Un verdadero profeta
«El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero
el que profetiza, edifica a la iglesia...», 1 Corintios 14:4
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con
vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”, Mateo 7:15
La palabra profeta se usa en relación con grandes profetas de
la Biblia como Isaias, Jeremías, Daniel o Elias, pero también, se ha entendido
de manera equivocada, que se refiera a personas que supuestamente dicen cosas
que van a pasar en el futuro, como una especie de adivino. Muchos han sido
manipulados o sugestionados por este tipo de mal llamados profetas. Según la
Biblia un profeta no es un adivino, ni el que te dice cosas que van a pasar en
el futuro sino alguien que tiene un mensaje de Dios, como inicia Hebreos 1:1
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los
padres por los profetas,;”, pero que además debe comunicarlo fielmente como por
ejemplo en Ezequiel 11:5: “Y vino sobre mí el Espíritu de Jehová, y me dijo:
Di: Así ha dicho Jehová: Así habéis hablado, oh casa de Israel, y las cosas que
suben a vuestro espíritu, yo las he entendido.”, el profeta comunica, incluso
de diversas maneras el mensaje que Dios quiere llevar a su pueblo, pero en el
contexto correcto y en el tiempo específico de manera precisa.
Sin embargo, los profetas dieron mensajes incómodos para el
pueblo de Israel, denunciando el pecado y las injusticias que practicaba el
pueblo, también su religiosidad, por eso la mayoría de ellos fueron amenazados,
perseguidos o acusados injustamente, incluso llevados a la muerte; denuncia que
el mismo Señor Jesucristo hizo en Mateo 23:37 y sus discípulos lo recalcaron
(Hechos 7:52).
El profeta recordaba al pueblo su identidad, propósito, hacia
dónde van y hacia dónde deberían ir. Dios cuando hablaba del futuro por medio
de los profetas, le interesaba más el hecho presente. Es decir que el mensaje
dado, transformara el corazón de los que escuchaban el mensaje y los llevara a
la obediencia en el tiempo presente.
La razón es que Dios no quiere que la gente viva con temor o
ansiedad del futuro sino que manteniéndose fieles a la dirección de Dios,
cumplan su propósito.
Es decir, el fin de la profecía es alentar al pueblo para que
se mantenga fiel a Dios, pero su énfasis principal no es el predecir hechos
futuros para alentar la curiosidad.
En pocas palabras su tarea esencial no era predecir el
futuro, sino más bien denunciar el pecado del pueblo cuando se apartaba de Dios
y también ser “atalayas”, anunciando el inminente peligro del avance del mal
ante la desobediencia a la Palabra de Dios. Por esto, el pueblo muchas veces no
quería escuchar: “Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere
oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de
corazón” (Ezequiel 3:7). Oración.
«Padre en tu palabra está la paz y la esperanza, Cristo
mismo, anunciado por los profetas con siglos de anticipación para que no haya
duda de tus planes de salvación y amor con la humanidad, y con cada uno de
nosotros. Permítenos atender tu palabra y mantenernos fieles a ti en cualquier
tiempo. En el nombre de Jesús, amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario