Una cita con
Jesucristo
«Porque es
necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que
cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno
o sea malo» 2 Corintios 5:10
Cuando
escuchamos la palabra «tribunal» de inmediato pensamos en un lugar de juicio y
castigo; pues para todo creyente hay una cita fijada por Dios, donde
comparecerá a un estrado para rendir cuentas, donde todo se pondrá de
manifiesto, sea bueno o sea malo.
Dios ha
colocado en nuestras manos la administración de la vida, el tiempo, el dinero,
los talentos, la familia, los hijos y demás; la pregunta es: ¿hemos hecho
conforme a su voluntad? Ya que somos simples mayordomos, tendremos que dar
cuentas.
Jesús se
refirió a ese gran día en varias ocasiones, por ejemplo, en la parábola de los
talentos al buen administrador le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco
has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo
25:23) y al siervo infiel le dijo: «Siervo malo y negligente, sabías que siego
donde no sembré, y que recojo donde no esparcí» (Mateo 25:26). Igualmente
nosotros rendiremos cuentas al dueño del universo.
Ahora, el
hecho de saber que un día vamos a tener que presentarnos delante del Señor, eso
nos induce a tomar con responsabilidad la vida cristiana, a tomar en serio,
esto de ser mayordomos. Esta cita ante el tribunal de Cristo nos debe llevar a
vivir la vida con la perspectiva de aquel gran día en que estaremos cara a cara
con el Señor.
Es de anotar
que la salvación es una dádiva por gracia divina y no una recompensa. Ante el
tribunal de Cristo se darán las recompensas a cada creyente según las obras que
haya hecho en obediencia al Señor.
El tribunal
de Cristo, es un momento de encuentro personal con Cristo, es un momento de
gloria y no de temor, ni de castigo, sino para recibir de Él el galardón por
nuestro servicio. Esto será inmediatamente después del rapto de la Iglesia.
Dice la Biblia: «Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual
me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a
todos los que aman su venida» (2 Timoteo 4:8).
Hermano, el
Señor dijo: «He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a
cada uno según sea su obra». (Apocalipsis 22:12), por tanto, seamos
instrumentos de Cristo, llenando nuestras manos de su obra para llegar gozosos
delante de aquel que una vez llevó una corona de espinas por nosotros, para que
ahora aprecie nuestros débiles esfuerzos y nos dé una corona de gloria. Oración.
«Padre
Bueno, gracias por haberme dado la salvación como un don de pura gracia, un
regalo del cielo; ahora quiero permanecer en fidelidad a ti, trabajando en la
obra del Señor y que sea digno de recompensa cuando me presente delante de ti.
Señor, me has concedido un día más de vida y este es un tiempo para ganar
recompensas que serán para la eternidad. Fielmente cumpliré tus mandatos y
trabajaré en tu obra, para ganar la “corona de gloria”, la “corona de vida”, la
“corona de justicia” y la “corona de gozo”. Quiero servirte sin reservas, Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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