Del trono al
pesebre
“Jehová dijo
así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa
que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas
estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel
que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” Isaías 66:1-2
“Pero el
ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será
para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador,
que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en
pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una
multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a
Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”
Lucas 2:10-14
Es
extraordinario pensar que el Dios Eterno y Todopoderoso, decidiera dejar su
trono, el cielo, para venir a nacer en esta tierra, el estrado de sus pies, y
ser envuelto en pañales y colocado en un humilde pesebre; ¡qué gran acto de
humildad!, pero sobretodo ¡que manifestación de amor! Sin lugar a dudas un
acontecimiento universal, tan maravilloso y glorioso que las mismas huestes
celestiales alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la
tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Hoy, al igual que aquella
maravillosa noche, Dios nos sigue diciendo, pero ya no por medio de ángeles,
sino a través de su Palabra, anunciada por sus propios hijos, los creyentes,
“No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el
pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO
el Señor”.
Esta noche,
en la cual se celebra la Navidad, la conmemoración del nacimiento del Mesías
prometido, gocémonos y unámonos a los cánticos celestiales porque nuestro
Salvador, quien nació, y murió en una cruz por amor a nosotros, resucitó, y ha
vuelto a su trono, pero también ha regresado a los humildes pesebres de los corazones
creyentes. Dios sigue mirando desde su trono, y sigue buscando personas pobres
y humildes de espíritu, que tiemblen a su palabra, para volver a estar en un
pesebre, el corazón humano, pero ahora como su Salvador, por eso compartamos
esta buena nueva: que en Cristo hay salvación, pues como está escrito en 2
Corintios 6:1-2 “Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos
también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: en tiempo
aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el
tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación. Oración.
«Señor
Jesús, sé que tú sigues buscando corazones que como pesebres vengan a ser el
lugar donde vuelvas a habitar, por eso, permíteme anunciar con denuedo y en el poder
de tu Santo Espíritu, la buena noticia que en Cristo hay salvación, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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