domingo, 9 de febrero de 2025

Ser testigos de Cristo nos permite ver su Eterno Amor

 


Ser testigos de Cristo nos permite ver su Eterno Amor

 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” Efesios 1:3-6

El Apóstol Pablo llegó a ser un testigo de Cristo, no solamente porque Jesús se le apareció camino a Damasco, sino porque después de este encuentro cultivó una relación íntima con el Señor por medio de la comunión con el Espíritu Santo, y esta comunión le permitió conocer profundamente a Jesucristo, tanto, que por revelación pudo darse cuenta que Cristo aun antes de la creación ya había pensado en nosotros y por su gran amor nos había escogido para que fuésemos hechos a su imagen: santos y sin mancha, como dice Efesios 1:4.

De igual manera, Dios quiere que lo glorifiquemos al tener esta misma revelación por medio del Espíritu, y así al estudiar la preexistencia de Cristo poder ver en la creación, el amor del Señor, preparando todo para que el hombre como su obra especial, pudiera experimentar su amor y compañía. Génesis revela que al Dios crear los cielos y la tierra vio que todo era bueno en gran manera, y que plantó un huerto en Edén, un lugar especial, donde puso al hombre para relacionarse con él. Lastimosamente cuando el hombre pecó, esa relación se dañó por causa del pecado, y el hombre fue expulsado del Edén para que no tomara del árbol de la vida, sino que pudiera experimentar el plan de salvación que Dios había puesto en marcha, pues su deseo siempre ha sido adoptarnos como sus hijos por medio de Jesucristo como dice Efesios 1:5, no queriendo que ninguno perezca sino que todos procedan al arrepentimiento, como declara 2 Pedro 3:9b.

Hermanos, al igual que Pablo busquemos esa intimidad con Cristo por medio de la comunión con el Espíritu Santo, para que al ser transformados en sus testigos podamos comprender su Amor eterno, conociendo que desde antes de la creación Él ya nos amaba, para que esto nos impulse a compartir este maravilloso Amor.   Oración.

«Padre Dios, tu creación muestra tu gran amor, cómo creaste todo para darnos a nosotros los hombres un lugar maravilloso para vivir, gracias por Jesucristo porque en Él he sido adoptado como tu hijo, y este era tu plan, gracias porque deseas lo mismo para todos los hombres, por eso llévame a ser tu testigo para compartir tu eterno amor. Amén.

sábado, 8 de febrero de 2025

Creados para ser como Cristo

 


Creados para ser como Cristo

 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” Génesis 1:26-27

Al estudiar la preexistencia de Cristo nos damos cuenta de que en el momento de la creación del hombre Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo estaban actuando juntos, por eso dice “hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” y es maravilloso saber que esa imagen gloriosa con la que fuimos diseñados desde el inicio puede recuperarse gracias a Jesucristo, pues Él, quien es la imagen visible del Dios invisible, quiere que seamos como Él, por eso nos dejó su Santo Espíritu para enseñarnos a ser como Él, como declara Juan 14:26 “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Y como complementa Efesios 4:13 “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”

Dios nos muestra en Génesis que hizo al hombre a su imagen y semejanza, pero por el pecado esta imagen se desdibujó, sin embargo en Cristo podemos recuperar esa imagen como dice Romanos 8:29 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” y como declara 2 Corintios 3:18 “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”

Por tal motivo podemos confiar que los planes iniciales de Dios de que el hombre sea imagen y semejanza suya hoy se pueden volver una realidad en nosotros, primero al creer en Cristo y segundo al tomar la decisión de seguirle convirtiéndonos en testigos de su amor.    Oración.

«Padre Dios, tú me creaste para que sea conforme a tu imagen, perdóname porque muchas veces en mi diario vivir no reflejo esa imagen, la imagen de tu Hijo se desdibuja en mí cuando peco, por eso te pido que me ayudes, para que tu Santo Espíritu me lleve a esa intimidad por medio de la comunión, donde pueda ser transformado gracias a tu gran amor para así alcanzar la estatura de Cristo y poder reflejar tu gloriosa imagen convirtiéndome en testigo de tu amor. Amén.

viernes, 7 de febrero de 2025

La preexistencia de Cristo

 


La preexistencia de Cristo

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” Juan 1:1-3

«Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.» Colosenses 1:16

Conocer a Jesús mediante la comunión con el Espíritu Santo nos permite entender mejor el pasado, pues Cristo existía aun antes de que todo existiera, pues Él es Eterno como dice Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”, como lo declara también el libro de Hebreos 13:8 “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”, y como lo deja claro el mismo Señor en Apocalipsis 1:8 “Yo soy el alfa y la omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el todopoderoso.” Por esto al estudiar la preexistencia de Cristo podremos tener la visión correcta de la creación y de cómo todo fue creado por Él y para Él, como está escrito en Juan 1:1-3 y Colosenses 1:16.

Conocer a Cristo y su gran Amor, y saber que Él, el Verbo de Dios, estaba en el principio creando todas las cosas por medio de Él y para Él, debe llevarnos a comprender que somos el resultado del amor creador de Dios, y este conocimiento debe llevarnos a renovar nuestra manera de pensar, derribando argumentos como: que somos el producto de millones de coincidencias, o del azar o de la evolución, y más bien esta revelación debe conducirnos a reconocer que Dios en su Amor decidió formarnos para manifestar su amor en nosotros, y aun cuando pecamos decidió salvarnos mostrando su amor como dice 1 Juan 4:10 “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” Por lo tanto, pidamos a Dios nos permita comprender esta verdad para ser testigos de su amor.    Oración.

«Padre Dios permíteme por medio de la revelación de tu Santo Espíritu comprender tu gran amor, ese amor que se ha manifestado a mi vida gracias a tu amado Hijo Jesús, quien en la cruz me ha mostrado la evidencia de ese amor y que ahora por medio de la comunión con el Espíritu Santo me lleva a entender que ha sido un amor eterno, que aun desde el principio estabas amándome, diciéndomelo por medio de la obra creadora de tu Hijo. Te pido llévame a ser testigo de ese amor, al conocer a fondo la preexistencia de Cristo. Amén.

jueves, 6 de febrero de 2025

DIOS CAMBIA LA AFLICCIÓN EN REGOCIJO

 


DIOS CAMBIA LA AFLICCIÓN EN REGOCIJO

“Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos? Y se levantó Ana […]; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, 1 Samuel 1:8-11

El pueblo de Israel vivía momentos críticos, porque sus enemigos los filisteos se habían fortalecido, pues contaban con moderna tecnología militar griega, por tanto, era necesario que Dios levantara un profeta y juez de Israel, para restaurar la ley, el orden y la adoración a Dios.

Un varón llamado Elcana, hombre piadoso y temeroso de Dios, tenía dos esposas (Situación no aprobada por Dios), Ana que era estéril y Penina quien sí tenía hijos, y ésta “la irritaba (a Ana), enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos”. Ana se sentía muy afligida porque era una gran desgracia en Israel que una mujer fuera estéril.

En estas circunstancias de tanta aflicción, Ana fue al templo y “con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente” y hace un pacto con el Señor, pidiendo: si “dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida”. La Biblia cuenta que Dios la escuchó y le concedió un hijo que se llamaría Samuel, ella lo dedicó a Dios y apenas lo destetó, lo consagró en el templo y fue reconocido como fiel profeta de Dios.

Esta historia nos enseña que la tristeza o la aflicción no deben impedirnos orar, mucho menos enojarnos con Dios, pues en la presencia de Él todo cambia, así como ocurrió con Ana. La Biblia dice: “Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste”. Presentémonos delante del Señor, derramemos nuestra alma y clamemos con fervor, que Él nos responderá y con su poder nos liberará de la amargura y la frustración. El gozo del Señor renueva nuestras fuerzas. Ana en su cántico dice: “Mi corazón se regocija en Jehová” “Porque nadie será fuerte por su propia fuerza”. (1 Samuel 1:1,9)

Hermano, nada es imposible para Dios, Él es poderoso para hacer mucho más de lo que nosotros pedimos o entendemos. El Dios que adoramos es el Dios de Ana, es el que quita toda esterilidad, el que cambia la tristeza en gozo, es el Dios que se hizo hombre y vino a entregar su vida en una cruz por amor a nosotros, el Dios que susurra a nuestro oído diciéndonos que echemos toda carga sobre Él, porque Él tiene especial cuidado de nosotros.  Oración.

"Amado Padre, no quiero vivir en aflicción, me levantaré y haré lo que hizo Ana, rechazar ser una víctima y correr a tu presencia. Tú conoces mi necesidad, por tanto, a ti clamaré y oraré con lágrimas en mis ojos, echando toda ansiedad sobre ti, sabiendo y confiando que eres el Dios de imposibles, el que cambia la tristeza en gozo. Gracias Señor. Amén.

miércoles, 5 de febrero de 2025

El Amor de Cristo trae plenitud

 


El Amor de Cristo trae plenitud

“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo… para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” Efesios 3:14, 17-19

La filosofía plantea grandes preguntas como ¿de dónde vengo?, ¿por qué estoy aquí en la tierra? y ¿para dónde voy?, Cristo da respuesta a estas preguntas llevándonos a comprender nuestro pasado, otorgándole valor a nuestro presente y dándole esperanza a nuestro futuro, gracias a su amor.

Hoy muchos viven vidas desesperadas, algunos porque no logran alcanzar sus sueños, otros porque a pesar de alcanzarlos, estos no pueden satisfacerlos por completo, y otros más porque no tienen sueños; sea cual sea la situación, la realidad es que solamente en el amor de Cristo se puede tener completa plenitud de vida, pues en su amor podemos encontrar la plenitud de Dios.

Conocer el amor de Cristo implica intimidad, no solamente un conocimiento intelectual, y esa intimidad se da por medio de la comunión con el Espíritu Santo, quien se encarga de revelarnos el gran amor de Dios. Así, el Espíritu Santo, quien en esa comunión nos va convirtiendo en testigos del amor de Cristo, nos empieza a transformar, llenándonos de la plenitud de Dios, lo cual nos lleva a vivir vidas significativas.

El Apóstol Pablo llegó a entender por revelación divina la importancia de conocer el amor de Cristo, por eso escribe en su carta a la iglesia de Éfeso que doblaba sus rodillas pidiendo a Dios que podamos comprender la magnitud del amor de Cristo, pues así podremos encontrar la plenitud en nuestras vidas al ser llenos de la plenitud de Dios.

Esa misma plenitud le permitió a Pablo entender que el amor de Cristo que es Eterno fue el que nos creó, y que ese mismo amor es el que nos permite tener un propósito en la vida y nos da seguridad y esperanza para el futuro. Así que hermanos, pidamos al Padre que al igual que Pablo al convertirnos en testigos de su Amor seamos llenos de toda su plenitud.  Oración.

«Padre amado, te pido que tu Santo Espíritu me lleve a comprender ese gran amor de Cristo, el cual excede todo conocimiento, pues quiero ser lleno de toda tu plenitud, para que así pueda vivir una vida significativa. Amén.

martes, 4 de febrero de 2025

Las grandes preguntas de la vida son respondidas en Cristo

 


Las grandes preguntas de la vida son respondidas en Cristo

“Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.” Hechos 9:6

“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” Jeremías 33:3

El apóstol Pablo, educado en la escuela de Gamaliel, quien hablaba varios idiomas y quien tenía ciudadanía romana, no pudo entender por su propio razonamiento que Jesús era el Mesías mencionado en las Escrituras. Lo maravilloso del encuentro que tuvo con Cristo es que el amor de Jesucristo fue renovando su manera de pensar hasta llevarlo a comprender grandes verdades de la vida que cambiaron su cosmovisión y transformaron su vida.

Al igual que pasó con Pablo, lo que Dios nos pide al decirnos levántate y ponte sobre tus pies porque para esto he aparecido, para ponerte por ministro y testigo, implica de nosotros doblegar nuestra voluntad a la de Dios y estar dispuestos como lo estuvo Pablo a decirle a Jesús: Señor, ¿qué quieres que yo haga?

Si estamos dispuestos a obedecer al llamado del Señor para convertirnos en testigos de su amor, todo en nuestras vidas empezará a cambiar, y al igual que Pablo podremos tener una nueva visión de la vida, por lo tanto, la manera como vemos nuestro pasado, como percibimos nuestro presente y cómo visualizamos nuestro futuro cambiará.

Al decidir obedecer y levantarnos siguiendo la dirección de Dios podremos encontrarle sentido a nuestro pasado, propósito a nuestro presente y una nueva perspectiva para nuestro futuro, pues en Cristo están las respuestas a todas esas preguntas del hombre, preguntas que han hecho filosofar a hombres y mujeres a lo largo de toda la historia.

Las grandes incógnitas de la humanidad son respondidas en Cristo pues como dice él mismo en Apocalipsis 1:8 «Yo soy el alfa y la omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el todopoderoso.» Así que hermanos al igual que Pablo decidamos ser testigos del amor de Cristo, pues esta decisión nos llevará a comprender cosas grandes y ocultas que no conocemos.   Oración.

«Señor Jesucristo gracias porque en ti puedo encontrar el sentido de mi vida, además me permites comprender no solamente mi pasado sino de dónde vengo y para donde voy. Gracias por ese amor que ha transformado mi vida. Amén.

lunes, 3 de febrero de 2025

 


Ser testigos del Amor de Cristo nos transforma

 “9 Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. 10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” 1 Corintios 15:9-10

“14 La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.” 2 Corintios 13:14

Indudablemente el Apóstol Pablo se convirtió en un testigo del Amor de Cristo, y fue capaz de dar su vida por ese amor, Pablo declara que él no fue rebelde al llamado que le hizo Jesucristo, sino más bien que obedeció, esta decisión de obedecer a la voz de Jesús le permitió empezar a tener una relación con Él, que lo llevó a una comunión, donde pudo tener revelaciones tan grandes como la doctrina de la Gracia, lo cual le permitió reconocer que el cambio ocurrido en su vida no era por sus propios esfuerzos o pergaminos sino por la gracia de Dios que obraba en él, tal como lo declara en 1 Corintios 15:9-10.

La vida de Pablo dio un giro total, pasó de perseguir cristianos a ser un seguidor de Cristo, convirtiéndose en un testigo del amor de Cristo, testificando poderosamente a judíos y gentiles, a personas del corriente y a reyes, y todo esto fue gracias a esa intimidad que él pudo alcanzar por medio de la comunión con el Espíritu Santo, por eso es que Pablo escribe a la Iglesia de Corinto y a nosotros los creyentes que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la Comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, esto debe llevarnos a reflexionar qué estamos haciendo para ser testigos de Cristo, pues para ser sus testigos necesitamos tener comunión con Él, una relación íntima que nos permita conocer la gracia y el amor de Dios, que nos llevará a ser instrumentos poderosos de testimonio para el mundo.

Que hoy podamos entender por revelación Divina, que necesitamos tiempos de calidad en la presencia de Dios, para que por la oración y lectura de la Biblia, en comunión con el Espíritu Santo, podamos conocer a Cristo, ser transformados y convertirnos al igual que Pablo en testigos de su Amor.    Oración.

«Señor Jesucristo, permíteme entender que es necesario tener comunión con tu Santo Espíritu para experimentar esa nueva vida que tú ya me has dado, quiero que tu amor me transforme y convertirme así en un testigo de tu Amor. Amén.

domingo, 2 de febrero de 2025

Testigos del Amor

 


Testigos del Amor

«Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti» Hechos 26:16

Un testigo es una persona que presencia o adquiere directo y verdadero conocimiento de algo, el apóstol Pablo se llegó a convertir en un testigo fiel de Jesucristo, pues tuvo un encuentro personal con Cristo resucitado, y fue enseñado por Él, de tal manera que la revelación dada por el Señor quedó registrada en las cartas que Pablo escribió a las iglesias del primer siglo.

Cuando leemos las cartas de Pablo, podemos darnos cuenta de la enorme huella que dejó en su vida el Amor de Cristo, tan grande fue su impacto que inspirado por el Espíritu Santo escribe en Efesios 3:17b-19 “A fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”

Ese amor que pudo conquistar un corazón como el de Saulo de Tarso es el que hoy sigue llamando a hombres y mujeres para que también puedan convertirse en sus testigos, testigos de ese amor que es capaz de transformar aun al más empedernido pecador.

¿Qué hacer entonces para ser testigos del Amor de Cristo? La respuesta está en el mismo llamado que le hizo Jesucristo a Pablo, “Pero levántate, y ponte sobre tus pies”, lo cual significa obediencia, pero esta obediencia no debe ser el resultado de un esfuerzo individual, más bien debe ser el resultado de una comunión con Dios que nos impulsa y capacita a obedecer, y que nos lleva a reconocer que el que nos convierte en testigos es Jesucristo pues Él es quien declara “porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti”    Oración.

«Señor Jesucristo, que al igual como el apóstol Pablo fue impactado por tu amor, a tal punto de cambiar por completo el rumbo de su vida, también tu amor me impacte tan profundamente, que me lleve a rendirme a ti, para convertirme en tu testigo; y que tal como Tú se lo declaraste aquel día de ese encuentro maravilloso en Damasco, también a mí me declares que quieres que yo sea tu testigo, testigo de tu Eterno Amor  Amén.

sábado, 1 de febrero de 2025

Un cristiano genuino

 


Un cristiano genuino

Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Efesios 4:20-24

La manera en que una persona piensa, actúa y vive, refleja mucho lo que es. Preguntémonos en este momento: ¿qué estamos reflejando a los demás?, ¿estamos influenciando positivamente en nuestro entorno o simplemente lo que hacemos está dañando a otros? Recordemos que este año 2025 es el año de nuestra renovación espiritual, si queremos salir del letargo y cumplir con el propósito para el cual el Señor nos llamó y nos escogió.

Si queremos ser agentes de cambio en este mundo roto y perdido, nuestra manera de vivir debe ser contraria al resto de las personas. La gente debería ver una diferencia en nosotros si nos llamamos “cristianos”, porque la misma carta a los Efesios nos dice en Efesios 5:8 “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”, esto implica dejar radicalmente nuestra vida pasada de pecado, y andar según las enseñanzas de Jesús, caminando en el Espíritu y sacrificando los deseos de la carne, al considerarnos muertos al pecado por la obra redentora de nuestro Salvador.

Caminar en el Espíritu es algo que aprendemos en la medida que vamos conociendo a Dios y cuando confiamos en Él y en su santa Palabra. La vida del creyente es un proceso, porque, aunque ahora tenemos una nueva naturaleza, los pensamientos y las actitudes se van transformando en la medida en que nos llenamos de los pensamientos y actitudes de Cristo. Por eso como dice Pablo: “vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”, esto implica mantenernos en un compromiso consciente y diario con Dios permitiendo que Él vaya cambiando nuestro interior y renovando nuestra mente.

La única forma de “convertir” la mente es rendirla a Cristo y vivir en una renovación constante de nuestra manera de pensar, (Romanos 12:2). Esto demanda esfuerzo.

Pablo describe la conducta de los gentiles sin Cristo que los creyentes deben evitar, (Efesios 4:17-24). Esta conducta incluye la vanidad de la mente, el entendimiento entenebrecido, la alienación de Dios, la ignorancia, la dureza de corazón, la sensibilidad perdida, la sensualidad y toda clase de impureza. Esta lista es un catálogo progresivo y feo de las faltas y errores de la vida de aquellos que no tienen a Cristo. “Pero vosotros no habéis aprendido así a Cristo”, indica que conocer a Cristo es ser un discípulo atento para oír sus enseñanzas y ávido para seguir sus instrucciones, y no vivir como los inconversos. La verdad de Cristo excluye la conducta disuelta que los caracteriza, estamos llamados a ser luz y disipar las tinieblas que nos rodean, si anhelamos ser cristianos genuinos. Que esta sea una meta para este nuevo año.    Oración.

«Amado Jesús, siendo poseedor de tu verdad al creer en ti, tengo muchas razones para abandonar cualquier conducta contradictoria a mi fe y andar como hijo de luz en este mundo que necesita personas renovadas por ti para influenciar en la vida de tantas personas que están sin propósito y sin rumbo a la eternidad. Ayúdame por el poder de tu Espíritu a abandonar mi vieja forma de vida y renovar mi mente adoptando un nuevo estilo de vida que me has dado lleno de gozo y paz, amén.

viernes, 31 de enero de 2025

Incontenible

 


Incontenible

“¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio. Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es. ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?” Isaías 40:12-18

Para relacionarnos con una persona es fundamental conocerla, por eso si queremos conocer realmente a Dios y tener una relación personal e íntima con Él necesitamos conocer su naturaleza, sus atributos y lo que esto implica para nosotros, porque transformará la manera cómo nos acercamos a su presencia.

¿Quién puede medirlo a Él? o ¿quién puede conocer su Espíritu (su mente), con el cual conoce perfectamente y arregla todas las cosas? Dios es inmensurable y por eso, no tiene comparación con el ser humano. Cuando el Señor, por su Espíritu, hizo el mundo nada lo dirigió, ni le aconsejó qué hacer o cómo hacerlo. Las naciones, comparadas con Él, son como gota que cae en un balde, comparadas con el vasto océano; o como menudo polvo en la balanza, que no la mueve, comparado con toda la tierra. Esto magnifica el amor de Dios por el mundo que, aunque parezca insignificante, para su redención dio a su Hijo unigénito, (Juan 3:16).

¿Cuál de los ídolos paganos puede compararse con este todopoderoso Dios? Ninguno, y no hay ninguna imagen que lo pueda contener. Nunca podremos entender la magnitud de su grandeza, escasamente podremos definirlo con nuestro limitado entendimiento. Pero, en su Palabra podemos encontrar algunas respuestas a nuestra incógnita de ¿Quién es Dios? o ¿cuál es nuestro concepto de Él?

Si hablamos de su naturaleza: Dios es Espíritu, porque no está limitado a un cuerpo ni a una forma, Él está en todo lugar, todo lo ve y lo sabe, (Juan 4:24). Dios es una persona, es alguien que siente, piensa, desea y decide, (Génesis 6:5-6); Hay un solo Dios Creador y sustentador del universo, (1 Timoteo 2:5), es un Dios manifestado en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, (2 Corintios 13:14).

Si hablamos de sus atributos, es Omnisciente porque todo lo conoce, (Salmos 147:4-5); es Omnipotente porque todo lo puede, (Mateo 19:26); es Omnipresente porque está en todas partes al mismo tiempo (Salmos 139:7-12); es Eterno porque no tiene ni principio, ni fin, siempre ha sido y siempre será, (Salmos 90:2) y es Inmutable porque nunca cambia, (Santiago 1:17), siempre es el mismo, nada que ver con lo que nosotros somos.

Y moralmente es Santo, (1 Pedro 1:16); es Justo y fiel a su Palabra, (Deuteronomio 32:4); es Gracia plena y su mayor regalo es Jesucristo, (Hebreos 2:9); y es Amor, (1 Juan 4:8), por eso proveyó el mejor plan de redención para el hombre pecador, su Hijo amado, (Romanos 5:8).

Los invito a buscar cada uno de estos versículos en su Palabra para que entendamos que nuestro Dios es un Dios grande, poderoso y amoroso que está al alcance de todo el que quiera conocerlo. Recordemos Isaías 55:6-7 “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”    Oración.

«Padre amado, mi mayor anhelo es conocerte y entenderte, porque siendo quizás el más insignificante de los seres humanos, me miras con amor y misericordia y me diste la oportunidad, a través de tu Hijo Jesucristo, de volver a ti, para poder tener una relación de amor contigo, me perdonaste y me diste una vida espiritual de plenitud y gozo por el Espíritu Santo. Al entender esto quiero que mi relación contigo sea cada día más profunda y sincera. Te amo mi Señor, amén.

jueves, 30 de enero de 2025

Separados de mí nada podéis hacer

 


Separados de mí nada podéis hacer

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:4-5

Para lograr muchas de las cosas que nos hemos propuesto, los sueños y planes para este nuevo año debemos entender que debemos permanecer en Jesús, esto es tener una relación personal y continua con Él, para incluirlo en todas las situaciones de nuestra vida, siguiendo su guía por medio de su Palabra y con la ayuda y el poder de su Santo Espíritu; este es el secreto para una vida bendecida y próspera en todo sentido. Debemos aprender a depender de Él en todo.

Es caminar por fe y no por vista, creyendo lo que Dios nos dice en su Palabra, es la única manera de sobrevivir espiritualmente, por eso es necesario cultivar hábitos espirituales que nos ayuden a estar firmes, como la lectura diaria de su Palabra, la oración, el ayuno, el congregarnos con otros creyentes y compartir su mensaje a otros.

Jesucristo es la Vid verdadera. La unión de la naturaleza divina con la humana, y la plenitud del Espíritu que hay en Él, son las que nos sustentan. Los creyentes somos los pámpanos de esta Vid. Nuestra vida está escondida con Cristo, como dice Colosenses 3:2-3 “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”.

Entonces necesitamos estar adheridos a Jesús y beber de su savia (su Palabra) si queremos dar fruto. Lo único que puede salvar al ser humano es estar unidos vitalmente con Jesús, porque Él es la auténtica Vid de Dios y, por tanto, tenemos que ser sarmientos unidos a Él. Jesús estaba estableciendo el principio de que el verdadero camino a la salvación de Dios no es tener sangre judía, sino tener fe en Él. Ninguna cualificación externa puede poner a una persona en la debida relación con Dios; sólo la amistad de Jesucristo puede hacerlo. Si nunca has invitado a Jesús a tu vida es el momento de hacerlo, tu destino eterno está en esa simple decisión. Si Él es tu Señor y tu Salvador tendrás una fructífera vida porque sin Él nada se puede hacer.

También debemos entender que hasta las ramas fructíferas deben ser podadas. Esto implica permitir que el Señor quite todo aquello que nos impide avanzar en la santificación, para que obre toda gracia en nosotros y podamos dar el fruto que Él quiere. Mientras más fruto demos, más abundaremos en lo que es bueno, y más glorificado será nuestro Señor.

En Juan 15:3 dice: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”. El Señor ya nos ha dado la herramienta más importante para ser purificados y limpiados continuamente, y es su santa Palabra, por eso, nuestra conexión vital con Él, hará que cada día nuestra vida sea transformada por Él y para Él.   Oración.

«Mi amado Jesús, sin ti no puedo hacer nada. Perdóname por las veces que he actuado por mi propia cuenta y las cosas no me han salido bien. Te necesito cada día, necesito de tu sabiduría y dirección en cada área de mi vida. Fortalece, este año, mis hábitos espirituales, creciendo en el estudio de tu Palabra, en la oración y en compartir con mis otros hermanos en Cristo, ayúdame a permanecer en ti, en el nombre de Jesús, amén.

miércoles, 29 de enero de 2025

Las cosas que dañan nuestra relación con Cristo

 


Las cosas que dañan nuestra relación con Cristo

“Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne”. Cantares 2:15

Las pequeñas zorras pueden destruir nuestra vida espiritual. Un ejemplo de “zorras pequeñas” son todos aquellos problemas que pueden perturbar o destruir nuestra relación con Dios, Debemos pedir al Espíritu Santo que nos escudriñe y nos muestre los pecados sutiles que pasamos por alto, la falta de amor, de perdón, el orgullo espiritual, las falsas creencias, los pensamientos impuros, el egoísmo, la indiferencia, el desánimo, la frustración, la pereza, la falta de propósito, la incredulidad, la dureza de corazón, y demás, que nos llevan a pecados más grandes. Pidamos al Señor que examine nuestro corazón, Salmos 139:23-24 “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”.

Generalmente son tan imperceptibles, que surgen cuando quizás estamos dando fruto y dañan todo lo que el Señor quiere hacer a través de nosotros. Como dice Mateo 13:26 “Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña”.

Cuando nos desviamos de la verdad por vivir en conformidad con el mundo, son zorras pequeñas que estorban lo que es bueno para nosotros, por eso debemos hacerlas a un lado. Las zorras pequeñas son las que dañan nuestra relación con Cristo. A veces describimos nuestros deslices con frases como estas: “una insignificante mentirita blanca”, “solo lo tomé prestado…ya lo devolveré”, “solo fue una miradita…” y siempre justificamos lo que el Señor desaprueba. Las zorras pequeñas atacan nuestra sensibilidad espiritual y si las dejamos pasar, aunque estén mal, luego vendrán problemas mayores. La Palabra de Dios nos exhorta continuamente a cuidar nuestro corazón. “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”, (Proverbios 4:23).

Dios tiene un conocimiento perfecto de nosotros, y todos nuestros pensamientos y acciones están abiertos ante Él. Por eso, este año nuevo dejemos que, al meditar en las verdades divinas, éstas sean de provecho espiritual al aplicarlas a nuestros propios casos, con un corazón humilde elevado a Dios en oración, pidámosle perdón.   Oración.

«Señor Jesús, guárdame de aquellas cosas que parecen “pequeñas zorras” que pueden arruinar mi relación contigo, no permitas que mi corazón se endurezca y pierda la sensibilidad por tu Palabra que es la que me corrige y me guía por sendas de rectitud. Ayúdame a identificar cualquier situación que para mí puede ser normal pero que es pecado a tus ojos, por eso, examina mi corazón y no permitas que nada ni nadie asalte mi viña y estropee el fruto que estoy produciendo para glorificarte solo a ti, amén.

martes, 28 de enero de 2025

El inquebrantable amor del Señor

 


El inquebrantable amor del Señor

“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Romanos 8:38-39

Los cristianos romanos de la época de Pablo estaban pasando por situaciones muy difíciles. Muchos de ellos podrían estar pensando que el Señor los había abandonado. Pablo entonces toma tiempo para escribirles y dejarles saber que no hay nada ni nadie que pueda separarlos de Cristo y de su amor inquebrantable.

Dios nos ha manifestado su amor inagotable por medio de nuestro Señor Resucitado. Ni la aflicción, ni las penalidades de la vida, ni el peligro nos pueden separar de Cristo. Ni la vida ni la muerte nos pueden separar de Él. En la vida, vivimos con Cristo; en la muerte, morimos con Él; y como morimos con Él, también resucitamos con Él. La muerte, lejos de ser una separación, es solamente un paso hacia una más íntima unión; es el acceso a su presencia.

Los poderes angélicos, ni principados, ni potestades, tampoco nos pueden separar del amor de Dios, por mucho que lo intenten. Hay un mundo espiritual invisible que la Palabra de Dios nos ha revelado. Satanás y sus secuaces trabajan sin descanso para arrastrar a las personas hacia la condenación eterna, pero ninguno de ellos puede tocar a un hijo de Dios.

No hay época de la Historia que nos pueda separar de Cristo. Pablo habla de cosas presentes y cosas por venir. En este mundo presente no hay nada que nos pueda separar de su amor; llegará el día cuando este mundo será sacudido y tendremos un mundo nuevo donde no se romperá el lazo de unión con Él.

El amor del Señor nos cubre y podemos descansar bajo su protección. Ni lo presente ni lo porvenir. Ni el presente con su inestabilidad, ni el futuro con su incertidumbre, porque nuestro presente y nuestro futuro están en las manos del Señor. Su plan para cada uno de nosotros es perfecto, entonces: ¿a qué le tememos? a la muerte, el futuro, a perder a alguien o nuestra estabilidad económica, etc.… si estas son nuestras respuestas el Señor nos dice en su Palabra en 1 Juan 4:18 “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”.

Perfeccionémonos en el amor de Cristo y todo temor desaparecerá y podremos experimentar la verdad de que en todas las cosas somos más que vencedores, (Romanos 8:37). En Él se hace realidad la seguridad que anunciaba proféticamente el Salmo 27:1 “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”   Oración.

«Señor Jesús, gracias porque es imposible que algo me separe de ti. Tu muerte a mi favor es prueba de tu amor inquebrantable y nada impedirá tu presencia constante en mi corazón. Tu amor es eterno y me siento seguro en él; esa seguridad hace que todo temor en mi vida se desvanezca. En el nombre de Jesús, amén.

lunes, 27 de enero de 2025

Señor, ¿si puedes?

 


Señor, ¿si puedes?

“Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó”. Marcos 9: 17-27

En muchas circunstancias de nuestra vida podemos estar preguntándole al Señor si Él puede con alguna situación. Este pasaje fue un momento crítico en la vida de los discípulos, que también ponía en duda la capacidad del Señor Jesucristo, pues los escribas estaban disputando con ellos y haciéndolos quedar en ridículo. Cuando llega Jesús, este hombre le explica a Jesús la situación de su hijo y le pide ayuda, pero según la construcción gramatical y la palabra griega “dynei” usada en el original bíblico, lo hace de una forma irónica, prácticamente le dice: “pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.

Jesús está ante un episodio de incredulidad, a lo cual responde: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible”. Debemos entender que ante la desesperación y la frustración podemos caer en incredulidad cuando tenemos que esperar una respuesta; y llegar como este hombre a decirle a Jesús si realmente tienes la capacidad de sanar, liberar, transformar, etc., ayúdame.

La respuesta del Señor es interesante porque contesta con la misma palabra griega “dynei” que el padre había usado, pero ahora le devuelve el desafío diciéndole “si tú puedes creer…”.

La sanidad, la liberación y la transformación de nuestras vidas no dependen de la capacidad de Jesús sino de la fe que tenemos. El poder de Cristo nunca debe ponerse en duda, porque Él todo lo puede.

En ese momento el padre se quiebra y “clama” a Jesús. Es un grito de angustia, desesperación y reconocimiento sincero de su poca fe: “¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!” Esto es lo que quiere escuchar el Señor cuando estamos débiles en nuestra fe. Pidamos que nos ayude en nuestra incredulidad, seamos honestos con Jesús y se abrirá la puerta para el milagro. Es innecesario desafiar a Dios con frases como: “Si eres Dios entonces…”, “si tienes tanto poder…”, “si realmente me amas…”, o “si crees que lo merezco…”.

No seamos hipócritas, nada de eso toca su corazón solo la oración sincera con fe, como dice Mateo 21:22 “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”   Oración.

«Cristo Jesús, perdona mi falta de fe cuando atravieso por situaciones que parecen imposibles, hoy me reconfortas con tu palabra cuando dices: “al que cree todo le es posible”. Señor aumenta mi fe, y la capacidad de ver las cosas como tú las ves, porque para ti no hay nada imposible. Quita de mí todo espíritu de incredulidad y dureza de corazón para creer todo lo que ya has declarado en tu Palabra y recuérdame “que todo lo puedo en ti, que me fortaleces”, ayúdame a mirarte y dame la gracia suficiente para aprender a esperar la respuesta en el momento oportuno. En el nombre de Jesús, amén.

sábado, 25 de enero de 2025

Un llamado a la diligencia


Un llamado a la diligencia

“En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” Romanos 12:11

Este año hay que empezarlo con entusiasmo, el Señor nos pide aquí tres cosas: ser diligentes, fervientes en espíritu y servir. Los creyentes no debemos ser perezosos en todo aquello que requiere celo, como son las cosas del Señor. Debe haber una cierta intensidad en la vida cristiana y no darle lugar al letargo espiritual, más en este momento donde el mundo es un campo de batalla entre el bien y el mal. El tiempo es corto y la vida es una preparación para la eternidad. La palabra griega para diligencia es “spoude” que significa “apresurarse a hacer algo, esforzarse, procurar con mucho deseo”.

El consejo lo da el apóstol Pablo quien sabía muy bien cómo aprovechar el tiempo. Nunca se lamentó por haber perdido una oportunidad para evangelizar, ayudar a otros, exhortar, aconsejar, predicar, enseñar o ser misericordioso. Lo contrario a diligente, como se menciona en el versículo, es ser “perezoso”. En griego es “okneros” que da la idea de encogerse, ser tímido, retardarse o ser negligente. Muchas veces Dios nos presenta maravillosas oportunidades para crecer, aprender, corregir una falta, restaurar, hablar de Cristo a otras personas, incluso de trabajo, ministerio, o ayudar a alguien y actuamos perezosamente.

La pereza también nos hace ignorar las necesidades de los demás. Necesitamos evaluar nuestras prioridades. Hay muchas cosas secundarias que podemos dejar para mañana, pero nunca las importantes. No permitamos que la pereza detenga nuestro crecimiento, nos haga perder los buenos hábitos espirituales y terminemos abandonando el servicio al Señor.

Debemos mantener el espíritu al rojo vivo, un espíritu ferviente, el Señor Jesús en Apocalipsis 3:1 dice que lo único que no puede tolerar es que seamos tibios en nuestra relación con Él. Permitir que el Espíritu Santo nos incendie para Cristo. Este celo, que el Espíritu mismo hace arder en nosotros, nos llevará a servir verdaderamente al Señor. Servir al Señor es no dejar escapar las oportunidades que nos brinda de aprender algo nuevo, o de podar algo viejo o infructuoso; de dar una palabra de ánimo, o de advertencia, de ayudar, o de consolar. Son oportunidades que no se nos volverán a presentar.     Oración.

«Amado Señor, enséñame a tener una relación de amor contigo encendida por el poder y la gracia del Espíritu Santo, a ser diligente en tu obra para predicar, enseñar y aconsejar a los demás, a servirte con un espíritu ferviente, con temor y temblor, recuérdame que el tiempo es corto y la vida es una preparación para la eternidad. En el precioso nombre de Jesús, amén.


jueves, 23 de enero de 2025

Mi plomada de albañil

 


Mi plomada de albañil

“Me enseñó así: He aquí el Señor estaba sobre un muro hecho a plomo, y en su mano una plomada de albañil. Jehová entonces me dijo: ¿Qué ves, Amós? Y dije: Una plomada de albañil. Y el Señor dijo: He aquí, yo pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel; no lo toleraré más”. Amós 7:7-8

“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”. Miqueas 6:8

Hoy tenemos que entender primero qué es una plomada de albañil y por qué el Señor usa esto en una visión para enseñarle al profeta Amós acerca del pueblo de Israel. Una plomada de albañil consiste en una cuerda con un peso en un extremo generalmente de metal, que al templarlo permite verificar si una superficie está perfectamente alineada verticalmente. Es una herramienta básica en la construcción para garantizar la verticalidad y precisión de diversas estructuras y asegura que paredes y columnas se mantengan derechas, evitando desviaciones que puedan comprometer la estabilidad de una construcción.

Con esta visión se le muestra a Amós que su pueblo se ha desviado completamente y aunque ha pasado el tiempo nada ha cambiado en su comportamiento, la idea es que el Señor emplea una plomada para medir la rectitud del edificio moral y religioso de la nación. Como resultado halló a la sociedad entera inclinada hacia la maldad. El pueblo va a caer debido a su pecado en todos los niveles de la sociedad. El profeta ya no pudo interceder más, pues el pecado de Israel fue como un cáncer mortal en el corazón de la nación entera. Tuvo que resignarse a la sentencia de Dios: ¡No lo soportaré más!, (Amós 7:8). Dios no pudo pasar por alto su pecado de idolatría, inmoralidad e injusticia a todo nivel.

Si lo aplicamos a nuestra vida espiritual, podemos decir que a pesar de tener los planos del Gran Arquitecto para construir una vida cristiana recta y justa, con su santa Palabra que nos enseña por qué camino debemos andar, (Salmos 32:8); muchas veces actuamos en nuestra propia prudencia y terminamos desobedeciendo e irrespetando los derechos de los demás y desviándonos del propósito que el Señor tiene para nosotros que es ayudarles a otros a fundamentar su vida en Jesucristo. Si ven en nosotros algo torcido, que no es de testimonio podemos arruinar no solo nuestra propia vida sino la de los demás.

Este año es un llamado a andar en rectitud, pidiéndole al Espíritu Santo que nos ayude en nuestro proceso de santificación, Él es nuestra plomada de albañil, para caminar en obediencia. Para que nuestra edificación espiritual perdure hay que edificarla correctamente. Plomada en hebreo es la palabra “yashar”, que significa “ser recto”. En la Biblia, el resultado de seguir la línea de la “plomada de Dios” es la rectitud. Dios va a poner su plomada en la construcción de nuestra vida espiritual, la medirá y solo pasará la prueba aquella que se ajuste a la rectitud de la plomada. En la Palabra de Dios encontramos todo lo que debemos saber para edificar correctamente, por eso, el día que estemos ante la presencia del Señor no podremos decir que no sabíamos cómo construir. ¿Cómo estamos construyendo nuestra vida espiritual? ¿Seguimos los dictados de la cultura o los mandamientos de Dios? ¿Hacemos caso a la voz del Espíritu Santo o simplemente nos dejamos guiar por nuestros deseos?    Oración.

«Gracias Señor por darme la dirección correcta por donde debo andar, a través de tu Palabra, me has declarado en ella lo que es bueno y solamente me pides que camine en rectitud, hacer justicia, misericordia y ser humilde ante ti. Fija tus ojos en mí para que no me desvíe ni a derecha, ni a izquierda. En el nombre de Jesús, amén.

miércoles, 22 de enero de 2025

La evidencia de Dios es Jesucristo

 


La evidencia de Dios es Jesucristo

“Palabras de Agur, hijo de Jaqué; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal. Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, ni tengo entendimiento de hombre. Yo ni aprendí sabiduría, ni conozco la ciencia del Santo. ¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?” Proverbios 30:1-4

Agur era un maestro sabio procedente del reino de Lemuel; pero este pasaje muestra claramente que a pesar de todo su conocimiento hay ciertos aspectos de la naturaleza divina que serán siempre un misterio para todos nosotros. Él declara que es el más ignorante de todos los hombres y dice que no hay en él discernimiento humano, que no ha adquirido sabiduría, ni tiene conocimiento del Dios Santo; y se hace cinco preguntas: ¿Quién ha subido de los cielos y descendió de ellos? ¿Quién puede atrapar el viento en su puño? ¿Quién ha envuelto el mar en su manto? ¿Quién ha establecido los límites de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo?

A veces encontramos preguntas como estas de personas escépticas, y no sabemos cómo dar una respuesta, sin embargo, la misma Palabra de Dios revela que la respuesta a cada una de estas cinco preguntas es Jesús. Quien descendió y ascendió a los cielos es Jesús en Efesios 4:8-10 dice: “Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo”.

Es por medio de Jesucristo que el mundo entero existió, como lo dice Juan 1:1-3 “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

Jesús es el nombre sobre todo nombre como dice Filipenses 2:9 “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”.

A través del Nuevo Testamento que nos ha sido revelado por el Espíritu Santo, entendemos que la evidencia de Dios se encuentra en Jesucristo.

Al autor de este proverbio le importaba profundamente el nombre de nuestro Dios y no quiere deshonrarlo, por eso pide no tener riquezas ni pobrezas que le hagan desmerecer al Señor, (Proverbios 30: 8-9). Aun cuando Agur ha sugerido que ni él ni ningún otro ha traído sabiduría del cielo a la tierra, implica también que hay palabras de Dios, que como tales son refinadas y confiables, y exigen ser aceptadas sin interposiciones, (Proverbios 30:5-6).

Jesucristo, no solo es revelado en el Nuevo Testamento, sino en el Antiguo Testamento. Él es la imagen visible del Dios invisible, (Colosenses 1:15), hoy es un día para doblar nuestras rodillas delante de Él, en adoración.   Oración.

«Jesús, gracias porque por el Espíritu Santo y tu santa Palabra te has revelado a mi corazón, sé Quién eres tú y por eso te adoro, eres el nombre sobre todo nombre, inclino mis rodillas ante ti y te reconozco como mi Señor y mi Salvador. Te amo mi Señor Jesucristo, amén.

martes, 21 de enero de 2025

¿Dónde está Dios?

 


¿Dónde está Dios?

“Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Más ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” Lucas 24:28-32

El domingo de resurrección iban dos seguidores del Señor camino de Emaús, hablando de todo lo que había sucedido en Jerusalén, el Señor Jesús había sido crucificado, había muerto y perdieron la esperanza, a pesar de que habían escuchado decir que no hallaron su cuerpo y que estaba vivo. Mientras hablaban Jesús se les acercó y se puso a caminar con ellos, pero no lo reconocieron.

“Y nosotros que habíamos creído que Él era el que había de redimir a Israel”, eran las palabras de estas personas cuyas esperanzas estaban muertas y enterradas. Pero entonces vino Jesús, y habló con ellos, y se les aclararon las tinieblas y el sentido de la vista. Lo invitaron a comer y en el momento del partimiento del pan fueron abiertos sus ojos y fue revelada su presencia.

Hoy ese Jesús vivo anhela que lo reconozcamos en medio de nuestras dudas, que lo invitemos a nuestra vida, porque Él puede abrir nuestros ojos a la verdad de la Escritura y a su propia resurrección. Él está dispuesto a entrar y revelarse en los momentos cotidianos de nuestra vida.

Si alguna vez hemos atravesado temporadas en las que nuestra fe y esperanza en Dios se desvanecen y sentimos que nuestra vida está en oscuridad, como si el Señor no estuviera en nosotros. Es el momento de invitar a Jesús a cenar con nosotros, a tener momentos de intimidad donde su Palabra sea esa luz que nuestra alma necesita, trayendo renovación y restauración espiritual, pues la fe es por el oír la palabra de Dios, (Romanos 10:17); entonces nos daremos cuenta de que Dios siempre estuvo ahí.

Muchos hemos caminado algunas veces el camino de Emaús, preguntándonos ¿dónde está Dios? cuando todo el tiempo Él ha caminado a nuestro lado. Por eso si hoy nos encontramos luchando contra la duda, la falta de fe, y la desesperanza por todo lo que acontece en nuestra vida, animémonos y aferremonos a la promesa que Él nos hizo en Mateo 28:20 “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”

Jesús está caminando hoy a nuestro lado y nunca nos dejará, no nos desamparará, su amor por nosotros es tan grande, que aun cuando no lo veamos Él permanece con nosotros. ¿Cuándo fue la última vez que tuvimos una conversación con Jesús y sentimos que nuestro corazón ardía al leer o escuchar su Palabra?    Oración.

«Señor Jesús, te invito a caminar conmigo, deseo que seas el centro de mi hogar, de mi vida y mi corazón. Quiero tener una íntima y estrecha relación contigo, sé que estás a mi lado siempre y es mi petición que mis ojos sean abiertos como fueron abiertos los de tus discípulos para que tu presencia fuera revelada en ellos, igualmente anhelo que sea revelada también en mi vida, llenándome de esperanza inagotable. Te amo mi Jesús, amén.

lunes, 20 de enero de 2025

Una vida renovada

 


Una vida renovada

“Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma. Líbrame de mis enemigos, oh Jehová; en ti me refugio. Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud”. Salmos 143: 8-10

“Y dijo al hombre: he aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia”. Job 28:28

Hoy mucha gente posee mucha inteligencia y conocimiento, cada vez las posibilidades para aprender son más fáciles gracias a la tecnología, hay acceso a cualquier conocimiento; pero al mismo tiempo, a pesar de tanta información, el hombre cada vez es más desdichado e infeliz, las personas son insensatas, y esto se ve en su comportamiento, porque viven en su propio razonamiento, en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido y dejándose arrastrar por los deseos y placeres de este mundo, ajenos de la vida de Dios, (Efesios 4:17-18).

Solo la vida es sabia cuando la vivimos a la luz de la Palabra de Dios, como dice el Salmo 119:105 “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Solo el Señor a través de su Palabra nos muestra la senda por donde debemos andar y cuida cada uno de nuestros pasos para que no nos desviemos. Por eso cada vez que leemos su Palabra, debemos pedir al Espíritu Santo sabiduría, y comprensión para poder aplicarla a nuestra vida y agradar a Dios en obediencia.

Proverbios 9 :10 nos dice: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”. La sabiduría comienza cuando conocemos a Dios. Le da un propósito a nuestra vida porque Él la creó. Conocer a Dios no solo es saber datos de Él, sino permanecer en temor reverente y tener comunión con Él. ¿Queremos en verdad ser sabios? Conozcamos cada vez más a Dios.

El Señor, a través del apóstol Pablo nos dice que debemos renovarnos en el espíritu de nuestra mente, por eso nos manda a despojarnos del viejo hombre viciado con deseos engañosos y a vestirnos de la nueva creación que solo la podemos obtener cuando aceptamos a Jesús en nuestro corazón como nuestro Señor y Salvador y así, nacer de nuevo, para llevar una vida nueva de justicia y santidad. Esto ocurre solamente por su gracia regeneradora a través del Espíritu Santo que viene a morar en nosotros y que nos transforma por el poder omnipotente de Dios, (Efesios 4:22-24).

Por medio del poder del Espíritu, podemos sacar todos los principios corruptos que regían nuestra vieja naturaleza y tener principios de gracia que Jesús nos da para vivir vidas renovadas, no tenemos excusas porque el gran privilegio de los cristianos es que tenemos la mente de Cristo, revelada por su Espíritu, para poder experimentar su poder santificador en nuestros corazones y dar buen fruto en nuestras vidas,(1 corintios 2:16). Hermanos, Dios nos ha revelado sabiduría verdadera por su Espíritu para vivir sabiamente.   Oración.

«Señor, hoy te pido especialmente que abras mi corazón al mensaje de la Escritura, entiendo que tú quieres enseñarme y guiarme para que pueda cumplir tu voluntad, y vivir en tu temor, quiero buscar la verdad de tu Palabra y comprenderla para vivir con sabiduría y agradarte con mis acciones, pensamientos y palabras; en Cristo Jesús, amén.

domingo, 19 de enero de 2025

Abre tu corazón a Jesús

 


Abre tu corazón a Jesús”

“Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:14-20

Las palabras más duras del Señor Jesucristo son dirigidas a la iglesia de Laodicea. Su problema era el orgullo y la ignorancia, provocados por su autosuficiencia y complacencia. Por esta razón recibió la condenación más severa de todas las que encontramos en estas siete palabras a las iglesias.

El Señor Jesucristo, se presenta aquí como: «He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero». Esta expresión subraya la fidelidad del Señor Jesucristo. En Él todas las promesas son firmes e inconmovibles. Él es el que garantiza todos los pactos de Dios para con el hombre.

Como vemos el carácter del Señor contrasta con el carácter y la infidelidad de estos cristianos. No hay ninguna palabra de alabanza, sino que Cristo reprocha a esta iglesia que no eran «ni fríos ni calientes». Ni amaban ni odiaban. No se apasionaban por nada, ni por lo bueno ni por lo malo. Eran indiferentes. Desagradables como beber agua tibia.

Con frecuencia, muchos de nuestros problemas nos vienen por irnos a los extremos y no guardar el necesario equilibrio. Pero aquí vemos que al Señor le desagrada que no seamos ni fríos ni calientes. Bueno, en realidad quiere que seamos calientes en el amor por él y que su obra arda continuamente en nuestros corazones.

La iglesia en Laodicea estaba en un grave peligro, porque si persistían en esa actitud, el Señor los vomitaría de su boca. La implicación es que, si no había un arrepentimiento genuino, la amenaza se iba a cumplir inmediatamente.

¿En qué consiste la tibieza? Implica indiferencia por las cuestiones espirituales. La persona no se preocupa por la enseñanza bíblica. No le importa si hay errores doctrinales y tampoco se preocupa por combatirlos. Falta el compromiso por la obra del Señor y despreocupación por el crecimiento espiritual personal. Se llega a un punto donde el creyente se confunde con el mundo y tampoco actúa como luz.

Describe a un cristianismo sin entrega verdadera, hipócrita, falso, mecánico, mezclado con el materialismo. Esta es una condición muy peligrosa en la que podemos llegar a caer y un cristiano carnal se puede comportar igual que un inconverso.

La iglesia de Laodicea decía que era rica y que no tenía necesidad de ninguna cosa. No veían ningún problema en su situación. Se negaban a verse tal como eran realmente. Demasiada confianza en sí mismos, ¿en dónde habían puesto su confianza? Expresaban su orgullo y satisfacción por lo que habían ganado con sus propios esfuerzos. Eran un pueblo orgulloso, tibio, infeliz, miserable, espiritualmente pobre, ciego y desnudo.

El orgullo espiritual no sólo es insensato, sino que también es peligroso, porque como la Escritura señala, «antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu», (Proverbios 16:18); en lugar de la dependencia del Señor, podemos llegar a sentirnos tan seguros de nosotros mismos, que podemos llegar a excluir al Señor de nuestras vidas. El Señor nos hace un llamado al arrepentimiento, a abrir nuevamente nuestro corazón a Él, a revestirnos de Cristo y a pedir discernimiento espiritual para ver nuestra condición. El Señor quiere entrar para tener una cálida comunión con nosotros.    Oración.

«Señor Jesús, me arrepiento de corazón de todas las ocasiones en las que he sido tibio, cuando no he dado lo mejor de mí, y con mis actitudes he negado mi fe, he sido complaciente y espiritualmente pobre. Deseo crecer en intimidad contigo, que me des claridad, que entienda cuál es tu propósito conmigo y que me llenes nuevamente con la plenitud de tu Espíritu, en el nombre de Jesús, amén.