Mi alma
tiene sed de Dios
«Como el
ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el
alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo». Salmo 42:1-2a
Esta
extraordinaria comparación, en la que el ciervo enfrenta una gran sequía, en
tierras áridas; o cuando huye al ser perseguido por los cazadores, en tierras
secas, nos muestra a David cuando tuvo que atravesar las aguas del río Jordán,
huyendo de sus enemigos, que lo buscaban para matarlo y clamaba a gran voz: «Mi
alma tiene sed de Dios, del Dios vivo» Pues, la necesidad más profunda del ser
humano es Dios y mayor aún en momentos de angustia.
El hombre
fue creado para tener comunión con Dios, para amarlo, y cualquier bien del que
pueda disfrutar, no llena el vacío del corazón del ser humano.
Deleitarse
de la presencia del Dios vivo, que es la fuente de la vida, debe ser el deseo
de nuestra alma, pero la realidad de gran parte de la humanidad, es cambiar el
manantial de agua viva, por un pozo vacío o de agua turbia. Es así como el
profeta Jeremías, exhortaba al pueblo de Israel diciendo: «Porque dos males han
hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí
cisternas, cisternas rotas que no retienen agua» Jeremías 2:13
Apartarse de
Dios por cualquier circunstancia, es cavar cisternas rotas y vacías, pero como
creyentes, no debemos reemplazar por nada, la presencia de Dios, porque Él es
la fuente de agua viva.
David usa la
sed, como metáfora de sus ansias de Dios, porque no hay carencia más intensa
que la sed. Dios, es quien nos renueva en nuestra sequedad espiritual. Pablo
dice en 1 Corintios 10:4: «y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque
bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo» Cristo es la
Roca y es el agua que da vida al pueblo de Dios, tanto en tiempos antiguos,
como hoy.
Hermano, Jesucristo
es nuestro Salvador, Él renueva nuestras fuerzas, nos da sabiduría y nos
conduce al destino que ha preparado. Sin Él, el corazón humano experimenta
grandes vacíos y caos, sólo en Cristo hallamos respuesta y solución. Acudamos a
Él en busca de saciar nuestra alma. Oración.
«Padre
amado, sedienta está mi alma de ti y solo tu presencia sacia mi sed, porque tú
eres la fuente de agua viva que salta para vida eterna, te amo Señor. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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