viernes, 17 de octubre de 2025

El Señor es mi Pastor

 


El Señor es mi Pastor

“Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”. Salmos 23:1-6

Este es uno de los salmos favoritos de los creyentes de todos los tiempos, porque en él encontramos aliento y confianza en Dios para afrontar cualquier situación de la vida. Aquí también vemos la figura de Cristo como “el buen pastor”, exaltada varias veces en el Nuevo testamento; como en Juan 10:11 “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” y en 1 Pedro 2:25 “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas”.

Este salmo tiene una relación con el salmo anterior y el que sigue. Ya que en el salmo 22:1;7-8;14-18 vemos al salmista profetizando detalles del sufrimiento y crucifixión del Señor Jesucristo que se narran en los evangelios y en el salmo 24 se describe la gloria que tendría nuestro Salvador tras su muerte en la cruz, siendo exaltado como el Rey de gloria. “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria”, Salmo 24:9

Este salmo que está en medio de los dos, muestra la experiencia cristiana al recibir todos los beneficios del sacrificio redentor y la promesa de que participaremos de su gloria eterna. Jesús mismo dijo que las Escrituras daban testimonio de Él, como dice Lucas 24:44 “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.

Debemos pedirle al Espíritu Santo, que nos abra el entendimiento para comprender su Palabra y saber que desde Génesis hasta Apocalipsis aparece revelada la figura de Cristo como el Rey Redentor, el Dios Salvador, y que esto nos lleve a ser agradecidos, porque en Él se han cumplido todas las promesas hechas por nuestro Padre Celestial.

Este salmo se centra en dos metáforas: el pastor (salmo 23:1-4) y el anfitrión (Salmo 23:5-6), pero también muestra las etapas de nuestra vida cristiana donde toda necesidad espiritual, emocional y física es suplida por nuestro Pastor; el paso por “el valle de sombra de muerte” donde el Señor nos brinda su compañía y nos libra del temor en nuestro caminar por este mundo; y finalmente el disfrute de la eternidad con Él donde todo será culminado para la gloria y honra de su Nombre por los siglos de los siglos.    Oración.

«Así como el Rey David autor de este salmo, quiero decirte que eres mi Pastor y nada me faltará, porque contigo lo tengo todo. Soy oveja de tu rebaño y me siento cuidado por ti. Gracias porque me ves, me conoces y me amas, por protegerme, por alimentarme, por guiarme a manantiales de agua viva. Gracias por dar tu vida por mí en esa cruz, por ungirme con la presencia de tu Santo Espíritu y porque me guiarás todos los días de mi vida hasta la eternidad, amén.

jueves, 16 de octubre de 2025

Muros mentales.

 


Muros mentales.

“Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá;” Josué 6:2-5a

Jericó era una ciudad amurallada, podríamos insinuar incluso que era toda una fortaleza, sus muros fueron levantados por aquella ciudad con el fin de buscar protección y evitar que sus enemigos pudieran entrar fácilmente a invadir o saquear la ciudad. Cuando pensé en ésto, y en relación con los devocionales anteriores, el Señor me hizo reflexionar sobre cómo nosotros mismos durante el transcurso de nuestras vidas también levantamos una especie de murallas con el fin de “protegernos”, específicamente dichos muros, murallas o fortalezas las terminamos levantando en nuestra mente, y están ahí radicadas por experiencias que tuvimos (y que quizá no queremos volver a permitir que nos sucedan), o por cosas que nos han enseñado en nuestra familia, estudio o el mundo en general. El problema de levantar estos muros bajo nuestra perspectiva es que cuando llegamos a la vida Cristiana nos encontramos que esos muros mentales, en vez de protegernos nos están afectando, pues aquellos muros mentales (pensamientos) que levantamos bajo lo que dictamina nuestro “yo”, la carne, están llenos de altivez y están en nuestra mente: ocupando espacio en ella, llevando a la ruina nuestras vidas y levantados con el propósito de estar constantemente en contra de la voluntad de Dios (2 Corintios 10:5, Génesis 6:5, Marcos 7:21-23), por eso creo que el Señor lo que quiere enseñarnos a través de este devocional es que, hay fortalezas o muros, como los de Jericó, que en nuestras mentes deben ser derrumbados. En pocas palabras, lo que Dios quiere hacer en la vida de nosotros los creyentes es que desaprendamos lo aprendido, para aprender a reaprender la Palabra de Dios, y este concepto está muy ligado con lo que nos dice Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”.

Hermanos, para derribar esos muros mentales guiados por el “yo” es necesario que haya una transformación, ¿En dónde? En nuestra mente, en pocas palabras lo que tú y yo debemos permitir que haga el Espíritu Santo en nuestras vidas es un cambio, una renovación en nuestra manera de pensar, para posterior a ello levantar muros, murallas y/o fortalezas pero conforme a la voluntad de Dios,    Oración.

«Padre, día tras día me has permitido conocer la Verdad, a Cristo mismo revelado en las Escrituras, y es gracias a Él y el obrar de Tu Santo Espíritu que hoy puedo experimentar lo que significa la libertad. Quita de mí Oh Dios todas esas murallas mentales que con el tiempo he construido y permíteme experimentar lo que es tener la mente de Cristo. Amén.

miércoles, 15 de octubre de 2025

Hombre fuerte

 


Hombre fuerte

“Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.” Marcos 3:27

“Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín.” Lucas 11:21-22

Cuando hablamos de que debemos ser como aquél hombre fuerte que describe el evangelio de Marcos, no estamos refiriéndonos a una fuerza que provenga de nuestra propia capacidad, sino más bien a la fuerza que nos otorga el Señor. Y es que justamente eso es lo que nos explica el evangelio de Lucas cuando manifiesta que: “el hombre fuerte armado guarda su palacio”, el evangelista utiliza aquí la palabra griega kadsoplízo (καθοπλίζω) y con ésta nos indica que se puede decir que aquél hombre es fuerte porque ha sido equipado completamente con una armadura, ¿Con qué tipo de armadura? Con la armadura de Dios (Efesios 6:10-18). De la misma manera que aquél hombre fuerte (que describe la biblia) ha sido equipado con una armadura, tú y yo también lo hemos sido, pues es necesaria esta armadura para poder resistir en el día malo y estar firmes contra las asechanzas del diablo, aquellas que quieren que en nuestra mente hayan ataduras, que como lo mencionamos en el día de ayer, son tan sólo mentiras, pensamientos errados que hemos dejado arraigar en ella y que al no quererlos soltar nos debilitan y terminamos abriendo brechas para ser saqueados, y lo peor, ser usados como instrumentos de división, en nuestro hogar, comunidad o el mundo en general.

Hermanos, a las ataduras, la Biblia las compara con el lazo de un cazador, y el enemigo las está utilizando para que al ser atados podamos ser presa fácil para ser devorados, no sólo nosotros, sino también nuestras familias, nuestro entorno en general. La buena noticia es que el Señor a través del Salmo 91:3a nos revela que es Él mismo quien nos libra del lazo del cazador pues Él es el único que puede llevarnos a entender, por medio de la comunión de Su Santo Espíritu, cuáles son esas ataduras que tenemos en nuestra mente y que debemos derribar y llevar cautivas a la cruz, pues se están levantando en contra de la Verdad de Jesucristo (2 Corintios 10:5). Cuando entendemos ésto y nos aferramos a Su Palabra encontramos fortaleza, pues la fe en Su palabra es lo único que nos permitirá apagar todos esos dardos del enemigo, pues Su Verdad es escudo y adarga (Salmos 91:4b).  Oración.

«Padre, gracias por darnos una armadura completa para que como dices en Tu Palabra podamos apagar todos esos dardos que continuamente el enemigo nos lanza con la finalidad de atar nuestros pensamientos para destruirnos. Gracias por revelarnos Tu Palabra pues tú dices en ella que conoceremos la Verdad, Cristo, y la Verdad nos hará libres. Amén.

martes, 14 de octubre de 2025

Libres de ataduras

 


Libres de ataduras

“Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer. Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin. Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.” Marcos 3:24-27

Jesús nos revela en el evangelio de Marcos el actuar del enemigo, la división, pues el enemigo sabe que si logra dividir: un país, una nación, un hogar (que no está fuerte) será más fácil lograr su objetivo: Robar, matar y destruir (Juan 10:10).

Adicionalmente el Señor nos enseña dos cosas importantes: La primera, si no estamos preparados y fortalecidos seremos presa fácil para el devorador; y la segunda, si creemos que somos como aquél hombre fuerte que describe el pasaje de hoy (que para ser hurtado necesita ser atado), Satanás está buscando la manera de lograrlo, pues su objetivo es atarnos para luego saquearnos, robarnos, por eso Jesús nos indica la importancia de estar siempre preparados.

Cuando leí este pasaje quedé impactado pues pensé: ¿qué es lo que el enemigo quiere atar en la vida del creyente, para así luego poder saquearnos? La respuesta que el Espíritu Santo me reveló fue: Nuestros pensamientos, pues bien hemos oído que un pensamiento se convierte en un sentir, y un sentir termina reflejándose en un actuar. Por eso vemos desde el inicio de la creación a Satanás tratando de “atar nuestra mente” con pensamientos totalmente contrarios a los de Dios: “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” Génesis 3:4-5. El resultado de dejar “atar nuestra mente” con mentiras disfrazadas de verdades, fue permitirle a Satanás que saqueara nuestras vidas, pues al Eva dejarse seducir por esta mentira y dejarla anidar en su mente como una verdad, terminó siendo instrumento en las manos del enemigo para conducir a Adán a que también desobedeciera a Dios, lo que dió como resultado que entrara el pecado a saquear la vida del hombre. Hoy en día vemos que el modus operandi del enemigo sigue siendo el mismo, dividir y levantar nación contra nación, reino contra reino, familia contra familia, hermano contra hermano (Mateo 24:7a), pues bien dice un dicho popular: “divide y reinarás”.

Hermanos el Señor nos está revelando las estrategias y artimañas que usa el enemigo para acabar y derribar nuestras vidas en general: atar nuestros pensamientos, pero también nos está revelando la clave en el versículo 27 para que ninguno de nosotros perezca y caiga: “NINGUNO PUEDE ENTRAR EN LA CASA DE UN HOMBRE FUERTE”. El Señor nos está alertando sobre las mentiras usadas por el enemigo para destruir nuestras vidas y depende ahora de nosotros tomar las precauciones necesarias para no caer en ellas, pues si ignoramos esta realidad seremos como aquél hombre simple que sigue adelante, como quien está a ciegas, y sufre después las consecuencias (Proverbios 27:12)

¿Queremos aprender a ser como aquél hombre fuerte que no se deja saquear? Espera el devocional de mañana.   Oración.

«Señor, ¡Cuánta verdad nos revelas a diario en Tu Palabra! Gracias por alertarnos y mostrarnos las estrategias que el enemigo utiliza a diario para destruir nuestras vidas, pero sobre todo gracias, porque en Tu Palabra descubrimos que Tú has vencido y que has venido a nosotros para que tengamos vida en abundancia. Amén.

lunes, 13 de octubre de 2025

Obediencia a la fe

 


Obediencia a la fe

“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” Romanos 1:17

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6

El favor inmerecido de Dios, sus dones y nuestra prosperidad y bienestar integral, solemos creer, en nuestra mente, que los debemos ganar, sin embargo, todo lo que la Escritura dice que debemos hacer para poderlos ver y disfrutar en nuestra vida es, crecer en el conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo (2 Pedro 1:2-3).

Crecer en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús nos llevará a entender, por la revelación del Espíritu Santo, que todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, nos han sido dadas en la eternidad de Dios, por su infinito amor y la gracia de Jesucristo, pues como revela Gálatas 1:3-4, Jesús se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo y lo hizo porque así es la voluntad del Padre.

Ahora bien, la base del conocimiento que de Dios debemos tener, es la que el Espíritu nos revela en el libro de Romanos 1:17 cuando dice “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” La justicia de Dios nos es declarada en Romanos 5:1 y 2 Corintios 5:21, expresándonos que Jesucristo fue por nosotros hecho pecado para que nosotros fuésemos declarados justos delante del Padre y, justificados por la fe, disfrutemos de la paz con Dios.

Hermanos, los que hemos sido justificados por medio de la fe, vivimos por fe; no vivimos por obras, sino que nos sostiene y nos bendice la obra que Dios el Padre, su Hijo Jesucristo y su Santo Espíritu han hecho, hacen y harán por nosotros eternamente. De manera que, si anhelamos en nuestra vida experimentar toda la bondad, amor y plenitud del Señor, no hay otro camino más que crecer en su conocimiento siendo obedientes a la fe.    Oración.

«Padre, gracias por la gracia de tu Hijo Jesucristo, tu amor y la comunión de tu Santo Espíritu, es todo lo que necesito y de lo que dependo para disfrutar de una vida en victoria y bendición; gracias Señor porque nos lo revelas por medio de la fe, permítenos en ella permanecer y a la fe obedecer, amén.

domingo, 12 de octubre de 2025

Bienaventurados

 


Bienaventurados

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.” Mateo 5:4

Hoy me encontré con este pasaje y me pregunté: ¿Cómo es que alguien puede ser bienaventurado al llorar? y es que si estamos llorando es porque lo que estamos enfrentando nos genera algún tipo de dolor, ya sea físico o emocional. Lastimosamente muchos de nosotros usamos este pasaje en momentos que creemos “oportunos” pero creo que ni siquiera logramos entender a profundidad lo que el Señor nos quiere decir con él; imaginémonos diciéndole: “bienaventurada eres tú que lloras” a una mujer que está con dolores de parto, o a alguien que tiene cualquier otro dolor fuerte en alguno de sus miembros del cuerpo, y les aseguro que nos ganaremos un regaño o un problema, pues el dolor que experimentan en esos momentos, y que les lleva a que lo expresen en llanto, es tan fuerte que ni siquiera lograrían tolerar una palabra como ésta que al parecer no tiene sentido. Entonces, ¿Por qué el Señor nos dice que le podemos expresar a alguien que está llorando, que es bienaventurado?

Para entenderlo mejor comenzaremos definiendo la palabra: Bienaventurados. La palabra griega que se utiliza para “bienaventurados” es: makários (μακάριος) y significa: Supremamente bendecido, afortunado, dichoso, glorioso. Ahora bien, si tú y yo podemos expresarle a alguien que está llorando que es Bienaventurado, no es por el dolor que está enfrentando, sino, como termina diciendo el pasaje principal del día de hoy, por la CONSOLACIÓN que recibirá. Y es que la palabra griega que se usa para consolación es: parakaléo (παρακαλέω) y significa: llamar, invocar, implorar. En resumidas cuentas lo que podemos entender con este pasaje es que, cuando pasamos por circunstancias difíciles que nos llenan de dolor y nos hacen expresarlo en llanto, podemos: clamar, orar, invocar a Dios, y lo que nos debe llenar de gozo y nos hace: Supremamente bendecidos, dichosos y gloriosos (en esa difícil situación) es que encontraremos: consuelo, ánimo y aliento en el Señor; como lo expresó David en el Salmo 34:6, cuando al encontrarse en una circunstancia difícil declaró: “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.” Sin duda alguna, aquí David experimentó lo que significaba ser Bienaventurado.

Hermanos, cada vez que le digamos a alguien que es “Bienaventurado” recordemos que lo somos, no porque lloremos, sino por la consolación que recibiremos; el apropiarnos de esa Verdad hará que toda situación difícil y que causa dolor, se perciba y se vea desde una perspectiva diferente (Salmos 27:13)      Oración.

«Padre, gracias por tu Palabra y por darnos revelación para conocer todo lo que en ella está escrito, pues sabemos que sin ti nada podríamos entender o llegar a aplicar en nuestras vidas. Amén.

sábado, 11 de octubre de 2025

Pueblo Santo y Redimido

 


Pueblo Santo y Redimido

“Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Ciudad Deseada, no desamparada.” Isaías 62:12

¿Cuántos de nosotros hoy en día estamos necesitando recordar esta gran Verdad, de que sólo por gracia, somos Pueblo Santo y Redimidos de Jehová? Cuán hermoso es levantarnos y encontrarnos con este pasaje y recordar lo que ha hecho el Señor en nosotros y cómo no nos ha desechado ni desamparado, pues cuántos de nosotros quizás a lo largo de nuestra vida llegamos a experimentar rechazo y abandono por nuestros padres, familiares, amigos o por el mundo en general, pero el hecho de ver cómo la Palabra nos asegura que quien nunca nos abandonará es Dios, eso nos da valor, seguridad y nuevas fuerzas. Miremos algunos pasajes adicionales que nos confirman ésta verdad:

Isaías 49:15 “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.” En otra versión de éste mismo pasaje dice: “¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho? ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz? Pero aun si eso fuera posible, yo no los olvidaría a ustedes.”

Salmos 27:10 “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá.”, en otras palabras quiere decir que “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me mantendrá cerca.”

Isaías 41:9-10 “Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”

Por ésto y más ¿cómo no alabar y glorificar a Dios? Él ha sido bueno, fiel, misericordioso y amoroso así que finalicemos este tiempo de devocional exaltando Su Grandeza y diciéndole gracias Padre por redimirme y hacerme parte de Tu pueblo.     Oración.

«Señor Jesús, gracias por permitirme conocerte y por nunca dejar de tocar a la puerta de mi corazón, desde que te recibí mi vida cambió pues llegaste a llenarme con Tu amor inagotable. Amén.

viernes, 10 de octubre de 2025

Acalla mi alma

 


Acalla mi alma  

 “Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca;” Mateo 8:23-24a

“Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.” Marcos 4:38-39

David en el Salmo 62:1a que dice: “En Dios solamente está acallada mi alma;”. Cuando buscamos en el Hebreo encontramos que la palabra que se utiliza para “acallar” es: dumiyá (דּוּמִיָּה) que significa: silencio, callar. Lo anterior me remitió al pasaje principal de hoy, en donde vemos a Jesús callando, silenciando aquella tempestad que tanto temor le causaba a sus discípulos. La palabra “callar”, utilizada en el evangelio de Marcos, y aunque etimológicamente acallar y callar no vienen de la misma raíz, podríamos decir que semánticamente ambas expresan lo mismo, la necesidad de silenciar y callar algo. La pregunta es: ¿Qué es lo que Jesús debe acallar en tí y en mí? El Salmo 62:1a nos da la respuesta, lo que el Señor debe acallar es nuestra alma (pensamientos, emociones y voluntad).

Si analizamos lo anterior, encontraremos que en diversas ocasiones nuestros pensamientos y emociones nublan nuestro entendimiento, sobretodo en situaciones difíciles, pues éstos se levantan como aquellas tempestades y vientos recios que parecieran no tener control; y es que cuando dejamos de poner nuestra mirada en Jesús para ponerla en nosotros mismos surgen pensamientos y sentimientos, que como tormentas impetuosas, nos abruman, a tal punto de llevarnos a pensar que de esa situación difícil nunca saldremos, o incluso que moriremos, tal como le pasó a los discípulos del Señor en aquella barca, pero, gracias a Dios por Jesucristo y por la revelación de Su Santo Espíritu, pues Él es quien nos ilumina y nos recuerda que Cristo vive en nosotros y que en todo momento podemos y debemos recurrir a Él, para que esos pensamientos y emociones que nos perturban y que se levantan en contra del conocimiento de Dios, por Jesucristo sean acallados (2 Corintios 10:5)

Hermanos, cuando recurrimos al Señor y le permitimos que acalle nuestra alma experimentamos Su paz, paz que como dice Filipenses 4:7 sobrepasa todo entendimiento y es la que guarda nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús. Una vez nuestros pensamientos y sentimientos estén acallados, podremos actuar con sabiduría, pues ya no responderemos ante aquellas situaciones difíciles conforme a nuestro pensar o sentir, sino que al volver nuestra mirada a Cristo, Él nos guiará para actuar conforme a Su sabiduría (Isaías 41:10)     Oración.

«Padre, acalla esos pensamientos que se levantan en mi mente como una gran tormenta, ponle guarda a mi corazón y no permitas que desfallezca. Espíritu Santo haz que mi mirada esté siempre puesta en Cristo Jesús, pues sólo cuando le miro es que encuentro y experimento paz y fortaleza. Amén.

jueves, 9 de octubre de 2025

De gracia recibimos, demos de gracia

 


De gracia recibimos, demos de gracia

“Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.” Mateo 18:23-28

Este pasaje principal nos muestra la incoherencia espiritual que muchos de los creyentes vivimos hoy en día, pues aun cuando hemos recibido y conocido la misericordia del Señor, no tratamos a otros conforme a ella sino que queremos que sobre ellos caiga toda la justicia de Dios (Mateo 18:29-30). Bien lo dijo el Señor en el versículo 26, suplicamos que tengan misericordia de nosotros, de nuestros seres amados, pero también suplicamos y exigimos al Señor que recaiga toda la justicia Divina sobre aquellos que nos lastiman, que nos desprecian, que según nosotros “no se lo merecen”, como lo vemos expresado en Juan y Jacobo en el evangelio de Lucas 9:54b, quienes al ir a Samaria a preparar lugar para Jesús y ver que no le recibieron sino que le rechazaron, le manifestaron: “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?”

El conocer de Dios, Su amor inagotable y Su súper abundante gracia, debería llevarnos a expresar a otros la misericordia, amor y gracia de Dios que hemos recibido, pero lastimosamente nos hemos dejado cegar por el orgullo y creemos que tenemos la capacidad y autoridad de elegir quiénes merecen algo de parte del Señor y quiénes no.

Reflexionemos, ¿será que muchos de los no creyentes hoy en día no se acercan a Dios por causa de nosotros, por nuestra falta de amor, de perdón, de misericordia? como bien lo dijo Jesús a los fariseos de su tiempo, tú y yo con nuestro comportamiento y falta de amor quizás estamos atando cargas pesadas y difíciles de llevar a otros, y no entramos nosotros ni dejamos entrar a otros al reino de los cielos (Mateo 23:4,13)

Hermanos, es tiempo de recordar lo que el Señor ha hecho en nosotros y de darle a todos, sin importar quienes sean, lo mismo que el Señor nos ha dado, pues como el Señor lo manifestó en Lucas 9:56a “porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas.”, tú y yo tenemos el mismo encargo de llevar a otros a que conozcan que sólo en Cristo hay salvación, así que basta ya de elegir a quién se merece o no el amor, perdón, misericordia y gracia del Señor, pues nuestra misión es llevar todo ésto al mundo en general.   Oración.

«Padre, perdóname si no he sido el testimonio que debería ser para aquellos que aún no te conocen. Espíritu Santo, ayúdame a reflejar a Cristo en cada aspecto de mi vida y a dar a otros de gracia lo que por la gracia de Jesucristo he recibido. Amén.

miércoles, 8 de octubre de 2025

Luz al final del túnel

 


Luz al final del túnel

“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Juan 8:12

para nosotros los creyentes las situaciones adversas que enfrentamos en esta vida pueden parecer como ese túnel que si no te fijas bien pareciera no tener fin, y es que cuando estamos dentro de él sentimos eso, además de: temor, dudas (pues no sabemos si estamos caminando por un lugar seguro), incertidumbre porque no sabemos qué vamos a encontrar ahí, entre otras cosas más. Sin embargo, el Señor en Su Palabra nos recuerda que Él es la Luz, que no sólo se encuentra al final del túnel, sino que también es esa Luz que nos acompaña en todo momento y que ilumina nuestro caminar (Salmos 119:105), es ese Camino correcto por el cual debemos andar (Juan 14:6), y es esa guía que necesitamos para encontrar la salida de aquél lugar (Juan 16:13).

Hermanos, el Señor a través de este devocional nos recuerda que no debemos perder la esperanza, ni tampoco desfallecer en la fe en aquellos momentos en los que nos encontremos atravesando “túneles”, pues el único que nos da la fortaleza que necesitamos y nos enseña a pasar seguros por esas situaciones difíciles es el Señor, por eso el rey David expresaba: “Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová En la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.” (Salmos 27:13-14)     Oración.

«Señor Jesús gracias por revelarme Tu Palabra y darle descanso a mi alma. Gracias por enseñarme que en todo momento has estado conmigo, y por recordarme que aunque en este mundo tendré aflicción, debo confiar en ti y tener paz, pues Tú ya has vencido al mundo. Amén.

martes, 7 de octubre de 2025

Jesús reescribe mi historia

 


Jesús reescribe mi historia

“Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.” Mateo 9:9

Cuando buscamos en la Real Academia Española la definición de: Reescribir, encontramos que significa “volver a escribir sobre algo dándole una nueva interpretación”; cuando leí esto inmediatamente recordé lo dicho por el profeta Isaías, quien inspirado por el Espíritu Santo le revela una profecía que cumpliría Cristo en Su venida: “Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.” (Isaías 61:4) La palabra que se utiliza para reedificar viene del Arameo (baná בָּנָה) y se define como: edificar, construir y tiene algunos sinónimos, que son los que queremos resaltar, como: reedificar, reparar, restablecer. ¿Por qué citar todo esto? Para comprender que cuando decimos que Jesús “reescribe nuestra historia”, es decir que Jesús reedifica nuestras vidas, pues Él es quien vuelve a edificar o construir de nuevo lo que se había arruinado.

Si hubo alguien que entendió esto de que Jesús “reescribe mi historia” fue Mateo, pues le vemos en su vieja vida siendo un recaudador de impuestos, pero cuando Jesús lo llamó, reescribió su historia de tal forma, que gracias a Jesús ahora Mateo ya no es llamado o conocido como un recaudador, sino como un discípulo del Señor. Mateo, al haber entendido ésto y haber conocido de primera mano la restauración del Señor, quiso que otros como él (considerados por el pueblo de Israel como pecadores con los cuales no se podían juntar para no contaminarse) también pudieran experimentar lo que significa que “Jesús reescribe nuestra historia”, por ello decide organizar un gran banquete pues ¿cómo no celebrar esta reedificación? (Lucas 5:29-30); y es que cuando conocemos a Jesús y vemos de dónde nos ha sacado, como lo dice 1 Corintios 1:27-29, queremos que otros, quienes están en tinieblas, vengan a la Luz y tengan una nueva vida, una vida restaurada.

Hermanos, qué hermoso ver lo que Dios ha hecho, no sólo en la vida de Mateo, sino en la nuestra, nos ha reedificado y ahora ha llegado el turno de que otros también experimenten lo que ésto significa; no es necesario que realicemos un banquete para convocar a aquellos que necesitan conocer a Jesús, aprovechemos cada oportunidad que tenemos, y ya sea en nuestras casas, andenes, o en las tiendas cercanas a las que diariamente recurrimos, llevemos el evangelio, las buenas nuevas de Jesús y contemos a otros que Jesús quiere reescribir su historia.    Oración.

«Padre, gracias por diseñar ese maravilloso plan de salvación y darnos a tu único Hijo. Jesús, gracias por cumplir tu propósito en la cruz y por llamarme para que te siguiera. Espíritu Santo, gracias por darme a conocer a Jesús, revelarme Su obra Redentora y por hacerla una verdad en mi vida. Amén.

lunes, 6 de octubre de 2025

El discípulo amado

 


El discípulo amado

“Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?” Juan 21:20

En la Biblia no es extraño encontrar breves auto descripciones de algunos escritores, por ejemplo: Moisés, quien se describe a sí mismo como un hombre muy manso, más que todos los que había sobre la tierra (Números 12:3), o como el apóstol Juan, quien vemos en el pasaje de hoy, se refiere a sí mismo como el discípulo a quien Jesús amaba. Con lo anterior, podríamos llegar a interpretar de manera errada, que dichas descripciones que Moisés y Juan utilizaron provinieron del valor que había en ellos mismos o de sus propios méritos, pero ésto no es así, pues cuando conocemos a Dios entendemos que si aquellos hombres, o incluso tú y yo, podemos decir que somos humildes, santos, amados, entre otras cosas, no es por nosotros mismos, sino por quien vive en nosotros, Cristo.

Cuando vemos que Juan se refiere a sí mismo como el discípulo a quien Jesús amaba, no era para vanagloriarse él mismo, sino para resaltar aún más la gracia de Jesucristo, pues Juan sabía que no tenía algo valioso por sí mismo, no era un erudito, ni poseía capacidades intelectuales que Dios pudiera necesitar; Juan sabía de dónde venía, de ser un pescador, un hombre común y corriente, era consciente de que no merecía el amor de Cristo, y aún así Jesús lo había escogido ¿Por qué razón? Por gracia, porque así Dios lo quiso. Cuando Juan escribe “el discípulo a quien amaba Jesús” es porque así lo sentía, lo había experimentado, en cada enseñanza del Señor, y aún en la cruz en donde murió por Juan, por tí, por mí y por todos los que creerían en Su nombre.

Hoy tú y yo debemos entender que al igual que Juan, nosotros también podemos decir que somos AMADOS por Dios; gracias a la fe en Jesús hemos sido hechos hijos de Dios, como dice el mismo apóstol Juan en 1 Juan 3:1 “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios;”. El Espíritu Santo a través de lo escrito por el apóstol Juan nos quiere llevar a entender que el amor de Dios no está disponible sólo para algunos, sino para toda la humanidad (Juan 3:16)

Hermanos, debemos creer en esta gran verdad y apropiarnos de ella, pues hoy muchos nos hemos dejado engañar pensando que no somos amados por Dios, pero sí lo somos, por la obra de Jesús; por eso te invito a que mires al Señor en la cruz, Sus brazos extendidos, Sus manos y pies traspasados por los clavos, Su cabeza con una corona de espinas, Su cuerpo y cara desfigurados por los azotes recibidos por ti y por mi, ¿Acaso ésto no nos demuestra el gran amor de Dios y que también somos sus discípulos amados? (Romanos 5:6-8)     Oración.

«Padre, no merezco tu amor, me lo has enseñado, pues si Tu amor ha sido derramado en mi corazón tan sólo ha sido por la obra de tu Hijo Jesús ¡Cuán grande eres Oh Señor!, ¡Cuán inmenso es Tu amor por mí! no puedo entender cómo por Gracia me has concedido tu amor, todo esto y más me hace admirarte y agradecerte pues no sé qué sería de mi vida si no tuviera tu amor. Amén.

domingo, 5 de octubre de 2025

Invitación Divina

 


Invitación Divina

“De ella saldrá su príncipe, y de en medio de ella saldrá su señoreador; y le haré llegar cerca, y él se acercará a mí; porque ¿quién es aquel que se atreve a acercarse a mí? dice Jehová.” Jeremías 30:21

Cuando me dispuse a leer la Palabra de Dios me encontré con este pasaje de Jeremías, al leerlo llamó mi atención la última parte del pasaje, en donde el Señor a través del profeta, manifiesta que a aquél gobernante que ha escogido para Israel lo invitará a que se acerque a Él, porque ¿quién se atrevería a acercarse a Dios sin ser invitado? Esto me impactó demasiado pues justamente días atrás el Espíritu Santo me había llevado a meditar que si nosotros los creyentes podemos tener un tiempo de intimidad con Dios y entrar al Lugar Santísimo, tan sólo es: Primero, por la obra de Jesucristo, como lo dice Hebreos 10:19-22 “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.”

Y segundo, por la iniciativa que Dios ha tomado para invitarnos a tener ese encuentro, como lo relata el pasaje de hoy. Ahora bien, lo que a nosotros los creyentes nos corresponde hacer es aceptar o rechazar dicho encuentro, como le pasó al profeta Samuel en 1 Samuel 3:1-10, quien al escuchar la voz de Dios, sin saber que era Él, decidía levantarse de su cama para ir al encuentro de quien lo llamaba, y de la misma manera deberíamos hacer nosotros.

Hermanos, Dios nos revela a través de este pasaje que si tú y yo podemos gozar y deleitarnos en esos encuentros con Él, no es porque lo hayamos merecido, ganado, comprado o propiciado, sino por la iniciativa de Dios, y por supuesto, por la obra de Jesús en la cruz, ¡tengámoslo muy presente! y démosle la gloria al Señor, pues si podemos entrar a Su Presencia, tan sólo es porque el Padre no nos ve a nosotros sino a Su Hijo Jesucristo en nosotros, y en esta Verdad tú y yo hemos creído (Gálatas 2:20).   Oración.

«Padre, gracias por llamarme en todo momento a tener esos encuentros de intimidad contigo pues en ellos me enseñas y revelas la verdad de tu Palabra, me alientas, reconfortas mi alma, me das descanso y nuevas fuerzas. Gracias Señor Jesús porque Tú eres el único que abrió el camino para que todos nosotros los creyentes pudiéramos conocer al Padre. Espíritu Santo pon en mí el querer aceptar esa invitación Divina y llévame a buscarle en intimidad. Amén.

sábado, 4 de octubre de 2025

Andar en el Espíritu

 


Andar en el Espíritu

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” Gálatas 5:16-17

Para poder entender cómo es que el creyente puede andar en el Espíritu el Señor me remitió a Colosenses 2:6 “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él;” y es que todos recibimos al Señor Jesús POR FE, y es por la misma fe que debemos andar. Para entenderlo un poco mejor quisiera citar las palabras de un escritor de un estudio bíblico que dice: “A medida que nosotros vayamos creyendo lo que dice la Palabra de Dios, es el Espíritu Santo quien hará que esa Palabra se haga una realidad en nuestras vidas”; vemos entonces la importancia de la fe, creer en la verdad revelada por Dios (Romanos 10:17), pues la clave para experimentar lo que significa una vida que le agrade a Dios, no está en nuestro propio esfuerzo, sino, en creer en la obra que ya hizo Jesucristo y que podemos experimentar y disfrutar por el Espíritu, pues el Espíritu Santo es quien nos impulsa conforme la nueva identidad que nos ha dado Jesucristo a seguir viviendo por Él y para Él (Gálatas 2:20; Romanos 8:9, Juan 16:13; 14:26).

El mismo Señor Jesús de manera clara nos revelaba en el devocional del día de ayer que para que tú y yo no desfallezcamos, ni fracasemos en las prácticas básicas para el crecimiento cristiano: Leer la Biblia, orar, tener compañerismo unos con otros, testificar, obedecer y en los otros roles que tenemos que cumplir en esta vida, necesitamos morir a nosotros mismos (Lucas 9:23) y más bien permitir que sea Cristo quien viva en nosotros por medio de Su Espíritu. Si seguimos andando en la carne seguiremos fracasando una y otra vez, no sólo en la oración, como me ha pasado a mí, o a Pedro y los dos hijos de Zebedeo quienes sabían que debían orar, y querían hacerlo, pues el espíritu está siempre dispuesto, pero al tratar de hacerlo en sus propias fuerzas terminaron quedándose dormidos por la tristeza que los embargaba, porque como lo dijo Jesús, la carne es débil y para nada aprovecha (Mateo 26:40-41; Lucas 22:45-46; Juan 6:63).

Hermanos, ¿Queremos vivir una vida que le agrade a Dios? La clave está en dejar vivir a Cristo en nosotros, y para ello es necesaria la fe, y por supuesto, la guía, ayuda y dirección del Espíritu Santo, pues sólo es Él quien nos llevará a experimentar lo que esto significa, por eso es necesario andar siempre en el Espíritu.    Oración.

«Padre, gracias por ese plan perfecto que diseñaste, plan en el que nos revelas que entregaste a tu único Hijo, Jesucristo, por amor, para que fuera Él quien satisficiera por completo la justicia que demandabas por nuestros pecados, y que cuando creyéramos en la obra que Jesús ejecutó a la perfección, pudiéramos acercarnos nuevamente a ti para experimentar lo que significa andar en el Espíritu, una vida que te agrada a ti. Amén.

viernes, 3 de octubre de 2025

A donde Dios te lleve, ve

 


A donde Dios te lleve, ve

«Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén.», Esdras 1:5

El contexto de estos israelitas que subieron a Jerusalén no era nada alentador, habían estado por casi siete décadas cautivas en Babilonia bajo la dinastía caldea sin poder adorar a Dios en su templo, ni cumplir con sus ordenanzas, después de este periodo de tiempo el rey Ciro de Persia conquistó a Babilonia y en su primer año de reinado fue “despertado” su corazón por Dios para que decretara el regreso de los cautivos y la reedificación del templo de Dios en Jerusalén.

Como es de esperarse muchos de estos hombres debieron sentirse tentados a quedarse: ya estaban establecidos y habían echado raíces en esta tierra lejana, el viaje era largo y pesado para sus hijos pequeños y para sus mujeres, y por si fuera poco Jerusalén estaba completamente en ruinas y los enemigos los asechaban por todos lados ¿qué harían allí? Sin embargo, el mismo Dios que despertó al rey Ciro, los despertaría a ellos también para subir y edificar su casa, en otras palabras, para cumplir un propósito que trascendía los límites de lo eterno: reedificarían el centro de la adoración al único Dios vivo y verdadero. Estos hombres vencieron sus temores, dispusieron sus vidas para servir al Señor y lo lograron.

Disponer nuestras vidas para servir al Señor implicará muchas veces hacer cosas sin sentido o ir a lugares inciertos a donde Él nos quiera llevar. La garantía para tener éxito en todos estos iré y venir la guía y dirección del Espíritu Santo, de allí la importancia de vivir en comunión y amistad diaria con Dios.   Oración.

«Señor Jesucristo, siempre que he hecho tu voluntad y me he dejado guiar por tu Espíritu, tu presencia ha ido conmigo y nunca me has dejado. Una vez más y sin importar lo incierto del camino te pido que tu Espíritu lo ilumine y me guíe a donde tú quieras que yo vaya. Amén.   

miércoles, 1 de octubre de 2025

Cuando estemos cansados

 


Cuando estemos cansados

 “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Isaías 40:29-31

Hay diferentes situaciones en la vida que nos pueden llevar a estar más cansados o agotados de lo normal, quebrantos de salud propios o de las personas con que convivimos, noches sin poder dormir, viajes o simplemente imprevistos o emergencias que se puedan presentar y que fácilmente nos desestabilizan o desequilibran de nuestra normal cotidianidad.

Son estos, días en los que nos resulta más difícil, al igual que las demás tareas o actividades, mantenernos en nuestra habitual comunión, conexión e intimidad con Dios, pues tal como lo revela el Señor en Mateo 26:41b “el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” Sin embargo, queridos hermanos, así como también lo declara el Señor en este mismo pasaje, hemos de velar y orar para que no entremos en tentación.

Justamente son estos días con estas circunstancias, tiempos en los que Dios quiere que nos afirmemos en Él, que le conozcamos más y que dependamos de Él. El apóstol Pablo en 2 Corintios 1:9-11 manifiesta con gran confianza, gozo y seguridad que el Señor le permitió, junto con otros hermanos, estar aún en sentencia de muerte, pero fue precisamente para que ellos no confiaran en ellos mismos, sino mejor, en Dios que resucita a los muertos.

La Palabra, en el versículo del día, nos revela que Dios puede multiplicar las fuerzas al que no tiene ningunas y renovarlas en aquel que se siente cansado o agotado; no interesa la condición, estado o edad, sino que dice, los que esperan en el Señor, los que en Él confían y en Él permanecen, tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas, correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.

Hermano, tenemos mucho de Dios que no conocemos, y Él a través de cada circunstancia de nuestra vida, quiere llevarnos a un conocimiento experiencial, profundo, sustancial y revelador de su gracia y su gloria; así que, por esa gracia que nos habita, es decir, Jesucristo por su Espíritu, en todo tiempo velemos y oremos para que en Él estemos permaneciendo y su poder en nosotros fluyendo (Efesios 1:19-20, 3:16, 20-21).     Oración.

«Padre, cuán difícil es en nuestra humanidad y fragilidad, esperar y permanecer en ti; hoy pongo mi confianza en ti, creyendo que Tú en todo tiempo me atraerás a ti y te revelarás a mí, por la gracia de tu Hijo, tu amor y la comunión de tu Espíritu, amén.

martes, 30 de septiembre de 2025

El Señor es nuestro sustento

 


El Señor es nuestro sustento

“Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;” 2 Corintios 1:8-9

Por la rutina de la vida y el paso de los días, nos acostumbramos a ciertos privilegios o comodidades que a diario tenemos, como por ejemplo, la vista, el oído, el alimento, todos nuestros miembros físicos y lo que con ellos hacemos, como caminar y obtener las cosas por nosotros mismos, también el hecho de acostarnos y poder dormir y abrir los ojos a un nuevo dia, entre otras cosas, que a diario disfrutamos.

Entonces, por la repetición día a día de todo ello, podemos llegar a pensar que somos nosotros mismos quienes nos sostenemos o que simplemente las cosas se dan naturalmente, pero hay un hecho muy grave en esto y es el de ignorar la presencia de Dios y la obra que continuamente mantiene para sostener el universo como para sustentar a los moradores de la tierra. Por ello, en este nuevo día es Él quien nos quiere recordar que:

“¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar. Él convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana.” Isaías 40:21-23

Y en Isaías 40:27-31 dice “¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”

De manera que, oyendo la Palabra de Dios que permanece para siempre, no endurezcamos nuestro corazón y seamos de aquellos que por la fe, al igual que el apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios, manifestemos diariamente nuestra confianza, dependencia y sumisión al Dios Eterno y Creador.    Oración.

«Padre Celestial, gracias por este nuevo día que me concedes de vida, salud, alimento y revelación; gracias por la Palabra que envías hoy para darme vida, fe, fortaleza, sustento y esperanza, por Jesucristo, tu amado Hijo, mi Señor y Salvador, amén.

lunes, 29 de septiembre de 2025

Somos casa espiritual

 


Somos casa espiritual

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,” Efesios 4:11-12

Como se nos enseña a través de 1 Corintios 12, el Espíritu Santo reparte de sus diversos dones a cada miembro del cuerpo de Cristo, es decir, a su iglesia, por ende vemos que las actividades o funciones de cada persona varían según el don o dones que reciba; existe don de sabiduría, ciencia, fe, sanidades, milagros, profecía, discernimiento de espíritu, diversos géneros de lenguas, interpretación de lenguas, liderazgo, servicio, enseñanza, exhortación, contribución y misericordia (1 Corintios 12:4-11, Romanos 12:6-8).

Ahora bien, el Espíritu Santo a través de la Palabra también nos enseña que si bien estos dones son dados de manera individual, son para edificación y servicio del cuerpo de Cristo, 1 Pedro 4:10 dice “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.”

Hermanos, la Palabra en 1 Pedro 2:5 nos llama a que seamos edificados como una casa espiritual, para que como dice Efesios 2:21-22, seamos un templo santo en el Señor donde more su Espíritu. De manera que, la gran revelación que el Señor nos está otorgando es precisamente la importancia de la unidad entre nosotros los creyentes, pues si vemos la analogía con un templo físico, este no tiene forma ni propósito, sino hasta que los ladrillos se unen y entonces formen un templo.

Nos edificamos como casa espiritual cuando cada uno según el don que ha recibido lo pone al servicio de los demás, e indudablemente este servicio es llevado a cabo, como dice Hebreos 10:25, no dejando de congregarnos. Queridos hermanos, hemos sido puestos en un mismo cuerpo por un mismo Espíritu, lo que nos indica que para crecer, mantenernos fortalecidos y ser edificados como casa espiritual es necesario que nos mantengamos unidos, orando los unos por los otros y estando pendientes los unos de los otros (Efesios 4:16, 6:18, 1 Corintios 12:25-26).     Oración.

«Padre, gracias por la revelación que nos concedes en tu Palabra acerca de la vital importancia que son nuestros hermanos en Cristo; te pedimos que por tu Espíritu que mora en cada uno de nosotros, nos permitas, a pesar de las diferencias, mantenernos unidos y reunidos, y en amor edificándonos para ser tu templo santo en Jesucristo, amén.

domingo, 28 de septiembre de 2025

Actuar con Dios

 


Actuar con Dios

“Entonces el pueblo dijo a Saúl: ¿Ha de morir Jonatán, el que ha hecho esta grande salvación en Israel? No será así. Vive Jehová, que no ha de caer un cabello de su cabeza en tierra, pues que ha actuado hoy con Dios. Así el pueblo libró de morir a Jonatán.” 1 Samuel 14:45

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:5

Actuar con Dios es lo que hace la diferencia en el servicio o trabajo de los creyentes; equivocadamente solemos pensar que debemos esforzarnos para hacer las cosas para Dios y que sean de agrado para Él, pero esto está incorrecto en el sentido de que nosotros solos o en nuestras propias capacidades realmente nada podemos hacer, pues es justamente lo que el Señor Jesús nos revela en la cita bíblica del día.

Si nosotros verdaderamente queremos agradar y glorificar al Padre, debemos hacer conforme a la voluntad de Él, Juan 15:7-8 dice “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.” Y actuamos conforme a la voluntad de Él cuando permanecemos en Cristo y su Palabra, pues permaneciendo así pedimos según la voluntad del Padre, y nos es concedido finalmente ese fruto para la gloria de Dios a través de Jesucristo.

Actuar con Dios es reconocer que nosotros en nuestras fuerzas o sabiduría nada podemos hacer, tener claro al igual que el apóstol Pablo, que nunca somos nosotros, sino siempre la gracia de Dios con nosotros; La Palabra en 1 Pedro 4:11 dice “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” Y el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo en 1 Corintios 15:10, declara: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes bien he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.”

Hermanos, de ahora en adelante, tengámonos por servidores de Cristo, dejando a un lado la autosuficiencia y confianza en nosotros mismos y mejor, si algo queremos hacer para la gloria de Dios, siempre dependamos y permanezcamos en Jesucristo nuestro Señor.    Oración.

«Padre, en este momento te doy toda la gloria, la honra y la alabanza, pues eres Tú el único digno y merecedor; gracias Señor, por enseñarme que tan solo soy un instrumento en tus manos y que eres Tú quien siempre haces todas las cosas y obtienes la victoria. Te alabo y te bendigo en Jesucristo, amén.

sábado, 27 de septiembre de 2025

Tenemos un Padre proveedor

 


Tenemos un Padre proveedor

“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.” Mateo 11:27

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” Mateo 7:7-11

Cuando el Padre nos es revelado por Jesucristo, uno de los efectos en nuestra alma, es decir, en nuestros pensamientos, sentimientos y voluntad, es la confianza, libertad y seguridad para pedirle a nuestro Papá, así como cuando éramos niños y todo se lo pedíamos a nuestros papás, pues entendíamos que eran ellos nuestros proveedores de todo. Es precisamente tener la seguridad de que si algo pedimos se nos responderá, no siempre recibiendo lo que pedimos, pero sí teniendo una respuesta a nuestra necesidad o inquietud.

Tener la revelación de un Padre Celestial, es tener la seguridad de que nunca estamos o estaremos solos ni desamparados, tal como lo expresa Salmos 27:10 diciendo “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá.” Es recibir para nuestra vida, como un ancla firme y segura, aquella promesa declarada en el Salmo 121, donde se nos dice que el Señor nos guardará de día y de noche, que es Él, nuestro socorro, nuestra sombra y nuestro guardador, que así mismo Él guardará nuestra alma, nos guardará de todo mal y guardará nuestra salida y nuestra entrada por siempre.

Hermanos, cuando vemos y conocemos al Hijo, nos es revelado el Padre; esta es una relación que solo por Jesucristo se nos puede conceder. Por ello, nuestra diligencia y esmero diario, ha de ser permanecer en el Hijo, pues cuando por el Espíritu percibamos la presencia permanente de Cristo en nosotros, el cielo se abrirá y recibiremos todo el amor con que el Padre ama a su Hijo, por cuanto en nosotros, Él lo ve. Colosenses 3:11 dice “donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircunciso, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.” Y Jesús en Juan 17:26 declara “Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.”   Oración.

«Padre, sé que tu amor, la gracia de tu Hijo y la comunión de tu Espíritu, me permiten hoy y todos los días conocer y experimentar cada regalo y cada promesa que en tu Palabra nos has dejado; te alabamos y bendecimos en tu Hijo y la comunión de tu Espíritu, amén.

viernes, 26 de septiembre de 2025

La sangre del pacto eterno

 


La sangre del pacto eterno

“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” Hebreos 13:20-21

El pacto eterno descrito en Hebreos 8:10-12 dice así “Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.”

Ahora bien, la sangre que fue derramada para que este pacto entrara en vigencia o se hiciera efectivo, no es precisamente la de un toro o macho cabrio como lo era en el antiguo pacto, sino mejor, la preciosa sangre de Jesucristo mismo, Hebreos 9:12 hablando de Él dice “y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.”

Como vemos, en este nuevo y eterno Pacto quienes intervienen para que se lleve a cabo es Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo (Hebreos 9:14); sin embargo, si alguna persona quiere ser beneficiaria de éste, todo lo que tiene que hacer es creer, tener fe en lo que la Palabra de Dios está revelando de Jesucristo y su obra de eterna redención y santificación, pues Hebreos 10:38 revela “Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma.” Y Romanos 1:17 expone “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.”

Hermanos, la sangre del pacto eterno, nos ha concedido valiosas y preciosas promesas, Oración.

«Padre, gracias por el Espíritu Santo que has enviado a morar en mí; gracias, oh Dios, porque sin Él que es quien conoce y escudriña todo de ti, jamás yo podría ver ni entender lo que por mí en Jesucristo has hecho y me has concedido. Gracias Padre, Hijo y Espíritu Santo, amén.

jueves, 25 de septiembre de 2025

Fuerza y agilidad

 


Fuerza y agilidad

“Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar” Habacuc 3:19

“Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas; Quien adiestra mis manos para la batalla, Para entesar con mis brazos el arco de bronce” Salmos 18:33-34

“Dios es el que me ciñe de fuerza, Y quien despeja mi camino” 2 Samuel 22:33

Es increíblemente común en nuestra vida vernos abrumados ante situaciones complejas, muchas veces sumergirnos en los afanes de la vida, el trabajo, las obligaciones, la economía, los retos entre otras. Pero, ¿cuál debe ser nuestro entendimiento cuando tenemos estos inconvenientes?

La Palabra de Dios hoy, nos habla acerca de ciervas o gacelas que pueden subirse a una montaña rocosa, escalar y pasar sobre terrenos resbaladizos realmente difíciles de recorrer, pero lo hacen con agilidad, seguridad y total confianza, como si no fuera nada complejo o como si estuvieran en la pradera.

Tenemos desafíos diarios que ponen a prueba nuestras capacidades y sentimos que no podemos, que no damos más, pero allí es donde nuestra suficiencia no debe depender de nosotros mismos, sino de Dios, tal como se expone en 2 Corintios 3:5 diciendo “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”.

Hermanos, descansar, esperar y confiar ante toda situación en nuestro Dios y su promesa para nosotros, creyendo que de Él viene nuestra fortaleza y es Él quien nos da la competencia, es quien hará que finalmente en todo salgamos victoriosos. Hemos de confiar que Él va delante de nosotros, abriendo y preparando el camino, y que así mismo obra en nosotros concediéndonos la sabiduría, la agilidad y la destreza que necesitamos en cada día de nuestra vida, para que aun en las montañas más altas, rocosas y peligrosas seamos como esas ciervas o gacelas. Oración.

«Padre, gracias porque siempre eres fiel. Cuando pasamos por días difíciles y restantes, Tú nos das nuevas fuerzas, Tú eres nuestra fortaleza; gracias por hacer nuestros pies como de ciervas y darnos la sabiduría y destreza para andar aún en las montañas más altas y rocosas, amén.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Multiplica la gracia y la paz en tu vida

 


Multiplica la gracia y la paz en tu vida

 “Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.” 2 Pedro 1:2

La gracia que es la bondad o el favor inmerecido de Dios, junto con su paz que no es solamente una ausencia de conflictos, sino más bien, un estado de armonía, seguridad, prosperidad y bienestar integral, dice la Palabra que pueden multiplicarse en nuestra vida por medio del conocimiento de Dios y de nuestro Salvador.

Muchas veces solo por desconocimiento o ignorancia de la Palabra de Dios vivimos llenos de preocupaciones, culpas, incertidumbres y desesperanza; sin embargo, lo que Dios quiere es que vivamos siempre confiados, libres, seguros y en paz independiente de las épocas o las circunstancias.

Vemos en el caso de Daniel, registrado en el capítulo 6 de ese libro, que este joven a pesar de estar en una situación límite, expuesto a la muerte en un foso lleno de leones, siempre estuvo confiado y tranquilo, pues el conocimiento del Dios a quien servía y su comunión constante con Él, le llevaron a una seguridad tal, que él confiaba plenamente en el favor que recibiría del Señor y aun en esa situación su corazón se llenó de una paz sobrenatural.

Hermanos, tenemos la oportunidad cada día de multiplicar la gracia y la paz de Dios en nuestra vida, para ello debemos crecer en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor; el Espíritu Santo que en nosotros está es nuestro maestro, Él nos revelará, enseñará y recordará toda la gracia que inmerecidamente, por Jesucristo, Dios nos ha concedido y así mismo por su Espíritu, el Señor en toda situación guardará nuestro corazón y pensamiento en Jesucristo con su paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:6-7, Gálatas 5:22).   Oración.

«Padre, gracias por toda la paz y la gracia que hoy me permites disfrutar, gracias porque es por esa revelación que continuamente me das de ti y de tu Hijo por tu Espíritu, amén.