viernes, 16 de abril de 2021

Imitadores de Dios, parte

 


Imitadores de Dios, parte 1

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.” Efesios 5:1

Existe algo muy particular en la naturaleza de todo ser viviente y es el hecho de imitar o quererse parecer a alguien; esto con el fin de encajar o sentirse parte de un grupo o comunidad en particular.

Por naturaleza, lo primero que hacemos es observar a las personas que tenemos a nuestro alrededor, nuestros padres, hermanos, abuelos y demás personas mayores a nosotros, y a medida que los conocemos y pasamos tiempo con ellos empezamos a decir, hacer e incluso pensar como ellos; la pregunta es, ¿estaremos eligiendo correctamente nuestro modelo a imitar?, ¿sabemos quiénes somos y a qué estamos llamados?

La Palabra de Dios en el versículo de hoy nos hace un llamado muy especial y sorprendente, y es a imitar a Dios como hijos amados.

Un hijo amado es aquel que su padre educa, corrige, provee, perdona, ayuda y siempre está presente en su vida; de la misma manera un hijo amado es aquel que a su padre escucha, respeta, obedece, honra y admira de tal forma que algún día quiere llegar a ser como Él. Entonces, ¿será que nosotros somos hijos amados por nuestro Padre Dios? Su respuesta es, con amor eterno te he amado (Jeremías 31:3a); ahora ¿será que nosotros nos estamos comportando como hijos amados?, ¿estamos siendo esos hijos que anhelamos pasar tiempo con nuestro Padre celestial para aprender más de Él y poder imitarlo?

Nuestro mayor ejemplo de comportamiento de hijo amado lo tenemos en nuestro Señor Jesucristo, Juan 5:19 dice “Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.” Jesús imitaba a su Padre porque veía lo que Él hacía, indudablemente Cristo pasaba mucho tiempo con su Padre, tenía una relación muy íntima con Él y cada día en la mañana conocía lo que pensaba, sentía y deseaba hacer, lo que directamente lo llevaba a honrarlo, glorificarlo y hacer su voluntad el resto del día.

Entonces, la clave para poder ser esos imitadores de Dios como hijos amados está en la cantidad y calidad de tiempo que dediquemos a compartir con nuestro mejor modelo, nuestro Dios y Padre; conocerlo es nuestro primer paso para llegar a imitarlo.

Hermano, tienes muchas personas a tu alrededor observándote, asegúrate que cuando te vean quieran ser como tú porque ven a Dios en ti.  Oración.

«Papito Dios, eres mi más grande modelo de excelencia, santidad y perfección, quiero como tu hijo amado imitarte en todo y ser la persona que tú quieres que yo sea. Te doy gracias, Señor porque no me has dejado solo, sino que has enviado a tu Santo Espíritu para que me guíe y me ayude en mis momentos de dificultad y debilidad; gracias por tanto amor, en el nombre de Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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