viernes, 20 de mayo de 2022

El Dios que me ve

 

El Dios que me ve


“Además, le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará. Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve?” Génesis 16:11-13.

Después del pacto que Dios hizo con Abraham, esta toma una determinación que ha tenido consecuencias hasta el día de hoy. Esta acción de Abraham indica la lucha humana en la vida de espera en Dios y en sus promesas. Cuando no sabemos esperar, cometemos errores que traen resultados que no son los mejores, como en el caso de Agar la sierva de Sara; en vez de haber sido una bendición, se volvió un problema que hasta la fecha no se ha resuelto.

Al ver que no tenía descendencia, habiendo escuchado con anterioridad la promesa de Dios de que le daría un hijo, y el largo tiempo de espera para su cumplimiento, Abraham desesperó, debilitó su fe y no consultó a Dios; por lo que, junto con Sara, tomaron la decisión de que Agar fuera la madre biológica de su hijo y ella la madre legal. Las leyes que se practicaban en ese tiempo no contradecían la moral y la religión y se podía tener prole si la esposa era estéril a través de sus siervas. La solución fue humana y no divina para dar cumplimiento a la promesa dada por Dios, lo cual fue una equivocación que trajo rencilla entre las dos mujeres, al punto de que Agar tuvo que huir a Egipto.

Ningún proyecto humano puede sustituir el plan establecido por Dios en su palabra. Este plan que fue totalmente humano, causaría tanto conflicto desde el principio hasta hoy día. La estabilidad mundial depende en gran parte de la precaria y hostil relación política entre el estado de Israel y las naciones árabes, descendientes de Ismael.

Finalmente, Agar regresa a someterse a la autoridad de Sara y Abraham y nace Ismael, cuyo nombre significa “Dios escucha”; a pesar que este hijo no fue parte del plan de Dios, el Señor escucha a Agar y su aflicción.

En este pasaje es la primera vez que Dios es llamado “El-Roi”, que significa “el Dios que me ve”. No existe ninguna circunstancia de nuestra vida que escape de su conocimiento y cuidados paternales; Dios nos conoce y a nuestros problemas también. Como Agar, es fácil sentir que Dios nos ha olvidado cuando pasamos por momentos difíciles e injustos, pero saber que es “Dios el que nos ve” debe ayudarnos a vivir por fe. Él nos encuentra en medio del desierto para tendernos su mano; es el Dios de misericordia que nos trata mejor de lo que merecemos.

A pesar de los errores que cometemos o que otros hacen con nosotros, cuando hemos sido víctimas de abuso, opresión y desprecio, Dios interviene con misericordia en nuestras vidas y no solo somos perdonados, sino que obtenemos justicia a través de la fe en su Hijo Jesús, para que nos levantemos y sigamos adelante hacia el propósito que Dios tiene para cada uno de nosotros.   Oración.

«Amado Señor, cuando siento que mi fe se debilita a pesar de que conozco tus promesas, porque no veo todavía la respuesta a mi situación y me lleno de angustia e incertidumbre, eres el Dios que me ve, que te haces presente en los momentos difíciles de mi vida, a través de la presencia consoladora de tu Espíritu. Ayúdame a ir a ti y no buscar soluciones por medios humanos, porque puedo estar apartándome de tu voluntad, de tu protección y cuidado. He orado en el precioso nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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