domingo, 3 de julio de 2022

Mi poeta

 


Mi poeta

“Toda tú eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha”, Cantares 4:7.

“Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento”, Cantares 7:10.

El libro El cantar de los Cantares, como lo habíamos dicho en el devocional previo, es un poema sublime al amor verdadero entre un esposo (un pastorcillo) y su esposa (la sulamita). Esta historia de amor se ve empañada por un tercer personaje: el rey Salomón, que trata a toda costa de conquistar el corazón de ella y la lleva cautiva a sus palacios, separándola de su amado y prometiéndole riquezas, fama y poder. Esta mujer que tiene muy claro que el pastorcillo es “al que ama su alma” (Cantares 3: 1-3), no se deja seducir por los deseos de la carne, ni de los ojos, ni por la vanagloria de la vida que le ofrece el rey, sino que permanece firme esperando y deseando su reencuentro con el hombre que le había robado su corazón para siempre y con quien había comprendido y experimentado las delicias del amor verdadero: un amor que todo lo espera, que todo lo puede y que todo lo soporta.

Jesucristo es ese pastorcillo que robó nuestro corazón y nos demostró que estaba dispuesto a todo por nosotros, nos dio nada menos que su vida. Su muerte en la cruz redimió (pagó) nuestros pecados pasados, presentes y futuros y su resurrección nos dio una nueva naturaleza donde a pesar que nos seguimos equivocando porque somos humanos, nos duele el pecado y por eso nos arrepentimos y volvemos a Dios cuantas veces sea necesario.

El rey Salomón que representa el sistema de valores de este mundo, tratará a toda costa de robar nuestra alma y corazón, por eso ceder NO es una opción, como no lo fue para la sulamita.

Nuestro prometido: JESUCRISTO, el amado de nuestra alma, viene pronto por nosotros, preparémonos para su venida. Que nuestra vida sea un poema de amor para Él.  Oración.

«Señor Jesús, tus palabras son siempre como un poema a mi alma, me levantas, me perdonas, me limpias. Y aunque no merezco ni una sola gota de tu amor lo recibo y te pido que me ayudes a corresponderte, deseo que mi vida sea un cántico de alabanza a tu nombre y motivo de tu contentamiento. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito. 

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