sábado, 16 de mayo de 2020

Lo que Dios espera del hombre y lo que recibe de él


Lo que Dios espera del hombre y lo que recibe de él
“Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento” San Marcos 12:29-30
“Dice pues el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.” Isaías 29:13
“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fuese frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3:15-16
En estos versículos de la Biblia encontramos por un lado a Dios diciéndole a su pueblo primero que oiga, segundo que sepa que Él es uno y que lo ame con todo su ser. Que lo oiga porque la fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10:17) y porque sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe y que es galardonador de los que le buscan. (Hebreos 11:6) Que Él es uno porque así lo asevera cuando dice “Yo soy Dios, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí;” (Isaías 45:5) Y que lo ame con todo su ser, porque a Él solo lo hallará aquel que lo busca con todo su corazón y toda su alma. (Deuteronomio 4:29)
Por el otro lado, Dios encuentra que el hombre se acerca a él solamente con su boca y con sus labios le honra, pero su corazón está lejos de Él y que su temor de Dios no proviene de haber escuchado su Palabra, sino de escuchar mandamientos de hombres. Encuentra a un hombre tibio e indeciso que no sabe si vivir en la carne o en el Espíritu; si servir a Dios o al mundo y en este aspecto Dios es contundente “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” (Lucas 11:23) y además, al que es tibio y no frío ni caliente, lo vomita de su boca.
A los llamados de su nombre Dios nos creó, formó e hizo para honra y gloria suya y, nosotros, solo podemos glorificarle si andamos en obediencia a la voz de su Palabra, con el temor de Dios en nuestro corazón, honrando y exaltando su nombre en todos los tiempos, momentos y circunstancias de nuestra vida.  Oración.
«Padre, Señor y Dios nuestro; a todos nos creaste, nos formaste y nos hiciste para honra y gloria de tu nombre pero nosotros nos desviamos de tus caminos, nos apartamos de ti y anduvimos en nuestros propios pensamientos y deseos de la carne, por ello Padre amado ten misericordia de nosotros y no nos mires ni nos castigues conforme a nuestros hechos, sino míranos conforme a la multitud de tus misericordias y perdónanos; lávanos y purifícanos con la sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo, restáuranos delante de tu santa presencia y susténtanos con la diestra de tu poder para continuar andando en tus caminos y obedeciendo a la voz de tu Palabra. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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