lunes, 27 de enero de 2014

Una entrega sincera

Una entrega sincera

Testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu.

Romanos 1:9

En la actualidad, empleamos la palabra espíritu de la misma manera que el apóstol Pablo la empleó en el versículo de hoy. Pudiéramos observar a un deportista que juega muy bien y entonces comentar que mostró un espíritu fogoso, que significa que todo su ser estaba participando en su esfuerzo. Cuando estaba en la universidad, el premio "Espíritu de equipo" se le daba al jugador de fútbol que hiciera el mayor esfuerzo en el terreno. Esa es la forma en la que Pablo servía al Señor.

Pablo nunca sirvió al Señor sin una entrega sincera. Al hacerlo así, se distinguió de los mercenarios, cuyo trabajo era externo y no sincero (Jn. 10:11-13). Así que sea como Pablo, y haga un esfuerzo sincero en su servicio a Cristo.    El servicio como adoración

Que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

Romanos 12:1

Cuando muchos piensan en la adoración, se imaginan los vitrales de una iglesia y los inmensos órganos. Pero en la Biblia, la misma palabra que se emplea para describir la adoración también significa servicio.

La mayor adoración que puede rendírsele a Dios es servirle. Para Pablo, el servicio significaba una entrega absoluta.

Pablo le escribió a Timote "Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia" (2 Ti. 1:3). Pablo estaba diciendo que se podía mirar en lo más íntimo de su ser y ver que servía a Dios con todo su ser. El servicio de Pablo era un acto de adoración. Era profundo, genuino y sincero. Esa es la verdadera medida de la genuina espiritualidad. La única forma de servir a Dios es con una entrega absoluta.

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