Estad
quietos
«Estad
quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones;
enaltecido seré en la tierra» Salmo 46:10
Los seres
humanos, por lo general somos individuos activos y muchos hiperactivos,
haciendo cosas de manera inquieta y ansiosa, por lo que, el estar quietos,
puede resultar difícil y aun mayormente en tiempos de tormenta. Es así como lo
acelerado de nuestras vidas hace imposible que escuchemos lo que Dios quiere
decirnos. Así mismo sucede con la oración, podemos orar por horas y solo
nosotros somos los que hablamos y no dejamos el tiempo de silencio para
escuchar la voz de Dios.
Entonces,
¿qué tengo que hacer? En primer lugar, apártate de la turbulencia exterior que
bloquea el poder de sentir la presencia de Dios, silencia tu mente y en la
calma de tu alma sentirás que Dios está contigo, pues la calma no significa que
la tormenta se haya ido, significa que puedes continuar por encima de sus
efectos, porque sabes en quién has confiado y quien tiene el control de tu
vida.
Por tanto,
pasa tiempo con Dios y escucha su voz. Él te revelará grandes verdades, te
revelará sus secretos, si sólo te quedas quieto delante de Él.
Por un
momento, examina tu vida, ¿la vives con mucho afán y no has aprendido a
escucharlo? Cuando eleves tu oración, es el momento de afinar tu oído. Aunque
Él no responda en ese preciso momento, lo hará a su debido tiempo, solo presta
atención, Dios te hablará en el momento apropiado, pues usa las circunstancias
y las personas para hablarnos. Pero la mejor manera en que Dios nos habla y nos
responde es a través de su Palabra. Él se manifestará majestuosamente en tu
vida y así conocerás que es Dios, el único Ser Supremo que creó los cielos y la
tierra, quien será exaltado entre las naciones y enaltecido en toda la tierra.
Hermanos, en
la quietud de tu alma escucha esa dulce, tierna y divina voz del Omnipotente
Dios que te dice: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”
Oración.
«Amado Dios,
cada mañana me presento delante de ti, afinando mi oído a tu divina voz, pues
tu palabra es vida y alienta mi alma, tu palabra es dulce miel a mi boca, es
lumbrera a mis pies y luz a mi camino. Padre, quieto esperaré en ti, rindiendo
mi vida en completa sumisión. Amén. Un
nuevo corazón
«Sobre toda
cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la
perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios. Tus ojos
miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina
la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la
derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal» Proverbios 4:23-27
Quién no se
ha encontrado en un camino sin salida, rutinas, hábitos arraigados, malos
pensamientos, vicios, complejos, ataduras, palabras soeces, pasiones
desordenadas, conflictos y tormentos; todas estas cosas son prisiones de la
vida egocéntrica, de las que el hombre no puede o no sabe cómo liberarse. Si
bien es cierto que el creyente lucha contra un mundo impío y contra Satanás,
éstos no son sus mayores enemigos, sino que el gran problema reside dentro de
sí mismo, puesto que abre o cierra su corazón a Dios.
Jesús enseñó
sobre los asuntos de la vida, enfatizando el tema del corazón del ser humano,
pues el corazón es, sin lugar a dudas, el punto crucial de todo asunto y un
nuevo corazón no se logra por arte de magia, sino que es el fruto de la fe en
Cristo.
Un escritor
dijo, “ninguno de los métodos más avanzados de la ciencia y del análisis humano
actual, puede soltar al hombre de sus ataduras reales; y eso es porque ignora
la fuente del problema humano. El problema está en el corazón, en un ego innato
y voraz. El egocentrismo, está en el fondo de las prisiones que el hombre crea
para sí”.
La Palabra
de Dios tiene las respuestas a los males de la humanidad, pues los problemas
reales del hombre son espirituales; por tanto, consagra a Dios tu mente, tus
sentidos, tus meditaciones, tus motivaciones, tu voluntad y tus afectos. Abre
el corazón a Jesucristo, recíbelo como tu liberador y doblega tu cerviz delante
de él, para que él gobierne tu vida. En Ezequiel 11:19-20 dice: “Y les daré un
corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de
piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden
en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo,
y yo sea a ellos por Dios”. Pues Dios y su Palabra son la solución al
egocéntrico corazón del ser humano.
Hermano
acude confiadamente a Dios, Él está cerca, para salvar a los que tienen el
corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza, pues solo Él da un nuevo
corazón. Oración.
«Señor
Jesucristo, dispongo mi corazón y mi mente para que gobiernes mi vida he
impregnes tu palabra en mí, para no pecar contra ti. Ayúdame a liberarme de
tanta atadura egocéntrica y que pueda tener un nuevo corazón y un espíritu
recto dentro de mí para poder hacer tu santa, perfecta y agradable
voluntad. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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