se rinde a la obra de la cruz.

Hermanos, es un llamado a dejar de lado los esfuerzos humanos y a reposar en la obra completa de Dios en Cristo. El verdadero reposo espiritual del creyente en Cristo Jesús (Hebreos 4:8-11), porque como dice Romanos 9:16 “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.   Oración.

«Padre, que tu Espíritu me recuerde cada día, en cada experiencia, que ya no se trata de mí, sino de Cristo en mí, que no hago nada por mí mismo, sino que al ser guiado por tu Espíritu, hago la voluntad del Padre, para gloria de su nombre, amén.

jueves, 28 de agosto de 2025

Necesitamos verlo espiritualmente

 


Necesitamos verlo espiritualmente

“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida”, 1 Juan 1:1

“(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.”, 1 Juan 1:2-4

Esta historia real, nos enseña también una verdad espiritual: necesitamos oír, ver, palpar, experimentar con nuestros sentidos espirituales lo que Dios quiere que conozcamos, respecto a su Hijo, a Jesús. Para que al experimentar por medio de la fe, podamos disfrutar del gozo y plenitud de su presencia.

No nos podemos quedar como oyentes de una historia, sino, tener una experiencia real con Dios. Pero, ¿qué fue lo que oyeron, vieron, contemplaron y palparon los apóstoles con respecto al Hijo de Dios que se encarnó?

La vida misma de su Hijo, el Padre la manifestó colocándola en nuestro espíritu. La trajo al lugar santísimo de nuestro tabernáculo interior, uniéndonos a su Hijo. (1 Juan 1:2).

Esta vida de la que ellos dan testimonio, ahora se manifiesta en cada uno de nosotros, ellos a la verdad la vieron físicamente, pero solo hasta que la vieron espiritualmente, cuando recibieron al Espíritu Santo, pudieron entender verdaderamente y ser testigos al tocar, percibir y tener esa vida en ellos, entonces les fue quitado el velo.

Necesitamos ver espiritualmente, si lo experimentamos nunca nuestra vida va a ser igual, porque esa realidad manifestada en nosotros es transformadora. Los que vieron esa realidad dieron su vida por lo que les fue revelado; nos corresponde entonces, tomar nuestra cruz y seguirle para que esa vida se manifieste plenamente.

Entonces, ¿Qué fue lo que vieron ellos, que tenemos que ver nosotros?, una vida en nosotros, la vida de Cristo que se debe expresar plenamente para que nuestro gozo sea completo.  Oración.

«Padre, la vida de Cristo en mí la colocaste para que al manifestarse por medio de mí, esa verdadera vida sea para gloria de tu nombre, y todo el fruto de tu Espíritu evidencie que me has trasladado de la oscuridad a la luz verdadera. Amén.

miércoles, 27 de agosto de 2025

Ahora mis ojos te ven

 


Ahora mis ojos te ven

 “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.”, Job 42:5

“y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.”, Romanos 8:23-25

“porque por fe andamos, no por vista; ”, 2 Corintios 5:7

A Job siendo un hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, le pasaron cosas terribles, insoportables para cualquiera de nosotros.

El diablo piensa que Job, se comporta así porque Dios le bendice, pero si Dios permite la calamidad, entonces Job se apartará y blasfema contra Dios. (Job 1:10–11 )

Sin embargo, luego de recibir las terribles noticias de calamidades sobre su familia, Job no pecó ni atribuyó a Dios despropósito alguno. (Job 1:21-22)

Cuando Dios responde a Job ante su clamor, le da a entender acerca de su gran poder, soberanía y grandeza, pero increpa su necedad: “¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?” (Job 40:8)

Job tiene un encuentro con Dios y luego de escucharlo, declara que antes había oído de Él, pero ahora sus ojos lo ven.

Jesús dice que “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18). ¿Cómo pudo entonces Job ver a Dios? No hay otra manera de ver a Dios, sino es por el Hijo.

Pero cuando la escritura habla de “ver” no se trata de nuestros ojos físicos. Se trata de mirar con los ojos de la fe.

En mi testimonio personal, antes no entendía, porque trataba de entender las cosas de Dios con mi mente natural y así, es imposible, quería mirar con mis ojos naturales y quería sentir a Dios con mis emociones. Qué equivocado estaba. Dios es Espíritu y los que lo adoramos, en espíritu y verdad es su voluntad que le adoremos. (1 Corintios 2:14, Juan 4:23-24)

Por tanto, pidamos a Dios, poder verlo con los ojos de la fe, tener un encuentro íntimo con nuestro Salvador; Cristo que nos revela al Padre: “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.” (Mateo 11:27)   Oración.

«Cristo Jesús, gracias porque abriste mis ojos espirituales para ver al Padre, para entender que soy creado para gloria y alabanza de su nombre, que ahora pueda cada vez más conocer toda la riqueza de este llamado y de esta salvación tan grande que me ha sido otorgada por medio de la fe, en el poder de tu Espíritu que actúa en mí. Amén

martes, 26 de agosto de 2025

La acción constante del Espíritu en nosotros

 


La acción constante del Espíritu en nosotros

“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.”, Romanos 8:16

“Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.”, 1 Corintios 6:17

Hay un poder, el mismo que operó en Cristo levantándole de los muertos; una persona puesta en nosotros, que nos lleva a que Cristo crezca en nosotros: su Espíritu Santo.

Su accionar en nosotros es dinámico y vital, en unión íntima con nuestro espíritu hace que Cristo emerja. El Espíritu forma a Cristo en nosotros. (Juan 16:14)

Podemos entender lo que es esta acción esencial, dinámica y mutua, entre mi espíritu y el Santo Espíritu de Dios, de la siguiente manera:

Una unión esencial de vida, pues fuimos unidos al Espíritu, sellados con él, esto nos trajo la vida de Cristo en nosotros (1 Corintios 6:17, 1 Juan 5:12),

Una interacción viva o dinámica, pues el Espíritu nos revela, nos abre el entendimiento trayendo la verdad de Dios a nosotros, cada dia nos recuerda que somos hijos del Padre (Romanos 8:16) ,

Una participación mutua que determina una unión orgánica o vital, pues es una vida completa en nosotros, que respira espiritualmente, que piensa con la mente de Cristo, que expresa el sentir de Cristo, es una vida que nos habita; esto es comunión íntima (2 Corintios 13:14)

En esta nueva naturaleza opera esta acción dinámica, vital e íntima, de manera constante; no es algo pasivo en nosotros, es alguien que nos ayuda en nuestras debilidades, que aboga por nosotros, pero que nos trae la eternidad, el cielo aquí en el presente, para que podamos participar de la naturaleza divina de Cristo.

Esto solo es posible si andamos en él, en el Espíritu, negándonos a nosotros mismos cada día, hasta que por esta acción dinámica suceda que nuestros sentidos espirituales crezcan y se ejerciten, se vuelvan cada vez más sensibles para percibir esta nueva realidad eterna operando hasta que Cristo sea formado plenamente en nosotros. (Hebreos 5:14, Gálatas 4:19)     Oración.

«Padre, tu Espíritu en mí me revela el conocimiento de Cristo y me permite ver lo que antes no podía mirar ni entender con mi mente natural. Gracias Señor porque esto no lo merezco, pero tu amor me guía a glorificarte y darte toda mi vida en servicio, para que obres por medio de mí. Amén.

lunes, 25 de agosto de 2025

La verdadera adoración al Padre

 


La verdadera adoración al Padre

“Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” Juan 4:23-24

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; ” 2 Pedro 1:3-4

La adoración es obediencia, pero la carne no puede obedecer, el alma por sí misma tampoco.

Es solo por el accionar dinámico del Espíritu Santo, en unión íntima con mi espíritu, que puedo adorar al Padre.

Esta es la verdadera adoración, que Cristo, que es el único capaz de obedecer y el que obedeció completamente al Padre, ahora se exprese colocando en mí el querer como el hacer por su buena voluntad. (Filipenses 2:13)

Cristo solo quiere hacer la voluntad del Padre, entonces cuando voy a la cruz cada día y me niego a mí mismo, me despojo del viejo hombre, emerge de manera natural y espontánea “Cristo en mí”. La nueva naturaleza divina.

No soy yo tratando de hacer como Cristo, ni de servir a Dios en mi fuerza; Dios no necesita nuestro servicio de esa manera, sino a su manera, que es Él actuando en nosotros; nosotros somos instrumentos donde Él obra; porque si no es Dios el que edifica, en vano construyen los edificadores. (Salmos 127:1, Hechos 17:23-25, Hechos 9:15).

Por esta razón, el Señor Jesús, increpa a los que le dicen “Señor, Señor”, pero no hacen la voluntad de su Padre, ya que solo en el Hijo, podemos hacer su voluntad, porque el único que hace la voluntad del Padre es el Hijo. Su manifestación en nosotros para su gloria, es la voluntad de Dios. (Mateo 7:21-23)

Miremos que los descritos en el anterior pasaje de Mateo, servían en el nombre de Jesús, pero Cristo no los conocía; entonces, nos debe ser revelada esa vida, que da vida a nuestro espíritu. Hermanos, es el Hijo quien nos revela al Padre y así podemos adorarle en espíritu y verdad (Mateo 11:27)

Solo en la nueva naturaleza divina, de la cual somos partícipes por medio de sus preciosas promesas, es que puedo expresar o manifestar la vida eterna. Cristo en mí, la esperanza de gloria y con él todas las cosas, pues todas las promesas en él se cumplen en nosotros. (2 Pedro 1:3-4, 2 Corintios 1:20)   Oración.

«Padre, sé que el conocimiento de Cristo en mí es extraordinario, pero incomprensible en nuestra propia mente, te ruego nos ilumines, para que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, para gloria de tu santo nombre, amén.

domingo, 24 de agosto de 2025

¿Dónde está la guerra?

 


¿Dónde está la guerra?

“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. “Lucas 9:23.

“llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.”, 2 Corintios 4:10.

Entonces, ¿Dónde está la guerra?

La guerra es contra la carne y es en el alma (pensamientos, emociones y voluntad); si me niego a los deseos carnales y acepto por la fe la verdad eterna de Cristo en mí, esto es, su revelación por el Espíritu en comunión con mi espíritu, entonces la naturaleza predominante será la de Cristo en mí.

Cuando crece Cristo, crece todo lo que él es, su amor, paz, gozo y todo el fruto. Su carácter crece en mí, como evidencia del fruto.

Cristo actuando a través de nosotros es nuestra victoria, por esto el apóstol Pablo, declara que él ya no vive, sino que es Cristo el que vive en él, y que lo que ahora vive, en este plano natural, lo vive por la fe en ese Cristo vivo en nosotros, que le ha dado vida a nuestro espíritu por su Espíritu Santo. (Gálatas 2:20)

Como el pecado entró en el mundo por un hombre, Adán, la carne sigue estando en nosotros, tratando de seducir al alma y al cuerpo para expresar el viejo hombre, está queriendo emerger, gobernar sobre el espíritu. (1 Pedro 2:11). El alma va a expresar la naturaleza que más se le de alimento.

La pregunta contundente es, ¿cómo hacemos para que la vida de Cristo sea la predominante? y ¿cómo hacemos para que emerja y sea la que se exprese, crezca, se fortalezca, se reafirme y se evidencie el fruto?

Solo hay una respuesta: la cruz. Sí, la misma que nos trajo de la oscuridad a la luz, es la única que puede hacer división entre el hombre natural o adámico y el hombre espiritual en Cristo; divide muerte de vida, Jesús lo dice contundentemente: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.”(Lucas 9:23).

Llevamos por tanto la muerte de Cristo en nosotros, negándonos a nosotros mismos cada día, no confiando en nosotros mismos, para que la vida de Cristo se manifieste plenamente.

Qué hermoso el siguiente pasaje que revela esta verdad de ir a la cruz cada día, de negarnos a nosotros mismos, para que se exprese plenamente Cristo: “llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.”, 2 Corintios 4:10.  Oración.

«Padre, tú me has dado vida verdadera, porque sólo en Cristo hay verdadera vida, me has dado vida espiritual, y para que esta vida emerja me guías a negarme a mí mismo, a no dejar la confianza y esperanza en mis capacidades o en mi propia justicia, sino mejor solo en Cristo, para gloria de tu nombre, amén.

sábado, 23 de agosto de 2025

Vida a mi espíritu

 


Vida a mi espíritu

“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.”, Romanos 8:16

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.”, Efesios 2:1

Lo primero que debemos saber, es que todos nosotros estábamos muertos espiritualmente, heredamos la muerte espiritual de Adán, y por este hecho vivíamos en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, siguiendo la corriente de este mundo guiados por el maligno. (Efesios 2:1-4)

Heredamos una naturaleza caída, que se expresa en:

Pensamientos oscurecidos: No distinguimos entre el bien y el mal, o fijamos nuestro concepto de bien y mal, justificamos el pecado con argumentos aparentemente lógicos, e interpretamos mal las escrituras. (Mateo 22:29, Efesios 4:18, 1 Corintios 2:14)

Deseos desordenados o concupiscencia. (Efesios 2:3, Santiago 1:14-15)

Emociones distorsionadas: (Proverbios 29:11)

Cuando recibimos a Cristo, esta naturaleza caída convive con la nueva naturaleza que nos ha sido dada por gracia por medio de la fe; la vida misma de Cristo en nosotros; en 1 Pedro 2:11 entendemos esta perspectiva y también encontramos dónde está el lugar de batalla cuando dice: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”.

Así mismo, en Romanos 7:19-25 explica esta lucha interna con “la ley del pecado que mora en mí”, pero al igual que Pablo, los que hemos creído, estamos en Cristo. Entonces, ¿Cómo se explica este hecho?

Somos espíritu, alma y cuerpo; cuando Cristo vino a morar en mí, se hizo uno conmigo; uno con mi espíritu, sellándome con su Santo Espíritu. (1 Tesalonicenses 5:23, 1 Corintios 6:17)

En el espíritu, la realidad de la obra completa está terminada, y estamos completos, por lo tanto se cumple el “consumado es – pagado es” que Cristo determinó en la cruz.

Pero, necesitamos que aquello que fue consumado o completo, se le notifique al alma, para traerlo al ámbito natural en que nos movemos y que la vida que impere sea la vida de Cristo.

La realidad espiritual es eterna, no puede ser modificada, necesitamos verla, conocerla por revelación. Si el lugar de batalla es nuestra alma, nuestros pensamientos, emociones y voluntad, deben ahora obedecer o estar sujetos al espíritu en comunión con el Espíritu de Cristo en nosotros. ¿A qué naturaleza respondemos?    Oración.

«Padre, me diste nueva vida, cuando estaba muerto, desconectado de la realidad eterna; ahora en Cristo, tengo esa unión eterna en mi espíritu, donde recibo esa revelación y esa paz indecible que guarda mis pensamientos y mi alma en Cristo Jesús, para entender y hacer tu voluntad. Amén.

viernes, 22 de agosto de 2025

Como para Dios y no para los hombres

 


Como para Dios y no para los hombres

“Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.” Efesios 6:5-8

“Como para Dios y no para los hombres”, debe ser nuestra motivación en absolutamente todo lo que hagamos, ya sea en las labores de la empresa, nuestro servicio en la congregación, asistiendo a un familiar, los quehaceres del hogar, el colegio, la universidad y todas esas actividades comunes y corrientes que a diario realizamos y que muchas veces sentimos que no somos valorados, que no tiene sentido hacerlo, que solo nos critican, que no es algo digno para mí, que tal vez merezca un mejor cargo o un mejor salario.

El Señor en este pasaje nos exhorta y nos anima a hacer cada uno de estos deberes como para Él y no para los hombres, con toda humildad y respeto a nuestros jefes terrenales, de buena voluntad, es decir, siempre con una buena actitud, reflejando en nosotros ese amor, ese gozo y esa paz que Dios nos ha dado como fruto de su Santo Espíritu (Gálatas 5:22, Romanos 5:5), siendo conscientes y teniendo la plena seguridad de que del Señor recibiremos nuestra recompensa, conforme al buen servicio o al bien que hagamos.

Si consideramos que no tenemos el trato o el pago justo por nuestros servicios, recordemos que nuestro jefe superior, el Amo de todos, está en los cielos y Él sí que es verdaderamente justo y fiel.   Oración.

«Padre Dios, en este día Señor, me presento delante de ti con la libertad que Cristo me ha dado, a alabarte Señor, a darte gracias, a pedirte perdón y a encomendarte todas las actividades del día de hoy; se Tú delante de mí en todo momento. Que así sea en el nombre de Cristo Jesús. Amén.   

jueves, 21 de agosto de 2025

¿Cuál es el conocimiento específico de Dios?

 


¿Cuál es el conocimiento específico de Dios?

 “Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”, Juan 14:8-9

“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”, Mateo 6:9-13

Siempre tuve un vacío en mi vida, mi papá terrenal estuvo muy ausente de mi vida, solo tuve pocos instantes con él, fueron muy importantes, pero siempre lo extrañé. Mi padre murió cuando yo era muy joven, y mi anhelo desde pequeño era ver a mi papá; era doloroso para un joven extrañar a alguien, sobre todo a su papá.

Cuando conocí de Jesús, el Señor me llenó esa ausencia, aunque extraño aun a mi papá, pues él ya murió, ese vacío interior fue lleno por una razón trascendental: conocí al Padre cuando recibí al Hijo, porque lo que hizo el Padre, fue unirme a su Hijo, y la expresión viva, orgánica, vital, de Jesús en mí, me hace sentir, pensar y vivir como hijo de Dios.

El sentir de Cristo, el pensar de Cristo, el actuar de Cristo SOLO ES HACER LA VOLUNTAD DE SU PADRE, y yo en él, sólo quiero hacer la voluntad de mi Padre.

Cuando abrí la puerta para entrar en Jesús, después de la puerta, estaba el Padre esperándome y corrí a sus brazos. ¡¡Conocer a Jesús es conocer al Padre “Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”, Juan 14:8-9

Toman sentido entonces las palabras de Jesús: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.”, Juan 14:20.

¡Maravilloso! Es porque estamos “en” Cristo, que Dios es nuestro Padre y se nos confiere ser hijos de Dios.

Este es el conocimiento específico de Dios, que por la fe en Cristo nos es revelado por su Espíritu para que nuestra vida sea verdaderamente transformada en Cristo Jesús.

¿Qué debemos hacer nosotros ahora? Recibir al Hijo para que también podamos decir, como él “Padre nuestro.   Oración.

«Padre, expresa en mi vida, todo tu reino y toda tu gloria en el amor que me has dado en Cristo y por el poder de tu Espíritu que se haga tu voluntad. Permíteme conocerte de manera íntima en unión con Cristo y crecer en el conocimiento de tu amor inigualable y eterno, amén.

miércoles, 20 de agosto de 2025

El Conocimiento específico de Dios.

 


El Conocimiento específico de Dios.

«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.» Juan 17:3:

“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;

Sobre ti fijaré mis ojos.”, Salmos 32:8

La vida eterna es gozar del conocimiento de Dios en la tierra para gozar de la presencia del Padre en la eternidad, y este conocimiento está disponible de manera práctica cada día. Dios está dispuesto a mostrarnos el camino y a guiarnos por su gran amor, cada día.

En situaciones tan personales, complejas que no sabemos qué hacer, Dios está allí para mostrarnos, para darnos a conocer su voluntad. El conocimiento de Dios, es el conocimiento de su voluntad, y sobre todo la fuerza que nos da su Espíritu para corresponder o ejecutarla.

Pero hay un conocimiento específico, trascendental y determinante que el Señor está dispuesto a revelarnos.

Cuando el Señor, en su gracia, me permitió entender este conocimiento específico, primero percibí en mi espíritu esperanza y paz, pero también inicié un avance mayor en la madurez cristiana. El fruto se inició a evidenciar en mi vida, para mostrar la gloria de Dios, no mi propia gloria.

Porque el conocimiento humano es la gloria del hombre pero enorgullecerse de esto, causa tristeza en su familia; en contraste, el conocimiento verdadero de Dios es la gloria de Dios, pero la bendición para la familia y nuestras vidas: “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.”, Jeremías 9:24

¿Por qué es importante este conocimiento específico que da testimonio la Palabra de Dios?

Porque es transformador, porque hace nacer de nuevo a quien está muerto (sin Dios), pero hace dar mucho fruto al que ha creído pero no ha crecido.

El Señor nos enseñará cuál es ese conocimiento específico, para que estemos atentos a su enseñanza que arde como fuego en la noche más oscura.  Oración.

«Padre, gracias Señor porque me amas y ese amor lo manifiestas permitiendo que te conozca en Cristo, al conocerte mi relación será más profunda y vital, pues sin ti nada podría hacer; enséñame por tanto mi Señor tu voluntad y por tu Espíritu hazme entender la plenitud de Cristo, que es el camino y la verdad y la vida para llegar a ti. Amén.

martes, 19 de agosto de 2025

Destruyan este templo

 


Destruyan este templo

“Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Más él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.”, Juan 2:19-22

 ‘Destruyan este templo y lo levantaré de nuevo en tres días’

Jesús no solo estaba hablando de un edificio. Él hablaba del templo de su cuerpo como dice la escritura, pero también estaba hablando a todos. A los fariseos de entonces, y a nosotros ahora.

Los judíos estaban aferrados a su tradición, que giraba en torno al templo de Jerusalén; no entendieron lo que Jesús les decía, les pareció escandaloso e inaceptable la declaración de Jesús. Pero de muchas maneras, con alegorías, les anunciaba un suceso espiritual y trascendental: su muerte en la cruz por nuestros pecados. Su templo sería destruido, pero reconstruido a los tres días, pero no sería un templo cualquiera: El templo glorificado. (1 Corintios 15:51-53, Filipenses 3:20-21)

Él les quería enseñar que toda su tradición, anunciaba el cumplimiento de lo que él es y de lo que él iba a hacer.

Pero igual que los Judíos, aferrados a su templo terrenal y sus costumbres, todos tenemos “templos” terrenales a los que nos aferramos: poder, dinero, reputación, ego, ilusiones de control. Los construimos ladrillo a ladrillo, convencidos de que nos protegen. Pero en realidad, nos alejan de la verdad.

Jesús se presentó como la verdad.

Jesús se paró en su mercado de codicia y orgullo y les dio una oportunidad: ‘Déjenlo ir. Destrúyanlo. Mueran a lo que creen que son, y en tres días les mostraré lo que realmente es la vida verdadera’. (Paráfrasis)

Pero ellos, desafortunadamente, no pudieron hacerlo. Temían dejar ir lo que creían que los definía. Eligieron las cadenas sobre la libertad. Su templo de rocas.

El velo se rasgó de todos modos. El templo cayó de todos modos. Y la oferta sigue vigente incluso ahora: – Destruyan los templos terrenales a los que se aferran. – Dejen morir al falso yo y en el tiempo de Dios, verán cómo es la vida real, la vida eterna.

A lo que te aferras es lo único que impide o que Jesús entre en tu corazón, o que la expresión de la vida de Jesús se manifieste a través de ti plenamente. Y Jesús sigue ahí, esperando.   Oración.

«Padre, ¡qué profundidad de los misterios que nos revelas en Cristo Jesús!, en su vida está escondida nuestra vida y lo que conozcamos de él nos define, nos transforma y nos da su propósito. Gloria a tu nombre Padre eterno, a tu Hijo Jesucristo, en la comunión de tu Espíritu Santo  Amen.

lunes, 18 de agosto de 2025

 


El amor solo viene de Dios

“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.”, 1 Juan 4:7-9

En el Edén había todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto y el árbol de la ciencia del bien y del mal (Génesis 2:9)

El árbol de la ciencia del bien y del mal, representa al hombre egocéntrico, independiente de Dios, que decide qué es bueno y qué es malo, pero también al hombre que inventa su propio concepto del amor, pero este amor no es el verdadero.

La razón es que el hombre natural no puede amar en sí mismo, puede expresar algo parecido al amor al sentir atracción o emoción hacia otros, pero el verdadero amor, solo es de Dios.

Lo maravilloso es que cuando aceptamos a Cristo el amor verdadero de Dios, el amor ágape, es derramado en nuestro corazón por su Espíritu Santo; y ahora sí, damos de lo que tenemos, a Cristo mismo expresando el amor del Padre a través de nosotros.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos fue dado; la sustancia misma de Dios en nosotros, porque Dios es amor (Romanos 5:5, 1 Juan 4:7).

El amor verdadero hacia nuestros semejantes, está expresando nuestra fe en Cristo cuando andamos en el Espíritu, o en otras palabras, estamos evidenciando que obramos en el Espíritu cuando este amor es expresado a los demás. Porque Dios no hace otra cosa que amar.

El árbol de la vida, representa a Cristo, la vida increada de Dios, por eso dice la escritura que cuando Adán pecó, Dios le quita el acceso a ese árbol (Génesis 3:24), pero como Cristo pagó la deuda, Él es el camino que se abrió para tener acceso nuevamente al Padre; esta vida, es la vida “Zoé” o vida eterna, es la que el Padre, por la fe en Cristo, colocó en nosotros uniéndonos a la vida de su Hijo amado.

Solo en esta vida podemos experimentar el amor verdadero, en la vida natural recibida de Adán es imposible.

Es decir, si andamos como creyentes en la carne, faltamos al amor, no podemos amar, podríamos simular o aparentar que amamos, podemos ser sentimentales o producir emociones parecidas al amor, pero no es amor, porque no hay vida verdadera. Solo en el Espíritu, podemos expresar amor verdadero porque allí hay verdadera vida, la vida misma de Cristo en nosotros, expresando el amor y haciendo la voluntad del Padre.  Oración.

«Padre, tu amor me llena de todo lo que necesito, porque me lleva a actuar como Cristo lo hace, a vivir en la vida nueva que me fue otorgada para glorificar tu nombre. En el nombre de Jesús, amén.

domingo, 17 de agosto de 2025

El corazón alegre es buena medicina

 


El corazón alegre es buena medicina

“El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos.” Proverbios 17:22

“Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.” Salmos 19:8

Hay momentos en nuestra vida donde sentimos que se secan nuestros huesos por la tristeza, angustia, depresión y todas esas emociones o sentimientos de nuestra alma que son tan profundos, que llegan a afectar nuestra salud; de hecho, se han conocido muchos testimonios donde el dolor, incomodidad o limitación física en algunas personas eran por causa de cargas emocionales, situaciones donde había falta de perdón, rencor, envidia, entre otros. Adicional a esto, la Biblia también lo dice, en el libro de proverbios nos lo señala claramente, dice que el corazón que está contento, alegre o gozoso constituye buen remedio, pero que el espíritu o el ánimo triste seca los huesos o resta energía. Es decir, que el dolor emocional es igual o mucho más impactante en nuestra vida que el mismo dolor físico, pues en muchas ocasiones el dolor emocional lleva al físico.

Por lo que, a ese fuerte dolor emocional hay que prestarle la suficiente atención y cuidado, y el remedio o cuidado que nos brinda hoy Dios a través de su palabra es el siguiente: Salmos 19:8 “Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.”; esto quiere decir que, para que gocemos de buena salud, es importante poner en práctica lo que Dios nos dice a través de su palabra, porque sus principios traen alegría al corazón y un corazón alegre es la mejor medicina.   Oración.

«Papito Dios, tu Palabra Señor es mi medicina, mi alimento diario y mi esperanza; te pido Padre que me ayudes a estudiarla cada vez más para poder entenderla y vivirla de manera experimental, que me hagas un fiel testigo del poder y la eficacia de ella. Gracias Señor, porque sé que, si te pido algo conforme a tu voluntad, tú me oyes, y si me oyes ya puedo estar seguro de que me darás lo que te he pedido, Amén. 

sábado, 16 de agosto de 2025

¿Cómo se manifiesta Dios a nosotros?

 


¿Cómo se manifiesta Dios a nosotros?                                                                                                  “Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.” Juan 14:22-23

En el antiguo testamento, Dios habló por medio de profetas, luego Dios nos habló por medio de su hijo Jesús cuando estuvo en la tierra y hoy nos sigue hablando por medio de su hijo, a través de su Palabra en la Biblia. (hebreos 1:1-2)

Entonces, ¿cómo se manifiesta Jesús a nosotros? Claramente, a través de su Palabra, por eso dejó a su Santo Espíritu para que cuando leamos la Biblia, su mensaje sea revelado y entendamos lo que Dios quiere decirnos, lo que dejó escrito, pero sobre todo para obedecer su Palabra.

La forma más directa de escuchar a Dios, es su Palabra, por eso Jesús prometió a sus discípulos que, los que guardaran su Palabra, es decir la escucharan y la obedecieran, verían en su propia vida la manifestación que lo que Dios dejó escrito es verdad y se cumple.

La primera experiencia que vivimos al escuchar su Palabra, es que al creer en Él, conforme está escrito, Él viene a morar en nosotros colocando su Santo Espíritu, para darnos entendimiento y fuerza de voluntad para obedecer sus principios. (Efesios 1:13).

 

Por esta razón, debemos buscar a diario su Palabra, para experimentar en toda ocasión la manifestación del Dios vivo y real en nuestra vida, dejando de lado las formas erradas de buscar a Dios, es decir, en nuestra fuerza, o buscando a un dios que inventamos en nuestra mente a nuestra conveniencia, pero que no es el Dios poderoso de la Biblia.

Cuando tenemos un encuentro personal con Dios, a través de su Palabra, nuestra vida es cambiada radicalmente y Dios se manifiesta en cada aspecto. ¿Queremos que Dios se manifieste poderosamente en nuestra vida? Escuchemos atentamente y obedezcamos su Palabra. ¿Cómo se manifiesta Dios a nosotros?

Oración.

«Señor, gracias porque me amas tanto, que dejaste tu Palabra para tener un encuentro directo, vivo y eficaz contigo, para ser guiado, protegido y conocer tu amor que sobrepasa todo entendimiento, gracias por tu Palabra que ilumina mi vida. Amen.

viernes, 15 de agosto de 2025

Esforzarnos en la gracia.

 


Esforzarnos en la gracia.

“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.”, 2 Timoteo 2:1

“para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” Gálatas 3:14

Habíamos reflexionado en que nuestro crecimiento espiritual es una necesidad fundamental del creyente, porque es una relación vital en la nueva vida que recibimos de Cristo y necesitamos, por tanto, conocer, permanecer y esforzarnos en la gracia.

Esforzarnos en la gracia, significa “más de Cristo, menos de mí”, al haber una naturaleza espiritual conviviendo con la naturaleza heredada de Adán, que se contraponen o son contrarias, estoy llamado a crucificar la carne, a alimentar el espíritu, para que la naturaleza que impere sea la nueva, sabiendo que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; (Filipenses 1:6)

Lo contrario de esforzarnos en la gracia, es mantenernos en la ley.

Una forma de entender este concepto de aquellos que se mantienen en la ley, es a través de las ilustraciones o tipologías que nos enseña el antiguo testamento, que señalaban a Cristo. Por ejemplo, el hijo de la libre y el hijo de la esclava. El hijo de la libre, representa a Sara que tuvo un hijo, producto de una promesa de Dios, pero el hijo de la esclava, se relaciona con Agar que tuvo un hijo producto de una decisión de Abraham (Génesis 16:1-5). El hecho fundamental de esta alegoría, es lo que dice Gálatas 4:23: “Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa”.

Nosotros, los creyentes, somos hijos al igual que Isaac, fruto de una promesa de Dios; que era que en la fe de Cristo, seríamos puestos o unidos en su Hijo amado, insertados en la vid verdadera, para que la promesa hecha a Abraham y todas las bendiciones nos alcanzaran: “para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” (Gálatas 3:14)

¡Qué maravillosa noticia, mantenernos en la gracia y no en la ley. Oración.

«Padre, en Cristo está mi vida verdadera, y anhelo conocerte más, permanecer en ti para llevar mucho fruto y esforzarme en el regalo inmerecido que me has dado, crucificando cada día mi carnalidad, más de Cristo menos de mí, para gloria de tu nombre, amén.

jueves, 14 de agosto de 2025

Permanecer

 


Permanecer

“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”, Juan 15:4-5

“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”, Juan 15:7-8

A menudo se piensa que la clave para un buen vino reside en las uvas, pero la verdad es que la calidad comienza mucho antes, en la propia planta de la vid. También es clave el trabajo que hace el viñador, además de otros factores.

Pero el elemento esencial, es que el pámpano no da fruto por sí mismo (el pámpano son los nuevos brotes verdes que cada temporada surgen en los sarmientos y acogen nuevas hojas, además de los frutos.). El pámpano se nutre de la vid, es decir, depende totalmente del resto de la planta para sobrevivir, crecer y dar fruto.

Así mismo, nosotros, como el pámpano, solo permaneciendo “en” Cristo, llevamos fruto. Porque el fruto realmente no es de nosotros, es el que produce su vida increada actuando en nosotros. Es su paz, amor, gozo y todo el fruto expresado en nuestras vidas. (Gálatas 5:22-23).

La pregunta clave en la que tenemos que reflexionar es ¿cuándo no permanecemos en Cristo? La respuesta la trae el contexto de Gálatas 5:16-17, y es cuando andamos en la carne.

Como creyentes aún tenemos una naturaleza carnal, esto es, mente y cuerpo heredada de Adán, pero ahora, cuando recibimos a Cristo, tenemos esta nueva naturaleza espiritual, a la cual se opone nuestra carne. Entonces nuestra misión como cristianos es permanecer en la nueva naturaleza otorgada, no dando lugar a la antigua naturaleza, como lo dice Gálatas 5:16.

Esto en la práctica, implica negarnos a nosotros mismos, a nuestros propios deseos, pensamientos y voluntad, para que la nueva naturaleza se exprese libremente. Por esto el capitulo de Gálatas 5:1 inicia con: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”.

Se trata entonces, de que la verdadera libertad está en estar unidos a Cristo y permanecer en él. Esto trae a nosotros el ser sustentados, crecer y dar fruto.

Ser sustentados, pues él nos provee, sana y protege.

Crecer, pues él es el que nos alimenta con su Palabra, nos edifica para conocerle más.

Y finalmente, dar fruto, mostrando a Cristo mismo en nosotros, para que el Padre sea glorificado en el Hijo y nosotros en él. (Juan 14:13)   Oración.

«Padre, me separo de ti andando en mí mismo, pero ahora puedo andar en el Espíritu para que Cristo sea expresado en mí, quiero negarme a mi propio yo, para experimentar en todo tiempo el tesoro que me has otorgado por medio de la fe; que seas glorificado Padre amado cuando llevo mucho fruto permaneciendo en Cristo. Amén

miércoles, 13 de agosto de 2025

Conocer

 


Conocer

“seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”, Efesios 3:18-19

Lo que NO conocemos de Dios nos lo imaginamos, y en general, nos lo imaginamos mal, porque no es con nuestra mente carnal o “natural” que entendemos las cosas de Dios, nos deben ser reveladas por el Espíritu (1 Corintios 2:14).

El Espíritu nos revela a Cristo en nosotros y permite que esa revelación sea llevada a la experiencia diaria. Así que este conocimiento no se trata de información intelectual, sino de una experiencia real, viva, que podemos evidenciar en todo lo que hacemos. El fruto del Espíritu Santo, es evidente en un creyente que expresa la vida nueva, que expresa a Cristo mismo (Gálatas 5:22-23). Entre más permanezcamos en Cristo, más el fruto se refleja, se ejercitan nuestros sentidos espirituales, alcanzamos el discernimiento para que al actuar en correspondencia a la voluntad de Dios, por supuesto que decrece entonces la carne, para no hacer nuestra propia voluntad ( Hebreos 5:11-14).

Por esto no debemos caer en el error, de los que tuercen las escrituras y no “conocen” realmente todo lo que nos ha sido otorgado; hablan entonces de esfuerzos humanos e infunden temor a los creyentes, pensando que nuestra salvación o vida nueva depende de nosotros mismos, como si el yo pudiera ser mejorado, cuando debe ir a la cruz. En este contexto el mismo Apostol Pedro dice que mejor: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” (2 Pedro 3:18)

Oremos unos por otros para que nos sea revelado este conocimiento pleno y maravilloso, que es Cristo en nosotros y que podamos experimentarlo a diario, en todo lo que hacemos; porque este misterio estuvo oculto, pero ahora, este conocimiento maravilloso ha sido revelado plenamente a todo el que cree:“el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,” (Colosenses 1:26-27)     Oración.

«Padre, te doy gracias por revelarme el conocimiento más importante y sustancial de mi vida, Cristo en mí, la esperanza verdadera y real de volver a casa, de estar unido a ti por medio del Espíritu de vida, te alabo Padre porque ahora en Cristo tengo plenitud y ya no hay confusión. Amén