La
remuneración de la humildad
«Riquezas,
honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová»
Proverbios 22:4
Riquezas,
honra y vida son muy anhelados por los seres humanos, en otras palabras, se
anhela con ansias el dinero, la fama y el poder; pero no podemos desconocer
que, de acuerdo al proverbio, van íntimamente ligadas a la humildad y al temor
a Dios, pues se hace difícil relacionar humildad con riquezas, pareciera que
son aspectos incompatibles y antagónicos, pero en el Reino de Dios son parte de
un mismo todo. Al creyente humilde que muestra temor a Dios le vendrán
riquezas, honra y vida en el sentido espiritual, bendiciones estas que tendrán
el poder de alcanzar el entorno material.
Jesús
declaró en Mateo 6:33: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,
y todas estas cosas os serán añadidas»; hoy, muchos se afanan con delirio por
el trabajo y las finanzas, pero la prioridad debe ser Dios y su justicia, un
corazón alineado a buscar a Dios y Él dará las cosas que hacen falta, y no
habrá necesidad de ningún bien, así lo dice el Salmo 34:9-10: «Temed a Jehová,
vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan,
y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien».
Dios siempre hará provisión para sus hijos, pues «La generación de los rectos
será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa, y su justicia permanece para
siempre» Salmo 112:2-3
Ahora, el
temor del creyente es reverenciar a Dios, así lo describe hebreos 12:28: «Así
que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante
ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia». Esta reverencia y
admiración es lo que significa el temor de Dios. Este es un factor que nos
motiva a humillarnos delante del Creador del Universo e impregnarnos de
mansedumbre y obediencia.
El temor de
Dios es la base para andar en sus caminos y servirle y amarlo e incluye el entender
lo mucho que Dios aborrece el pecado y temer su juicio sobre las iniquidades.
Hermano,
Dios habita con el quebrantado y humilde de espíritu; y si Dios está con
nosotros tendremos riquezas, honra y vida, y estas tres cosas que se reciben
serán para honrar y glorificar a Dios. Oración.
«Padre
Amado, reconozco delante de ti que muchas veces mi orgullo, mi vanagloria y mi
vanidad han manejado mi vida, pero Tú me has mirado con misericordia, y me has
enseñado sumisión, seguida de humildad y he doblegado todo mi ser a ti; por eso
Señor, te ruego impregnes en mí tu carácter dulce, manso y apacible. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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