Predica a
tiempo y a destiempo
«Libra a los
que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte.
Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿acaso no lo entenderá el que
pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, Y dará al hombre
según sus obras» Proverbios 24:11-12
Si un hombre
sabe que en su vecindario hay una bomba que va a explotar, ¿será que sale
corriendo solo, sin avisar a sus vecinos que la muerte se avecina? Esta
situación se asemeja en el ámbito espiritual, cuando a nuestro lado pasan algunos
caminos a la muerte, es decir, a la condenación eterna y muchos no hacemos nada
para librarlos.
Dios ha dado
una misión a todo creyente: «…y nos dio el ministerio de la reconciliación; que
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándole en cuenta a
los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la
reconciliación». 2 corintios 5:18b-19
La
reconciliación une a Dios y al hombre ya que las iniquidades han generado
división entre el hombre y Dios. Pero Dios mostró su amor al darnos a su Hijo como
el Camino de reconciliación. Por tanto, «El que tiene al Hijo, tiene la vida;
el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida» 1 Juan 5:12
Somos
nosotros los encargados de dar testimonio de Cristo ahora mismo, porque el
tiempo pasa apresurado y puede ser demasiado tarde para muchos. Alguien contó:
“visité a un familiar que estaba enfermo y dije: mañana le hablaré de Cristo y
esa misma noche murió el enfermo y un gran remordimiento me invadió por haber
desaprovechado la ocasión de haberle compartido acerca de la vida eterna”.
Es Dios
quien sopesa, y examina los corazones. En esos casos en los cuales sabemos que
no hemos realizado lo que deberíamos, lo único que nos queda es la firme
convicción de llevar las buenas nuevas de salvación a tiempo y a destiempo, y
cumplir con la palabra que dice: Libra a los que son llevados a la muerte y que
van en camino de destrucción.
La historia
de Ester es un buen ejemplo de alguien que liberó a su pueblo que estaba con
sentencia de muerte. El valor de Esther salvó a su gente, incluso cuando
hubiera sido fácil para ella ignorar la necesidad o decir: ciertamente no lo
sabía.
Hermanos, no
seamos indiferentes con los que se dirigen hacia la muerte, ignorando el mal
que rodea. No podemos cerrar los ojos y apartar nuestro rostro de tanta
iniquidad, es tiempo de evangelizar, pues Dios pagará al hombre según sus
obras. Oración.
«Padre
Amado, Tú eres soberano, omnisciente, omnipotente y actúas con justicia, por
ello, ante tanta perdición del mundo, con firmeza llevaré el mensaje de
salvación, anunciaré la palabra de reconciliación dada por ti, pues la
recompensa viene de tus manos. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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