Gozosos,
sufridos y constantes
«En lo que
requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;
gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración».
Romanos 12:11-12
Jesús en sus
enseñanzas jamás prometió un camino fácil, por lo contrario, les dijo a los
discípulos «Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que
a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois
del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece» (Juan
15:18-19).
La biblia
dice que el creyente no deja de gemir conjuntamente con la creación que se
halla bajo dolores de parto, pero la actitud del cristiano frente a la
tribulación debe ser diligente, eficaz y con esmero, basada en la seguridad de
que Dios ha de cumplir sus propósitos, tanto en la vida del creyente, como en
toda la congregación. Y no solo hemos de ser sufridos, soportando el peso de la
tribulación, sino también gozosos, pues el Señor está con nosotros y la carga
con él se hace llevadera.
El llamado a
la esperanza se basa en la recompensa final con Jesús. Pablo dice que servimos
a Dios gozosos en la esperanza, no gozosos en los resultados, o sea que debemos
hacer todas estas cosas con la vista puesta en el reino de Dios. Nuestra
esperanza está en Jesús y la vida eterna con Él. La verdad debe irradiar en
nosotros, y al ser esta nuestra verdad, entonces cualesquiera que sean las
pruebas siempre podemos estar felices por el hecho de que tendremos un futuro
con Jesús.
Otro aspecto
indiscutible es la constancia en la oración, la biblia dice: «Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro» (hebreos 4:16). Sin este contacto constante
con el trono no es posible estar gozosos en la tribulación, ni cabe la
posibilidad de servir al Señor con eficacia y perseverancia, así como lo anota
Efesios 6:18: «orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu,
y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos».
Hermano, sin
lugar a dudas la aflicción y la angustia hacen avivar el espíritu de oración y
volver los ojos a Dios, en tanto que la abundancia suele adormecer el espíritu
y dejar de lado a Dios. Por tanto, seamos diligentes, útiles, gozosos en el
sufrimiento y fervientes en la oración, con la dirección del Espíritu Santo. Oración.
«Padre
amado, en el camino de la vida he encontrado sufrimientos y aflicciones, pero
la grandeza de tu amor me ha sustentado, me has sostenido de tu diestra
poderosa, me has hecho diligente y ferviente en la oración. Hoy con gozo en mi
corazón glorifico y alabo tu santo nombre, gracias Señor. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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