El Espíritu
Santo está “sobre” y “en” nosotros
“Y Jesús
volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la
tierra de alrededor. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado
por todos. Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró
en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el
libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde
estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido
para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados
de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner
en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y
enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la
sinagoga estaban fijos en él”. Lucas 4:14-20
Jesús
regresó al pueblo de Nazaret, donde se había criado y como era su costumbre fue
a la sinagoga el sábado y se levantó a leer el libro de Isaías. Donde dice: “El
Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas
nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a
pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a
los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. El versículo 20 nos dice
también que “se sentó en el lugar del predicador”, y eso nos da la impresión de
que había terminado; pero lo que quiere decir realmente es que se disponía a
empezar, porque el predicador siempre se sentaba para hacer el sermón, y los
rabinos daban las clases sentados. Al terminar todos los ojos estaban puestos
sobre Él y exclamó: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”,
Lucas 4:21.
Pero todos
se preguntaban: “¿no es este el hijo de José?”. La gente de la sinagoga se
enfureció cuando le oyó decir eso, y se levantaron de sus asientos y le sacaron
a empellones fuera del pueblo, y le llevaron a la cima de la colina en la que
está situada su ciudad para despeñarlo. Pero Él anduvo en medio de todos, y se
marchó.
Todos los
dones y las gracias del Espíritu estaban sin medida sobre Él y en Él. Por
Cristo pueden los pecadores ser librados de la culpa, por su Espíritu y su
gracia, todos pueden ser liberados de las ataduras de la corrupción. Él vino
por la palabra de su evangelio a traer luz a quienes estaban en tinieblas, y
por el poder de su gracia, a dar vista a los que estaban ciegos. Su mensaje fue
distinto al de Juan que era de juicio y arrepentimiento, las buenas nuevas eran
de amor y liberación.
Ese llamado
a compartir el evangelio es la visión del corazón del Padre y Jesús nos ha dado
su autoridad en este mundo por su Palabra para hacerlo, pero también nos ha
equipado con su Espíritu, para que podamos cumplir con la Gran Comisión. Como
Jesús podemos ser rechazados al proclamar su mensaje, pero no debemos negarlo,
sino honrarlo siendo obedientes a su mandato, Él es el Hijo de Dios, el
Salvador de los hombres, es la única provisión de Dios para esta humanidad
perdida en sus delitos y pecados.
Hermanos
pidamos la llenura de su Espíritu, porque es solo en su poder que podemos
proclamar a Jesús como el Salvador del mundo.
Oración.
«Querido Padre, te doy gracias por haberme alcanzado con tu salvación, a través de tu Hijo Amado que dio su vida por mí en la cruz, para perdonarme y darme vida eterna. Gracias por enviar tu Santo Espíritu a mi corazón y equiparme de igual manera que a Jesús, para cumplir con la misión de tu corazón, que es ganar muchas personas para el reino de los cielos. Ayúdame y dame fuerzas, porque sé que seré rechazado, perseguido y vituperado por causa del evangelio, amén.
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