Jesús es
nuestra victoria
“Yo Juan, vuestro
hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia
de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de
Dios y el testimonio de Jesucristo. Yo estaba en el Espíritu en el día del
Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el
Alfa y la Omega, el primero y el último”. Apocalipsis 1:9-11a
En esta
porción de Apocalipsis encontramos la historia del apóstol Juan exiliado en la
isla de Patmos cumpliendo una sentencia por predicar y dar testimonio de Jesús.
Tenía una
edad avanzada y hacía muchos años que Jesús había ascendido a los cielos. El
cristianismo en todo oriente estaba siendo perseguido con violencia, muchos
creyentes y apóstoles habían muerto por causa del evangelio.
Humanamente,
para los creyentes del primer siglo, esta prueba los superaba en muchos
sentidos, quizás varios perdieron la esperanza y pensaron que no era suficiente
seguir caminando con Cristo, veían la promesa de su regreso muy lejana y su fe
se estaba debilitando. Pero el apóstol Juan nos da un ejemplo grandioso de
perseverancia, al encontrar consuelo en la presencia del Señor, pues se hallaba
orando fervientemente, a pesar de las circunstancias, cuando Jesús se le
presenta, no como el humilde carpintero, sino como Dios en toda su gloria y le
dice: “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”, en otras palabras
‘yo soy tu todo, yo soy tu victoria’ y le muestra el futuro para su iglesia,
dándole la revelación del futuro.
En medio de
las situaciones difíciles que estamos atravesando, el señor Jesucristo es
suficiente para que sigamos caminando cada día, porque Él es la esperanza que
vive para siempre, Él venció la muerte y triunfó en la cruz dándonos una
victoria eterna y perfecta para que estemos seguros en Él. Su Palabra nos dice
en Romanos 8:37 “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó”.
Si, somos
más que vencedores cuando estamos en Cristo Jesús. Entonces ¿a qué tememos? Si
ya Jesús venció todas las cosas, venció la tentación, la enfermedad, la
pobreza, al mundo, a la muerte. Él soportó toda la injusticia humana para
darnos vida y eternidad. Si ya somos vencedores entonces ¿quién le puede quitar
la victoria a quien ya la tiene? Oración.
«Señor
Jesucristo, te doy gracias porque tú eres más que suficiente para mantenerme
fortalecido en todo momento. Viniste a vencer al mundo y aunque hoy afronte
situaciones difíciles, puedo encontrar gozo en la victoria que me diste sobre
todas las cosas, con tu muerte en la cruz. Ayúdame a recordar mi identidad en
ti y a entender que “soy más que vencedor” por medio de ti. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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