martes, 7 de junio de 2022

¿Quién es el enemigo delante del Dios viviente?

 

¿Quién es el enemigo delante del Dios viviente?


“Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?”, 1 Samuel 17:26

El libro de Samuel nos describe una de las historias bíblicas más conocidas por los creyentes y es la de David y Goliat. Y aunque al parecer la conocemos de memoria, pareciera ser que ignoramos o no entendemos lo que Dios a través de ella nos revela. Y es que si la examinamos detalladamente podremos encontrar cómo la misma estrategia que utilizó Goliat para intimidar a Israel, el pueblo escogido por Dios, sigue siendo utilizada hoy en día ante nosotros, los que hemos sido comprados con la sangre preciosa de Jesús, para incitarnos a vivir bajo el temor. Y esta estrategia no es otra que utilizar la voz del engaño, pues con ella el enemigo alardea de día y de noche su “aparente” condición de fuerza, poder y grandeza, manifestando con esto que él está por encima del pueblo de Dios.

La biblia nos muestra cómo esto afectó en gran manera a Israel pues podemos observar que a medida que la voz de Goliat y sus amenazas se escuchaban y el pueblo daba credibilidad a sus palabras, el enemigo lograba su cometido, pues se generaba duda y temor en el corazón del pueblo. ¿Nos parece esta estrategia conocida? Pues, si reflexionamos: ¿cuántas veces han llegado a nuestros oídos estas mismas palabras, que cuando creemos en ellas, nos generan temor ante una dificultad; nos hacen olvidar de nuestra identidad en Cristo y genera desconfianza en nuestra relación con Dios? Pensaremos que esto no nos pasa, pero la verdad es que sí, pues el enemigo como dice 1 Pedro 5:8b “como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar”. ¿Y cuántas veces creemos que el enemigo hace esta búsqueda? ¿Una sola vez, dos o tres veces? Si analizamos el pasaje, veremos que diariamente, durante el lapso de 40 días, el enemigo fue tras la caída de Israel, y de esa misma forma o peor, irá tras la nuestra; ya que al igual que Goliat, el maligno nos está lanzando dardos de fuego, de temor, de tristeza, de ansiedad, de desconfianza; dardos que Dios sabe podemos esquivar, pero no solos, pues únicamente se logra hacer con la ayuda, guía y dirección de su Espíritu Santo.

Tal como lo dice el pasaje principal, nosotros somos escuadrones del Dios viviente y como soldados debemos estar todos los días preparados, con nuestra armadura espiritual puesta, listos para que en cualquier momento que se presente una batalla podamos responder, defendernos y salir victoriosos. ¿Y cuál es esa armadura de la cual se nos habla? Pues no es otra que: El cinturón de la verdad; la coraza de la justicia de Dios; el apresto del evangelio de la paz; el escudo de nuestra fe (identidad en Cristo); el yelmo de la salvación, quien es el que protege nuestros pensamientos; la espada del Espíritu (la palabra de Dios), todo esto acompañado de la oración y guía de nuestro Ayudador (Efesios 6:13-18).

¡Hermanos! Sin duda alguna Dios quiere que de en medio de su pueblo se levanten personas como David, que alcen su voz y le recuerden, no solo al enemigo, sino también a todos los creyentes: ¡quién es nuestro Dios viviente!, ¡que nosotros somos parte de los escuadrones del Dios viviente! Que no debemos andar en temor, sino como esforzados y valientes, pues no somos de los que desmayan, de los que pierden el conocimiento que tienen de Dios, sino que somos aquellos de los que en todo momento tienen presente que Él es quien está con nosotros (Josué 1:9)    Oración.

«Gracias Padre por permitirme escudriñar tu palabra y por revelarme la verdad a través de tu Espíritu Santo que mora en mí, tu verdad es la que me hace libre y por eso hoy te exalto. Gracias porque a medida que escudriño más y más las Escrituras puedo llenarme de valor y apropiarme de la victoria que tú ya me has dado por medio de la fe en tu Hijo Jesús. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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