Las misericordias de Dios
El versículo 1
del capítulo 12 comienza con la expresión: «Así que…». Esta es una
expresión que recorre toda la carta. En otras partes se traduce «Por
tanto…», o «Por lo tanto…», pero la
expresión griega es la misma. Y eso significa que lo que él va a decir está
basado en todo lo que se ha dicho hasta este momento, que incluye los primeros
11 capítulos de Romanos.
Ahora, vea qué
importante esto, porque lo que ha dicho hasta aquí es realmente abundante en
revelación. Y ese «Por tanto…» es la puerta de entrada a lo que viene
a continuación: la vida cristiana práctica.
«Así que,
hermanos, os ruego por las misericordias de Dios…». La primera parte de Romanos,
entonces, trata de las misericordias de Dios. ¡Qué maravilloso! Una de esas
misericordias es la elección de Dios. Pero Pablo nos dirá que no solo la
elección divina es un acto misericordioso de Dios, sino que la totalidad de la
vida cristiana se fundamenta en las misericordias de Dios.
Él va a
mencionar por lo menos cinco grandes misericordias que Dios ha hecho con
nosotros en Cristo Jesús. Y ellas tienen un propósito, son los fundamentos de
la vida cristiana. Cuando usted quiere edificar una casa, primero coloca
fundamentos. Si la vida cristiana práctica es la casa, los fundamentos de
aquella son estas misericordias de Dios. Sin ellas, no se puede edificar.
Muchos de los
problemas que tenemos en nuestra vida práctica se deben a que nuestros
fundamentos no han sido colocados de manera adecuada. En 1ª Corintios 3:10,
Pablo dice: «Yo, como perito arquitecto, puse el
fundamento». Luego dice: «Porque nadie puede poner otro fundamento
que el que está puesto, el cual es Jesucristo» (v. 11).
Poner ese
fundamento requiere de cierta pericia, que no cualquiera tiene. Por eso dice: «Yo,
como perito arquitecto…», aunque la palabra arquitecto más bien debiera traducirse como constructor.
El arquitecto es el que hace los planos, pero aquí está hablando del que
construye.
Para poner
fundamentos, usted tiene que saber. Y con mayor razón en un país como Chile,
que es sísmico. El mismo Señor enseñó, en el Sermón del Monte, cuán importante
el asunto del fundamento sobre el cual se edifica la casa, en este caso,
nuestra vida cristiana.
Después del
terremoto de febrero de 2010, en Chile investigaron la causa de la caída de un edificio se descubrió un gran
problema: el edificio se había construido literalmente sobre la arena. Esto es
una comprobación de la parábola del Señor Jesús.
Ahora, otros
edificios también fueron levantados allí, pero con ellos se cavó lo suficiente,
hasta encontrar la roca. Sin embargo la gente que construyó aquel edificio, no
lo afirmó sobre la roca. «…Y vinieron ríos, y soplaron vientos, y
dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina» (Mat. 7:27), porque estaba edificada
sobre la arena.
En estas
palabras, detectamos algo muy importante. El Señor dijo: «…vinieron
ríos, y soplaron vientos…». Siempre e inevitablemente, soplarán los
vientos y vendrán los ríos contra nuestra vida. El Señor lo dijo; no se puede
evitar. Usted quisiera que no hubiera vientos, inundaciones, peligros; pero el
Señor lo dijo. Nuestra vida va a ser probada.
Tu vida, mi
vida con el Señor, va a ser probada. Porque la única forma de saber si los
fundamentos están bien colocados es poniéndolos a prueba.
Hermanos
amados, lo que el Señor busca en nosotros es realidad. Lo que Dios quiere en tu
vida son cosas reales; aunque sea poco, pero que sea real. No quiere
apariencias, no quiere cuestiones falsas, erróneas. Y, como él quiere que la
verdad esté en tu vida, él va a conmover una y otra vez los fundamentos de tu
vida.
En Hebreos dice
que, el Dios que un día conmovió la tierra con su voz, nuevamente conmoverá la
tierra y los cielos; y todas las cosas que sean movibles serán conmovidas, para
que queden las inconmovibles. Si pudiéramos describir la vida cristiana, yo
diría que es eso. Dios conmueve todo en nuestra vida, para que quede lo que no
puede ser conmovido.
Por eso, los
fundamentos son esenciales. Si tu vida no tiene buenos fundamentos,
inevitablemente, vas a sufrir y vas a tener problemas. Por eso, el apóstol
Pablo ha dedicado 11 largos capítulos de su carta a los Romanos, para hablar de
los fundamentos o de las misericordias de Dios.
Y cuando Pablo
comienza a decir: «…os ruego por las misericordias de Dios»,
está haciendo alusión a todos esos fundamentos, que son esenciales para la vida
cristiana; y para la edificación no solo de la vida personal de cada uno de los
creyentes. Si usted sigue leyendo verá que, a partir del versículo 3 del
capítulo 12, Pablo nos va a hablar de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo.
Porque el lugar donde se vive y se realiza la vida cristiana es, según el
diseño de Dios, la iglesia.