martes, 9 de mayo de 2017

Salmos 9:1-2


Salmos 9:1-2

Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en Ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo.

Dios es grande. Dios es maravilloso. La vida es difícil y la carne no ayuda. Cada uno de nosotros debe aprender a discernir entre lo carnal y lo espiritual. Entre los deseos personales y los de Dios. Cuando ejercitamos esta manera de pensar y actuar, nuestras palabras comienzan a ser de alabanza, alegría y regocijo hacia Jehová. Finalmente, compartimos sus maravillas con los demás.

Estos versos sirven mucho para evaluar tu nivel espiritual y comunión con Dios y te voy a decir por qué. Hay dos opciones: que te sientas identificado con David y sus palabras o que no te identifiques con ellas. Cuando uno se encuentra en la primera instancia, es en el momento en que se ha permitido que Dios gobierne en su vida y deja que Él guíe sin importar las consecuencias o lo que uno desea. Por otro lado, en la segunda instancia, esas personas son las que conocen de Dios, le han escuchado y quieren recibir sus bendiciones, pero nunca agradecen por lo que tienen o se les ha dado. Para ellos no hay nada que contar a los demás. Quieren más. piensan que merecen más. Piensan que Dios debería darles como a otras personas les ha dado. Ahora te pregunto ¿de qué lado estás? No hay pretextos ni explicaciones. Simplemente abre tu corazón ante Jehová y date cuenta realmente de dónde estás parado. No te escondas de tu realidad. A Dios no lo podemos engañar.

Escribir estos devocionales tiene como finalidad que las palabras del salmo de hoy se vuelvan realidad en tu vida. Espero poder motivarte para que, conforme atraviesas distintas pruebas en tu vida, puedas ver la mano de Dios y sus milagros sean evidentes en cada paso que des y así poder cantarle, alabarle y vivir agradecido. Entregar mi vida al Dios de la biblia es lo mejor que he hecho en mi vida. Hoy escribo para contar sus maravillas y espero te anime a que cuentes las tuyas.

Oración

Padre: gracias. Tu amor no lo merezco y sin embargo lo derramas sobre mí de manera infinita. Alabado seas. Me lleno de gozo al saber que tienes cuidado de mí y que puedo acudir ante Ti cuando atravieso cualquier situación. Gracias por tu palabra y la oportunidad de leerla y estudiarla libremente. Te pido perdones mis pecados y que mi vida sea un testimonio constante de las maravillas que haces. Gracias mi Señor. En Cristo Jesús. Amén

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