martes, 26 de mayo de 2020

Un mandato, un modo, una bendición


Un mandato, un modo, una bendición

“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; que no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” Josué 1:9
“Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” Colosenses 3:17
“He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto.” Isaías 52:13
El Señor en su Palabra, que es camino, pone delante de nosotros escoger entre el camino de vida y el camino de muerte, porque su palabra siempre nos plantea la disyuntiva de aplicarla a lo carnal o a lo espiritual y en ambos casos surte el efecto que Él establece en ella porque su Palabra es la verdad, y se cumple.
Si nosotros en nuestros propósitos humanos nos esforzamos y somos valientes, no tememos ni desmayamos porque confiamos en que Dios está con nosotros en dondequiera que vayamos y, si todo lo hacemos en el nombre de Jesús y le damos gracias a Dios por medio de Él, de seguro que seremos prosperados, engrandecidos y exaltados en aquello por lo que humanamente luchamos.
Ahora bien, si nuestro esfuerzo, valentía y lucha sin desmayar está enfocada a lo espiritual, y todo lo que hagamos sea de palabra o de hecho en pos de nuestros propósitos espirituales lo hacemos en el nombre de Jesús y damos gracias a Dios por medio de Él, cuánto más seremos prosperados, engrandecidos y exaltados y, nuestro nombre, será puesto muy en alto, en la gloria eterna de Dios.
La diferencia entre lo uno y lo otro es que si nuestro esfuerzo, valentía y lucha incansable está en lo terrenal, estamos luchando por lo perecedero, por lo vano y por lo intrascendente, pero si nuestro objetivo es por lo espiritual estamos luchando por lo eterno. “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” (Gálatas 6:8)   Oración.
«Amado Padre Celestial, sabemos por tu Santa Palabra en la cual creemos firmemente, que tú nos amas con un amor que supera nuestro propio conocimiento y, en ese amor de Padre Perfecto, nos mandas a hacer lo que a nosotros conviene, como maestro nos indicas el modo de hacerlo correctamente y estableces la bendición por la obediencia. Padre, llénanos con tu Santo Espíritu y danos Señor la sabiduría y la inteligencia para conocer lo que tú nos mandas, la humildad para obedecer, la decisión para actuar y el agradecimiento para recibir el fruto de la obediencia. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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