domingo, 18 de febrero de 2018

Levántate y resplandece!


Levántate y resplandece!
«Para esto Dios los llamó por nuestro evangelio, a fin de que tengan parte en la gloria de nuestro Señor Jesucristo» (2 Tesalonicenses 2:14)
El mandato claro de la Palabra de Dios para quienes vivan los últimos tiempos es que sean intrépidos al enfrentar las tinieblas. Hablando a través del profeta Isaías, el Espíritu del Señor ordena a los suyos:
            « ¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado!
¡La Gloria del Señor brilla sobre ti!
Mira, las tinieblas cubren la tierra,
y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos.
Pero la aurora del Señor brillará sobre ti;
¡Sobre ti se manifestará su gloria!
Las naciones serán guiadas por tu luz,
y los reyes, por tu amanecer esplendoroso»
-Isaías 60:1-3-


Por cuanto la segunda parte de Isaías 60 contiene referencias al milenio, adicionalmente algunos ubicaron el cumplimiento de todo este capítulo en tiempos futuros. Pero déjeme preguntarle algo: ¿cubrirán las tinieblas la tierra durante el milenio? Durante el glorioso reinado de Cristo cuando la muerte, el pecado y la aflicción desaparezcan, ¿se cernirá densa oscuridad sobre los pueblos? La verdad es que, aunque la profecía de Isaías ciertamente concluirá en el milenio, comienza durante las últimas horas de esta era.

Claramente, estos tres primeros versículos de Isaías 60 son un claro mandato de Dios para antes del arrebatamiento y antes del milenio. El Señor nos llama no solamente a soportar las tinieblas sino a levantarnos en su gloria manifiesta. La gente puede discutir sobre el momento del arrebatamiento, pero lo que estoy aquí presentando no molesta a ninguna escatología popular. Estoy diciendo que entre el ahora y cualquier escenario que usted crea habrá un tiempo de Gloria en aumento para los verdaderos seguidores de Cristo.

Algunos de nosotros nos sentimos derrotados, otros, cansados y debilitados por la creciente oscuridad en el mundo. Y es precisamente en esta situación en la cual la depresión podría atrapar nuestras almas que se nos manda levantarnos. Arrojar de nosotros la opresión no es precisamente un acto de fe; es un acto de obediencia. Es tiempo de cancelar los planes de ser infelices. ¡Mediante la sangre de Cristo rompemos el pacto con la muerte y las tinieblas y obedecemos la voz de nuestro destino!

Alguien podría argumentar: es que usted no conoce mis dificultades. Escuche cómo traduce el mandato de Dios otra versión de Las Escrituras: « ¡Levántese [de la depresión y la postración en que lo han mantenido las circunstancias, y elévese a una nueva vida]!» (AMP). En este preciso momento, mientras lee estas páginas, nueva vida de la presencia de Dios desciende a su espíritu. ¡Recíbala! ¡Acéptela! ¡Obedézcala!

Como puede ver, el plan de Dios es que, aquí en la tierra, en nosotros, sea revelada la gloria del Señor. La luminosa y radiante luz de su presencia, la que brilló en el rostro de Moisés, la que inundó el templo de Salomón durante su dedicación, la que irradió de la persona de Jesús y envolvió a los discípulos en el monte donde se transfiguró el Señor, esa luz de la presencia de Dios brotará de nuestro interior al final de la era. Esta misma gloria divina aparecerá sobre nosotros en los años previos a la segunda venida del Señor en niveles siempre progresivos de brillantez.

En realidad, esta gran obra de gracia ya comenzó. Somos parte de la expansiva reparación que el Espíritu Santo efectúa. Dios reúne a su pueblo. Aprendemos a humillarnos en arrepentimiento y oración, y descubrimos la amistad y la unidad con otros cristianos. No hay duda que nuestra reconciliación y la superación de las barreras étnicas y denominaciones conllevan una inconmensurable recompensa. A medida que «se levanten todos los valles, y se allanen todos los montes y colinas… se revelará la gloria del Señor, y la verá toda la humanidad» (Isaías 40:4-5).

¡Dios nos está calificando para recibir Su esplendor! ¡Las naciones serán guiadas por su luz, y los reyes, por su amanecer esplendoroso!

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