viernes, 12 de septiembre de 2025

Nuestra vida es para Jesucristo

 


Nuestra vida es para Jesucristo

“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” 2 Corintios 5:14-15

Hermanos en Cristo, el mensaje del evangelio, la palabra de la cruz tiene una contundencia tal que cuando la entendemos de manera clara y revelada, nuestra vida tiene una verdadera transformación y propósito.

Por diferentes motivos, muchos de nosotros creemos inicialmente o aún seguimos creyendo que por haber buscado a Dios y tener el anhelo de vivir según sus mandamientos, entonces Él nos va a recompensar concediéndonos todo lo que nuestra alma desea, en otras palabras, pensamos que acercándonos a Dios se van a resolver todos nuestros problemas y vamos a tener una mejor calidad de vida; y esto en sí no es falso, pero sí tiene una base o motivación errada y es básicamente pensar que todo gira alrededor nuestro, y esto sí es totalmente equivocado.

Hermano, toda la Palabra de Dios se centra en Jesucristo, y en Colosenses 1:15-16 se nos revela que todo fue creado en Él, por medio de Él y para Él; ahora bien, nosotros que hemos creído en Él como nuestro Señor y Salvador, la Escritura nos dice que si Él murió por nosotros, nosotros también hemos muerto con Él y así como Él resucitó nosotros también resucitamos con Él y aquí está el propósito: “para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” 2 Corintios 5:15.

Cuando nosotros cambiamos nuestra manera de pensar y con ello nuestro enfoque (como veíamos en el devocional anterior), pasando de nosotros a Cristo, entonces se cumple en verdad la promesa del Señor registrada en Juan 10:10 “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Esta vida abundante es por supuesto la vida de Cristo manifestada en nosotros, esa vida en el Espíritu que se ocupa y pone su mirada, no en las cosas de la tierra, no en sí mismo, no en el mundo, sino en lo celestial donde está Cristo sentado a la diestra de Dios, y que entonces como resultado todo lo que en ella se evidencia es la gloria de Dios (Colosenses 3:1-4), es decir, a Cristo mismo y su fruto de paz, abundancia y plenitud (Juan 1:14,16, Romanos 8:6).   Oración.

«Amoroso Señor, gracias por tu Espíritu Santo que mora en mí y en todo el que tiene su fe en Cristo Jesús; te damos honra, gloria y alabanza, porque si no es por Él que nos revela tu Palabra, propósito, voluntad y misterios, jamás los podríamos entender; te damos gracias confiando en que así como Cristo nos ha sido revelado también por tu Espíritu será cada día más manifestado en nosotros y a través de nosotros, amén.

jueves, 11 de septiembre de 2025

Enfocándonos

 


Enfocándonos

“Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red.” Salmos 25:15

Es muy fácil enredarse con los afanes del mundo cuando estamos enfocados en nosotros mismos o en los problemas. Los afanes del mundo nos llevan a enfocar nuestra energía y pensamiento en lograr lo que el mundo coloca como estándar de éxito, pero una vez se llega a la cima no está lo que supuestamente se ofrecía, es decir, no hay verdadera satisfacción, no hay total felicidad porque se sube la montaña solo.

El enfoque en nosotros mismos es el enfoque más dañino, pues el resultado de la satisfacción personal egoísta, es la desconexión con los nuestros, consecuencia absoluta de la desconexión con Dios y su propósito. Así que, ¿Cuál es el propósito de Dios para nuestra vida? Solo hay uno.

En cortas palabras, el propósito de Dios para nuestra vida es que hagamos su voluntad, pero solo podremos hacer su voluntad si nuestro enfoque es Cristo.

Su Palabra en Filipenses 3:12-14 dice “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Es justamente lo que motiva cada día al apóstol Pablo, alcanzar a Cristo, y esto significa que aunque Jesús ya está en mí y yo en él o que fui “alcanzado por él”, debo alcanzar o lograr que Él se forme y crezca plenamente en mí, pues justamente el premio del supremo llamamiento de Dios es únicamente en Cristo Jesús, y Efesios 4:13 dice “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;”

Hermanos enfocarnos en los problemas, el mundo o nosotros mismos hará que nos enredemos más y que finalmente no obtengamos eso que tanto anhelamos, pero si nos enfocamos en la voluntad de Dios, prosiguiendo a la meta de que Cristo sea cada día más formado en nosotros, entonces nuestro Padre Dios sacará nuestros pies de cualquier tipo de red en la que podamos caer concediéndonos también el premio que mayor satisfacción nos hará tener.  Oración.

«Padre, gracias porque el permanecer con nuestra mirada en ti, enfocados en lo celestial y eterno, nos permite vivir una vida de total plenitud y satisfacción; gracias porque sé que tu buena voluntad es que Cristo sea formado y reflejado a través de mí y por ello a pesar mis debilidades y fallas, cada día me levantas y me motivas a olvidar lo que queda atrás y proseguir al premio de tu supremo llamamiento, amen.

miércoles, 10 de septiembre de 2025

Navegando con Jesús

 


Navegando con Jesús

“Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?” Marcos 4:35-41

Qué invitación tan particular e interesante es esta que vemos por parte del Señor a sus discípulos; era de noche, les dice que pasen al otro lado del lago, él se duerme y, prontamente se levanta una tempestad tal que ya casi se hundía la barca peligrando todos en gran manera.

En nuestro caminar cristiano, al igual que a sus discípulos, Jesús nos hace ciertas y curiosas invitaciones, son de aquellas en las que vemos con nuestros ojos físicos que pueden tener peligrosos riesgos, en las cuales podemos llegar a asustarnos o angustiarnos pensando que en cualquier momento podemos ahogarnos y perecer; éstas son precisamente de aquellas donde logramos percibir o entender que van más allá de lo que en nuestras fuerzas, experticia o sabiduría podríamos resolver, esos asuntos donde sabemos que si no es con la ayuda del Señor no podríamos cumplir o salir bien librados, la pregunta es, ¿ya diste tu paso de fe?, ¿ya aceptaste la invitación que con tanta gracia y amor el Señor te está haciendo?, es decir, ¿ya te dispusiste a dejar de confiar en tus propios medios y mejor confiar en la soberanía, poder y sabiduría del Señor?

Hermanos, la fe en Jesús es lo que hoy en día nos da el maravilloso e inigualable privilegio de ser llamados hijos de Dios (Juan 1:12), y es solo por medio de la fe que en nuestra vida podremos seguir viendo la gloria de Dios, tal como se lo manifestó el Señor a Marta en Juan 11:40 diciéndole “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”

De modo que, si tú eres de aquellos que a hoy todavía no has decidido navegar con Jesús, quizás por lo que tu mente o tu corazón te llevan a imaginar, el Señor hoy de nuevo te está haciendo la invitación a que confíes en su plan y dirección; además de ello, recuerda que hoy en día Jesús no solo va contigo, sino que Él está en ti, y no permitirá que te ahogues o perezcas, Él solo te quiere enseñar que en medio de la tempestad tú puedes en Él reposar y descansar; Deuteronomio 31:8 “Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.   Oración.

«Padre, gracias por tan hermoso y privilegiado llamado que en Cristo Jesús me has realizado; gracias por cada día enseñarme a confiar en ti sin angustiarme, desanimarme o desmayar; gracias Señor por esa fe que como don me has dado y que por tu Palabra cada día haces crecer, amén.

martes, 9 de septiembre de 2025

Gozosos en la esperanza

 


Gozosos en la esperanza

“gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración;” Romanos 12:12

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” Santiago 1:2-4

“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” Hebreos 12:11

Tiempos de prueba y disciplina, aunque difíciles y tal vez más largos de lo que creemos resistir y soportar, finalmente terminan siendo momentos de gran crecimiento espiritual.

Hay ocasiones que de pronto sin querer o sin imaginar, quizás por las emociones o incluso por las buenas intenciones, tal como le pasó al rey Saúl, terminamos desobedeciendo al Señor y haciendo conforme nosotros pensamos que es bueno (1 Samuel 15:17-22). Sin duda, el Señor, en su eterno amor e infinita misericordia, habiéndonos adoptado como a hijos en Cristo, no nos desechará, si no mejor nos ejercitará en paciencia y obediencia.

Recordemos lo que dice Hebreos 5:8-9 acerca de Cristo “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;” y si fue necesario esto en Jesucristo quien fue perfecto, cabal y obediente en todo, ¿cuánto más en nosotros que sí somos imperfectos y desobedientes? (Hebreos 12:5-6).

Para nadie es un secreto que estos tiempos en los que somos reprendidos y disciplinados, inicialmente no nos causan agrado o gozo, pero veamos a lo que nos anima el Señor en Hebreos 12:2 “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Hermanos, que nuestra mirada, confianza y esperanza en Jesucristo, nos lleven a permanecer y esperar en este tiempo en completo gozo, con la firme certeza de que nuestro Padre que nos ama, nos ejercitará para que finalmente el fruto de su Hijo Jesucristo sea a través de nosotros manifiesto, su paciencia y obediencia para gloria de Dios Padre.   Oración.

«Padre, en tu eterno amor e infinita misericordia, no te cansas de reprendernos y disciplinarnos, gracias por esos tiempos que aun siendo tentados a desanimarnos y desmayar, Tú nos hablas y nos concedes la gracia de mirar a tu Hijo Jesucristo, quien gozoso por nuestra salvación sufrió la cruz y menospreció el oprobio; gracias porque ahora por medio de la fe, su gozo ha sido puesto en mí y en ti espero para que por el ejercicio de estos tiempos todo el fruto de tu Hijo Jesucristo sea a través de mí manifiesto, amén.

lunes, 8 de septiembre de 2025

El fruto es de la vid

 


El fruto es de la vid

“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:4-5

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23

Nos preocupamos, intentamos y esforzamos mucho los cristianos por cambiar nuestra manera de pensar, sentir y hacer, pues conocemos que muchos de nuestros pensamientos, sentimientos y obras no son conforme a la voluntad de Dios. Sin embargo, pasan las semanas, los meses e incluso los años y vemos que en algunos aspectos seguimos siendo los mismos que éramos antes de conocer de Cristo o quizás observamos que nuestro caminar está lleno de altibajos, por algún tiempo parecemos cambiar, pero luego volvemos a nuestras antiguas andanzas.

Es sin duda éste, un panorama frustrante, desalentador y agotador, pero ¿por qué pasa esto? Tal vez es porque hasta ahora no hemos tenido un verdadero conocimiento y entendimiento de las buenas noticias del Señor y nos hemos pasado la vida intentando hacerlo a nuestra manera. Este mal entendimiento de la Palabra de Dios básicamente está en que creemos que debemos en nuestros propios esfuerzos parecernos a Cristo y llegar a ser como Él.

Hermanos, la reveladora verdad es que Cristo está en nosotros y nosotros en Él, así como en una planta de uvas, que vemos que ella tiene pámpanos y los pámpanos están en ella; ahora bien, los pámpanos que llevan fruto no son aquellos que son cortados o que por alguna razón ya no están en la vid, sino que, son aquellos que permanecen en la vid, preguntémonos ¿el fruto, la uva, la produjo el pámpano?, o ¿es el pámpano simplemente el medio a través del cual la vid produce su fruto?

¡Así es, queridos hermanos!, somos también nosotros simplemente medios a través de los cuales el Señor se manifiesta evidenciando Su fruto, por cuanto dice Gálatas 5:22 “El fruto del Espíritu es…”, de modo que, no es nuestro fruto, es el fruto del Espíritu de Cristo y, es solo en aquellos que permanecen con su confianza puesta en la Palabra de Cristo y por ende en la obra que Él puede hacer a través de ellos, renunciando a cualquier tipo de confianza en sí mismos y sus esfuerzos, en los que el fruto de Cristo es producido.    Oración.

«Padre, gracias por haberme puesto en Jesucristo, tu Palabra dice que por la fe nos has injertado en el buen olivo, y ahora Cristo está en mí y yo en Cristo; te alabo y te bendigo porque has dispuesto todo para que a través de mí el abundante fruto del Espíritu de tu Hijo sea llevado y tú seas glorificado, amén.

domingo, 7 de septiembre de 2025

Dar gracias

 


Dar gracias

“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” 1 Tesalonicenses 5:18

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7

Dar gracias en todo porque esa es la voluntad de Dios para con nosotros en Cristo Jesús, es el mandato que encontramos del Señor en 1 Tesalonicenses 5:18. Es este, en primera instancia, un mandamiento un poco difícil de aceptar y mayor aún de practicar, pues no todo el tiempo o en todo momento sentimos querer dar gracias a Dios o estar agradecidos por alguna situación.

Pues bien, hemos de saber que, es esta una actitud o manifestación que se produce en nosotros única y exclusivamente cuando nuestra fe y confianza están puestas en el Señor; si leemos nueva y detenidamente 1 Tesalonicenses 5:18 encontraremos el porqué debemos siempre dar gracias en todo, y la respuesta es sencillamente porque eso que nos está ocurriendo es la voluntad de Dios para con nosotros en Cristo Jesús.

Reflexionemos, si nosotros verdaderamente confiamos que nuestra vida está en manos del Señor, si creemos que somos sus hijos en Cristo y además que Él es soberano para hacer o permitir en nuestra vida conforme bien le parezca, entonces ¿por qué hemos de dudar, cuestionar, renegar o quejarnos ante una situación que quizás no nos agrade o que talvez nos esté causando dolor?

Hermanos, el Señor es poderoso para hacer las cosas mucho más abundantemente de lo que nosotros pedimos o entendemos, pero solo podremos ver su propósito detrás de cada situación cuando, por esa fe que hemos recibido de Él, nuestra constante actitud es de confianza y gratitud. 1 Pedro 1:6-7 nos dice así “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,”   Oración.

«Padre Dios, gracias por esa buena y preciosa obra que tú cada día perfeccionas en mí, gracias por no dejarme como soy, como pienso y como siento, sino mejor, a través de las diversas pruebas y tribulaciones, hacer crecer en mí el pensar, el sentir y el hacer de tu Hijo Jesucristo, que me lleva a estar siempre confiado y agradecido, amén.

sábado, 6 de septiembre de 2025

Buscar y hacer la paz

 


Buscar y hacer la paz

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7

“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.” Romanos 12:18

Vemos actualmente cómo el hacer la paz, buscar la paz o estar en paz se ha convertido en un gran objetivo para los gobiernos de todo el mundo, se busca que ya no haya más guerras, más muertos por la violencia, ni más terror infundido por los diferentes grupos delincuenciales y terroristas.

Sin duda, es este, un propósito loable y de gran admiración, pero que si vemos cercanamente o más lejos de nuestro alrededor, notamos que es cada día más difícil de alcanzar. Y esto tiene todo el sentido, pues no es a través de acuerdos o recompensas ofrecidas que el ser humano puede encontrar y extender la paz.

La paz, en su definición bíblica, va mucho más allá de un estado de calma o tranquilidad, es así la paz un estado de armonía, integridad, plenitud y bienestar integral, un estado que por su puesto no lo hallamos ni en nosotros mismos ni en las circunstancias externas, puesto que el ser humano por naturaleza tiene conflictos internos y a su alrededor se encuentra con diferentes tipos de amenazas.

De manera que, solo existe una fuente de verdadera y completa paz, y esta es Dios. Dios es un Dios de paz (1 Corintios 14:33, 1 Tesalonicenses 5:23, Hebreos 13:20), y el ser humano solo puede encontrar y disfrutar de verdadera paz cuando la busca en Él. Filipenses 4:6-7 nos expone cómo cuando nosotros entregamos o encomendamos al Señor cada una de nuestras necesidades, condiciones, debilidades y limitaciones, esa paz que viene de Él y que sobrepasa todo lo que nuestra mente puede entender, guardará nuestro pensamiento y nuestro corazón en Jesús nuestro Señor. Es entonces en Jesús, quien nos puso en paz con Dios y con nuestro prójimo (Romanos 5:1, Efesios 2:14-17), que nuestra alma puede encontrar completa y verdadera paz. Por ello, querido hermano, si nuestro deseo es mantener esta paz y también hacer la paz, permitamos que sea Jesús quien mora por fe en nuestro interior, el que gobierne diariamente nuestro pensamiento y corazón (Juan 14:20).   Oración.

«Padre, gracias por esa incomparable e inagotable fuente de paz que es Jesús en nosotros; gracias porque en tu infinita misericordia y bondad hiciste posible la paz que hoy todo el mundo necesita, busca y anhela. En la unidad de tu Espíritu oramos para que seas tú a través de nosotros, revelando la verdadera fuente de paz y permitiendo que esté en todo aquel que la desee obtener, por Jesucristo, tu amado Hijo, nuestro Señor y Salvador, amén.

viernes, 5 de septiembre de 2025

Perfeccionados,

 


Perfeccionados, afirmados, fortalecidos y establecidos en Cristo

“Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” 1 Pedro 5:10-11

Hay situaciones en nuestra vida que causan dolor, tristeza, llanto y otros sentimientos poco alentadores o agradables, sin duda todo ser humano en algún momento atraviesa la muerte de un ser querido, de pronto la noticia de una enfermedad o diagnóstico grave, también pasamos por crisis o momentos alteraciones en la salud diferentes circunstancias difíciles que como dice el versículo de hoy, padecemos por un poco de tiempo.

El Dios de toda gracia, que para los que tenemos nuestra fe puesta en Jesucristo como nuestro único Señor y Salvador, es nuestro Padre Celestial, nos dice que después de este corto tiempo, él mismo nos perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá; su Palabra dice: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.” Isaías 43:2.

Hermanos, las tribulaciones que permite el Señor en nuestra vida tienen propósito, un propósito eterno, ese de acercarnos más a Él y de que le conozcamos íntimamente, aquel que nos lleva a experimentar su presencia y su fidelidad todos los días de nuestra vida, como cuando dice “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;” Salmos 23:4.

Entonces, indudablemente, estas situaciones y momentos de dificultad no son para nuestro mal, no son un castigo o algo que el Señor mandó para destruirnos, por el contrario, son el escenario perfecto a través del cual Él hace que nuestra mirada, confianza y dependencia esté puesta solo en Él, pues finalmente la única manera para que la vida de Cristo en nosotros crezca, se perfeccione, afirme, fortalezca y establezca, es cuando a su vez la de nosotros mengua (Juan 3:30). Menguan entonces la desesperanza, la angustia, el dolor, la incertidumbre y la frustración, y aumentan el gozo, la paz, la paciencia, la fe, la esperanza y el amor.  Oración.

«Padre, y aunque pasemos por valle de sombra de muerte, tenemos la certeza de que siempre con nosotros estás. Gracias por tan grande gracia, amor y fidelidad que en Cristo Jesús nos has manifestado, manifiestas y manifestarás, por ello y mucho más, a ti sea la gloria y la alabanza por los siglos de los siglos, amén.

jueves, 4 de septiembre de 2025

La bendición de la intimidad

 


La bendición de la intimidad

“Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste. Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte.” Éxodo 34:1-2

“Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra. Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró.” Éxodo 34:4-8

Vemos en las citas bíblicas del día un pequeño relato de lo que fue uno de los encuentros que Moisés tuvo con el Señor, en este podemos ver que Dios le hace el llamado a presentarse delante de Él muy de mañana, y le da también unas instrucciones para lo que sería el propósito de ese encuentro; por su parte, vemos a Moisés atendiendo al llamado del Señor y haciendo tal como le había escuchado. Finalmente, lo que vemos en este maravilloso encuentro, es mucho más de lo que Moisés o cualquiera de nosotros podría pensar o esperar, pues le fue dada a este hombre la gracia del conocimiento y la revelación de Dios de manera personal, íntima y directa, el Señor mismo revelándose ante Moisés.

Ahora bien, la Palabra de Dios en 1 Corintios 2:9 dice “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.” Hermanos, el conocimiento y la revelación de Dios no viene por grandes capacidades mentales o sabiduría humana, sino que ha agradado al Señor revelarlas por su Espíritu, a aquellos que se hacen como niños, a personas dependientes totalmente de su Padre Celestial, que le busquen con gran anhelo y gozo, y que por su puesto crean y confíen en lo que de Él escuchan y reciben (1 Corintios 2:10, Mateo 18:1-5). Así que, si tú en tu vida anhelas ver y conocer de primera mano la gloria de Dios, busca un tiempo y lugar donde con Él a solas puedas estar y por su Espíritu recibe la bendición de la intimidad. Salmos 25:14 dice “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto.   Oración.

«Padre, gracias porque no es el tiempo donde te adoraban en montes y templos, es esta la hora donde los que te queremos adorar, es necesario que lo hagamos en espíritu y verdad; gracias porque es tu Espíritu que mora en mí el que me guía, me enseña y me ayuda a estar en tu presencia, contemplarte, escucharte y adorarte, por Jesucristo mi Señor y Salvador, amén.

miércoles, 3 de septiembre de 2025

El propósito de nuestro diario caminar

 


El propósito de nuestro diario caminar

“Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.” Éxodo 33:12-14

Hay un deseo bien particular e importante que Dios tiene para con nosotros y es, que le conozcamos; es este un deseo tan profundo y una intención tan grande que el Señor con cada eventualidad de nuestra vida lo que busca es que le conozcamos, adicional que encontremos esa gracia en sus ojos para con nosotros y que veamos su gloria.

El Espíritu Santo a través del apóstol Pablo en Efesios 1:16-17 deja esto plasmado de la siguiente manera: “no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,”

Entonces, cada vez que en nuestra vida no veamos el camino, no encontremos dirección o simplemente haya inseguridad en nuestro corazón de modo que no nos atrevemos a dar el paso, es precisamente la oportunidad que Dios está forjando para que al igual que Moisés le supliquemos en oración y con un corazón dispuesto y humilde que por favor nos muestre cuál es su camino con el fin de poderle conocer.

Hermanos, hay una gracia que por Jesucristo, nosotros hemos hallado delante de Dios, pero que no la podremos descubrir ni experimentar si en cada día y circunstancia de nuestra vida no le buscamos reconociendo nuestra necesidad y dependencia de Él. El Señor en respuesta a la petición de su siervo Moisés le dijo: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.” y por Jesucristo, la presencia de Dios por medio de su Santo Espíritu en nosotros los creyentes está y dice que estará para siempre; de modo que, atendamos a este llamado y este deseo tan precioso de Dios para nosotros y disfrutemos así de todo el conocimiento y la revelación que Él, por su Espíritu, nos quiere dar en nuestro diario caminar.   Oración.

«Padre Santo, bueno, fiel, misericordioso y bondadoso, en este nuevo día que me concedes de vida, te alabo y te bendigo por lo que eres y por permitirme estar delante de ti; Señor bueno, en este momento rindiendo mi corazón delante de ti con toda fe y humildad te pido que por esa gracia que me has concedido en Jesucristo, me muestres el camino que debo andar, la decisión que debo tomar y el paso que debo dar; bendice mi vida con la gracia de poderte conocer más y más en mi diario caminar, amén.

martes, 2 de septiembre de 2025

Amarnos a nosotros mismos

 


Amarnos a nosotros mismos

 “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?” Lucas 9:24-25

“El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” Juan 12:25

Contrario a lo que nuestra mente puede pensar y de hecho a lo que el mundo promueve, en el Reino de los Cielos, el amarnos a nosotros mismos no se trata de preservar, amar o cuidar nuestra vida natural; esta vida natural que es la vida del alma (pensamientos, emociones y voluntad), el Señor nos llama a perderla por su causa, pues según su Palabra en Lucas 9:24-25, todo el que quiera salvar esta vida finalmente la perderá, porque “¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?”

Hermano, cuando nosotros seguimos tras nuestros propios pensamientos, emociones y voluntad, vamos a terminar perdidos, flagelados y destruidos, puesto que naturalmente por el pecado que heredamos de Adán, nuestros pensamientos se encuentran entenebrecidos (Efesios 4:18), nuestras emociones desequilibradas (Santiago 3:14,16) y nuestra voluntad o nuestros deseos desordenados (Gálatas 5:16-17), de modo que, es por este motivo que el Señor nos llama a perder o aborrecer esta vida. Y entonces, ¿cómo amarnos a nosotros mismos?

Pues bien, la Palabra de Dios nos revela que cada persona que cree en el Hijo de Dios, Jesucristo, tiene vida eterna (1 Juan 5:10-11); esta vida que se nos ha concedido por gracia por medio de la fe, es una vida espiritual, es vida eterna, en el griego: vida “Zoé”, y es por supuesto una vida superior a la natural, es en otras palabras, la vida de Cristo en nosotros (Juan 14:16-17, 20). De modo que, la gran respuesta a esta importante pregunta es: nos amamos a nosotros mismos cuando vivimos, andamos o caminamos en esta nueva vida, “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.” Romanos 8:6.

Hermanos, renunciar a nuestros propios pensamientos, emociones y voluntad, y en lugar de ello, anhelar y tomar el pensar, el sentir y el hacer de Cristo revelado en su Palabra por medio de su Espíritu que en nosotros mora, es la manera más sabia y acertada de manifestarnos amor propio, pues sólo Él en su Soberanía y perfección puede darnos el gozo, la paz, plenitud y abundancia que tanto anhelamos y necesitamos (Juan 10:10).   Oración.

«Padre, gracias porque en tu infinito y auténtico amor, por medio de Jesucristo, me has concedido una nueva vida, la vida espiritual, la vida de Cristo a través de tu Espíritu; hoy entendiendo esta gran verdad y apreciando este gran tesoro, te pido que me concedas la gracia de cada día negarme a mí mismo para andar y disfrutar de esta nueva vida espiritual, amén.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Tres cruces

 


Tres cruces

“Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;”, Romanos 6:5

“sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”, Romanos 6:6

Dos cruces justas, pero una cruz injusta, el inocente estaba pagando por el culpable, podemos preguntarnos con qué cruz nos identificamos. Los que creímos, estamos en la cruz del medio, juntamente con él hemos sido crucificados. Pero la recompensa es inmensa, también hemos resucitado junto con el que murió.

En otra cruz, uno que antes de morir miró a Jesús y pidió misericordia al único que podía concederla, entonces recibió una promesa impactante “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23:43)

Espiritualmente este hombre fue llevado a la cruz de en medio, a la de Cristo, para que al ser crucificado juntamente con él, pudiera gozar de la vida eterna y estar ese mismo día en el paraíso.

Todos los que creemos en Cristo, fuimos unidos a su muerte y a su resurrección, plantados en él, unidos a él.

Pero también diariamente tenemos que ir nuevamente a la cruz, porque hay un enemigo que no es externo, es interno, que sigue en nosotros, la vieja creación, el viejo Adán. Y hay una guerra para que la vieja creación mengüe y Cristo crezca.

No es con nuestro esfuerzo, es una victoria ya consumada que debe ser notificada al alma para que esta manifieste la nueva vida, que es Cristo mismo. Solo la cruz diaria, al crucificar nuestras pasiones, deseos, pensamientos y sometiendo mi voluntad a la voluntad del Espíritu, permite que la naturaleza que domine y crezca sea la nueva naturaleza.

El hombre natural, no conoce el amor, es un atributo de Cristo. Pero si Cristo crece en mí, crece el amor, crece la obediencia. Es transmitido al alma lo que ocurre en el espíritu en unión con el Espíritu, pero la clave está en la cruz. (Lucas 9:23, Lucas 14:26)

Oración.

«Padre, ésta fue la manera en que nos amaste, enviando a tu Hijo amado a la cruz, para que juntamente con él nosotros también fuéramos a la cruz, y así mismo en la semejanza de su resurrección fuésemos colocados. Cristo en ti Padre, nosotros en él, unidos en todo, para que en todo seas glorificado, en el poder de tu Santo Espíritu, amén.

domingo, 31 de agosto de 2025

El velo

 


El velo

“Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.”, 2 Corintios 3:15-16

“Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”, 2 Corintios 3:16-18

Muchos leen las escrituras y hablan de Jesús, pero no les ha sido revelado realmente; es como hablar de alguien que está lejano, de un familiar o un amigo cercano, hablando de algunas experiencias que otros le cuentan, incluso de manera detallada. Pero no hay un conocimiento de la persona; cuando la biblia habla de conocimiento, se usa la misma palabra que es para un encuentro íntimo entre una pareja, por ejemplo en Mateo 1:25: “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.”

Hemos reflexionado que la función del Espíritu santo es «quitar el velo» para que podamos ver la realidad de quiénes somos en Cristo y cuál es la obra completa que Él ha hecho en nosotros: “Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Juan 16:14)

Lo anterior significa, que la Biblia da testimonio de Cristo, pero sólo el Espíritu nos puede revelar este conocimiento, que no es un conocimiento intelectual sino una experiencia viva de la Palabra de Dios en nosotros: Cristo mismo en cada creyente. Una unión íntima. Una vida en nosotros, que lo cambia todo, lo redime todo y lo transforma todo.

Necesitamos por tanto crecer en el conocimiento de Cristo, en esta gracia que se nos ha dado por fe. Por lo tanto, todos nosotros, quienes hemos sido unidos a Cristo, a la vid verdadera, tomamos de su sustancia y nos ha sido quitado el velo, entonces podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, por medio de su Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen. (2 Corintios 3:18, 2 Pedro 3:18).

Así que no basta solo con saber que Jesús murió por nosotros; también debemos comprender y experimentar que nosotros morimos con Él. Debido a que morimos y resucitamos con Él, el poder del pecado sobre nosotros ya no tiene señorío. Y nuestra vida ha sido transformada plenamente y completamente.   Oración.

«Padre, que se caigan de mis ojos espirituales las escamas que no me dejan ver la gloriosa presencia de tu Hijo en mí, que pueda conocer y entender plenamente que yo morí y ahora mi vida está en Cristo, donde también he resucitado para vida nueva. Amén.

sábado, 30 de agosto de 2025

Anunciando la vida que nos habita

 


Anunciando la vida que nos habita

“Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.”, 1 Corintios 1:21

“más ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?”, Gálatas 4:9

Todo el mundo habla de Jesús, pero solo pueden manifestar su vida los que lo conocen, que han sido primero amados y conocidos por Él. (Gálatas 4:9)

El evangelio se expresa en obras y en la Palabra, que es Cristo como la Palabra, expresándose a través de nosotros, no que seamos nosotros comunicando un mensaje intelectual o hablando de nosotros mismos, sino que es Cristo dándose a conocer a través de nosotros.

Por lo tanto, la iglesia no es una entidad que habla de Cristo, es el cuerpo de Cristo, manifestando su sentir, su pensamiento y su actuar. Los únicos que pueden expresar la vida de Cristo, somos los que formamos parte de Él.

El propósito del evangelio se cumple, cuando Cristo es formado en nosotros y Cristo en nosotros da testimonio de la verdad, que es él mismo. Cristo como la cabeza y nosotros el cuerpo, damos testimonio viviente de la plenitud de aquel que lo llena todo en todos. (Efesios 1:22-23)

Entonces la predicación del evangelio para salvación de los oyentes que creen, no es un evento o una reunión, sino una expresión constante donde todo el tiempo manifestamos a Cristo, sea en el trabajo o en nuestra familia “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16). Es una necesidad que sale orgánicamente de nuestro interior, porque es Cristo mismo queriendo que todos sean salvos y que lleguen al conocimiento de la verdad, como dice 1 Timoteo 2:4 “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.”, y la verdad no es una filosofía, ni una religión, tampoco algo sino alguien. Cristo mismo.

Entonces, no anunciamos algo, sino a alguien que nos habita. Si el que escucha cree en él, en la persona misma que mora en nosotros y del cual damos testimonio con palabras y con hechos, entonces los demás creerán para salvación y serán sellados con el Espíritu Santo: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,” (Efesios 1:13).

Abogados, ingenieros, médicos, deportistas, técnicos, amas de casa o la profesión que sea, tienen un pasaporte para ir a donde conviven y predicar el evangelio en esos lugares, manifestando a Cristo mismo en sus vidas. El Cristo resucitado expresado en todo lo que hacemos: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” (Colosenses 3:17)    Oración.

«Padre, que en todo lugar y en todo lo que hago, sea Cristo en mi revelándose a otros, amando, enseñando y trayendo su paz por medio de nuestros actos, y que cuando hablemos no seamos nosotros, sino Cristo hablando de la salvación que el Padre proveyó en él. Amén.

viernes, 29 de agosto de 2025

El Espíritu Santo glorifica a Cristo en nosotros

 


El Espíritu Santo glorifica a Cristo en nosotros

“Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.” Juan 16:14

“y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.”, Colosenses 2:10

“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”, Romanos 8:9

Para que la vida de Cristo sea manifestada en nosotros plenamente, hemos visto que la «sustancia del Hijo» que habita en el creyente no es una mera imitación de Jesús, sino la expresión de su propia naturaleza y carácter. La vida espiritual es la vida de Cristo manifestándose, pero el actuar del Espíritu Santo con el que hemos sido sellados es determinante.

El papel del Espíritu Santo es revelar a Cristo:

El Espíritu Santo no está primariamente para darnos poder para hacer obras por nuestra cuenta, sino para darnos a conocer la vida que ya portamos en Cristo. Su función es «quitar el velo» para que podamos ver la realidad de quiénes somos en Cristo y cuál es la obra completa que Él ha hecho en nosotros: “Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Juan 16:14)

En este sentido, la oración, la adoración y el servicio no son actividades del ego para impresionar a Dios, sino expresiones que provienen de la vida de Cristo en nosotros y que se hacen en el poder y la guía del Espíritu, no en nuestra carne. (Efesios 6:18-20 )

Entonces, la importancia de la rendición y la identidad en Cristo es clave, a través de la «negación de sí mismo», que es el reconocimiento de que el «yo» no puede hacer nada. Es una rendición constante, diaria, a la soberanía de Dios y a la suficiencia de Cristo. (Lucas 9:23, 2 Corintios 3:5-7)

Por lo tanto, el efecto de la obra del Espíritu en nosotros, es el impacto directo en nuestra verdadera identidad, la cual no se basa en lo que sentimos o en nuestras circunstancias, sino en lo que Dios dice que somos: «Estamos completos en Él» (Colosenses 2:10). Esta realidad interna es la que se proyecta hacia el mundo.

En conclusión, lo anterior es una contundente defensa de la suficiencia de Cristo que manifiesta su vida en nosotros los creyentes, en su cuerpo, en el que hemos sido colocados.

Todos los argumentos bíblicos anteriores, coinciden plenamente con la idea de que no es el ego quien decide vivir en el Espíritu, sino que es la acción de la vida de Cristo en nosotros, que se vuelve evidente en la medida en que el «yo» mengua y se rinde a la obra de la cruz.

Hermanos, es un llamado a dejar de lado los esfuerzos humanos y a reposar en la obra completa de Dios en Cristo. El verdadero reposo espiritual del creyente en Cristo Jesús (Hebreos 4:8-11), porque como dice Romanos 9:16 “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.   Oración.

«Padre, que tu Espíritu me recuerde cada día, en cada experiencia, que ya no se trata de mí, sino de Cristo en mí, que no hago nada por mí mismo, sino que al ser guiado por tu Espíritu, hago la voluntad del Padre, para gloria de su nombre, amén.

jueves, 28 de agosto de 2025

Necesitamos verlo espiritualmente

 


Necesitamos verlo espiritualmente

“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida”, 1 Juan 1:1

“(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.”, 1 Juan 1:2-4

Esta historia real, nos enseña también una verdad espiritual: necesitamos oír, ver, palpar, experimentar con nuestros sentidos espirituales lo que Dios quiere que conozcamos, respecto a su Hijo, a Jesús. Para que al experimentar por medio de la fe, podamos disfrutar del gozo y plenitud de su presencia.

No nos podemos quedar como oyentes de una historia, sino, tener una experiencia real con Dios. Pero, ¿qué fue lo que oyeron, vieron, contemplaron y palparon los apóstoles con respecto al Hijo de Dios que se encarnó?

La vida misma de su Hijo, el Padre la manifestó colocándola en nuestro espíritu. La trajo al lugar santísimo de nuestro tabernáculo interior, uniéndonos a su Hijo. (1 Juan 1:2).

Esta vida de la que ellos dan testimonio, ahora se manifiesta en cada uno de nosotros, ellos a la verdad la vieron físicamente, pero solo hasta que la vieron espiritualmente, cuando recibieron al Espíritu Santo, pudieron entender verdaderamente y ser testigos al tocar, percibir y tener esa vida en ellos, entonces les fue quitado el velo.

Necesitamos ver espiritualmente, si lo experimentamos nunca nuestra vida va a ser igual, porque esa realidad manifestada en nosotros es transformadora. Los que vieron esa realidad dieron su vida por lo que les fue revelado; nos corresponde entonces, tomar nuestra cruz y seguirle para que esa vida se manifieste plenamente.

Entonces, ¿Qué fue lo que vieron ellos, que tenemos que ver nosotros?, una vida en nosotros, la vida de Cristo que se debe expresar plenamente para que nuestro gozo sea completo.  Oración.

«Padre, la vida de Cristo en mí la colocaste para que al manifestarse por medio de mí, esa verdadera vida sea para gloria de tu nombre, y todo el fruto de tu Espíritu evidencie que me has trasladado de la oscuridad a la luz verdadera. Amén.

miércoles, 27 de agosto de 2025

Ahora mis ojos te ven

 


Ahora mis ojos te ven

 “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.”, Job 42:5

“y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.”, Romanos 8:23-25

“porque por fe andamos, no por vista; ”, 2 Corintios 5:7

A Job siendo un hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, le pasaron cosas terribles, insoportables para cualquiera de nosotros.

El diablo piensa que Job, se comporta así porque Dios le bendice, pero si Dios permite la calamidad, entonces Job se apartará y blasfema contra Dios. (Job 1:10–11 )

Sin embargo, luego de recibir las terribles noticias de calamidades sobre su familia, Job no pecó ni atribuyó a Dios despropósito alguno. (Job 1:21-22)

Cuando Dios responde a Job ante su clamor, le da a entender acerca de su gran poder, soberanía y grandeza, pero increpa su necedad: “¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?” (Job 40:8)

Job tiene un encuentro con Dios y luego de escucharlo, declara que antes había oído de Él, pero ahora sus ojos lo ven.

Jesús dice que “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18). ¿Cómo pudo entonces Job ver a Dios? No hay otra manera de ver a Dios, sino es por el Hijo.

Pero cuando la escritura habla de “ver” no se trata de nuestros ojos físicos. Se trata de mirar con los ojos de la fe.

En mi testimonio personal, antes no entendía, porque trataba de entender las cosas de Dios con mi mente natural y así, es imposible, quería mirar con mis ojos naturales y quería sentir a Dios con mis emociones. Qué equivocado estaba. Dios es Espíritu y los que lo adoramos, en espíritu y verdad es su voluntad que le adoremos. (1 Corintios 2:14, Juan 4:23-24)

Por tanto, pidamos a Dios, poder verlo con los ojos de la fe, tener un encuentro íntimo con nuestro Salvador; Cristo que nos revela al Padre: “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.” (Mateo 11:27)   Oración.

«Cristo Jesús, gracias porque abriste mis ojos espirituales para ver al Padre, para entender que soy creado para gloria y alabanza de su nombre, que ahora pueda cada vez más conocer toda la riqueza de este llamado y de esta salvación tan grande que me ha sido otorgada por medio de la fe, en el poder de tu Espíritu que actúa en mí. Amén

martes, 26 de agosto de 2025

La acción constante del Espíritu en nosotros

 


La acción constante del Espíritu en nosotros

“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.”, Romanos 8:16

“Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.”, 1 Corintios 6:17

Hay un poder, el mismo que operó en Cristo levantándole de los muertos; una persona puesta en nosotros, que nos lleva a que Cristo crezca en nosotros: su Espíritu Santo.

Su accionar en nosotros es dinámico y vital, en unión íntima con nuestro espíritu hace que Cristo emerja. El Espíritu forma a Cristo en nosotros. (Juan 16:14)

Podemos entender lo que es esta acción esencial, dinámica y mutua, entre mi espíritu y el Santo Espíritu de Dios, de la siguiente manera:

Una unión esencial de vida, pues fuimos unidos al Espíritu, sellados con él, esto nos trajo la vida de Cristo en nosotros (1 Corintios 6:17, 1 Juan 5:12),

Una interacción viva o dinámica, pues el Espíritu nos revela, nos abre el entendimiento trayendo la verdad de Dios a nosotros, cada dia nos recuerda que somos hijos del Padre (Romanos 8:16) ,

Una participación mutua que determina una unión orgánica o vital, pues es una vida completa en nosotros, que respira espiritualmente, que piensa con la mente de Cristo, que expresa el sentir de Cristo, es una vida que nos habita; esto es comunión íntima (2 Corintios 13:14)

En esta nueva naturaleza opera esta acción dinámica, vital e íntima, de manera constante; no es algo pasivo en nosotros, es alguien que nos ayuda en nuestras debilidades, que aboga por nosotros, pero que nos trae la eternidad, el cielo aquí en el presente, para que podamos participar de la naturaleza divina de Cristo.

Esto solo es posible si andamos en él, en el Espíritu, negándonos a nosotros mismos cada día, hasta que por esta acción dinámica suceda que nuestros sentidos espirituales crezcan y se ejerciten, se vuelvan cada vez más sensibles para percibir esta nueva realidad eterna operando hasta que Cristo sea formado plenamente en nosotros. (Hebreos 5:14, Gálatas 4:19)     Oración.

«Padre, tu Espíritu en mí me revela el conocimiento de Cristo y me permite ver lo que antes no podía mirar ni entender con mi mente natural. Gracias Señor porque esto no lo merezco, pero tu amor me guía a glorificarte y darte toda mi vida en servicio, para que obres por medio de mí. Amén.

lunes, 25 de agosto de 2025

La verdadera adoración al Padre

 


La verdadera adoración al Padre

“Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” Juan 4:23-24

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; ” 2 Pedro 1:3-4

La adoración es obediencia, pero la carne no puede obedecer, el alma por sí misma tampoco.

Es solo por el accionar dinámico del Espíritu Santo, en unión íntima con mi espíritu, que puedo adorar al Padre.

Esta es la verdadera adoración, que Cristo, que es el único capaz de obedecer y el que obedeció completamente al Padre, ahora se exprese colocando en mí el querer como el hacer por su buena voluntad. (Filipenses 2:13)

Cristo solo quiere hacer la voluntad del Padre, entonces cuando voy a la cruz cada día y me niego a mí mismo, me despojo del viejo hombre, emerge de manera natural y espontánea “Cristo en mí”. La nueva naturaleza divina.

No soy yo tratando de hacer como Cristo, ni de servir a Dios en mi fuerza; Dios no necesita nuestro servicio de esa manera, sino a su manera, que es Él actuando en nosotros; nosotros somos instrumentos donde Él obra; porque si no es Dios el que edifica, en vano construyen los edificadores. (Salmos 127:1, Hechos 17:23-25, Hechos 9:15).

Por esta razón, el Señor Jesús, increpa a los que le dicen “Señor, Señor”, pero no hacen la voluntad de su Padre, ya que solo en el Hijo, podemos hacer su voluntad, porque el único que hace la voluntad del Padre es el Hijo. Su manifestación en nosotros para su gloria, es la voluntad de Dios. (Mateo 7:21-23)

Miremos que los descritos en el anterior pasaje de Mateo, servían en el nombre de Jesús, pero Cristo no los conocía; entonces, nos debe ser revelada esa vida, que da vida a nuestro espíritu. Hermanos, es el Hijo quien nos revela al Padre y así podemos adorarle en espíritu y verdad (Mateo 11:27)

Solo en la nueva naturaleza divina, de la cual somos partícipes por medio de sus preciosas promesas, es que puedo expresar o manifestar la vida eterna. Cristo en mí, la esperanza de gloria y con él todas las cosas, pues todas las promesas en él se cumplen en nosotros. (2 Pedro 1:3-4, 2 Corintios 1:20)   Oración.

«Padre, sé que el conocimiento de Cristo en mí es extraordinario, pero incomprensible en nuestra propia mente, te ruego nos ilumines, para que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, para gloria de tu santo nombre, amén.

domingo, 24 de agosto de 2025

¿Dónde está la guerra?

 


¿Dónde está la guerra?

“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. “Lucas 9:23.

“llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.”, 2 Corintios 4:10.

Entonces, ¿Dónde está la guerra?

La guerra es contra la carne y es en el alma (pensamientos, emociones y voluntad); si me niego a los deseos carnales y acepto por la fe la verdad eterna de Cristo en mí, esto es, su revelación por el Espíritu en comunión con mi espíritu, entonces la naturaleza predominante será la de Cristo en mí.

Cuando crece Cristo, crece todo lo que él es, su amor, paz, gozo y todo el fruto. Su carácter crece en mí, como evidencia del fruto.

Cristo actuando a través de nosotros es nuestra victoria, por esto el apóstol Pablo, declara que él ya no vive, sino que es Cristo el que vive en él, y que lo que ahora vive, en este plano natural, lo vive por la fe en ese Cristo vivo en nosotros, que le ha dado vida a nuestro espíritu por su Espíritu Santo. (Gálatas 2:20)

Como el pecado entró en el mundo por un hombre, Adán, la carne sigue estando en nosotros, tratando de seducir al alma y al cuerpo para expresar el viejo hombre, está queriendo emerger, gobernar sobre el espíritu. (1 Pedro 2:11). El alma va a expresar la naturaleza que más se le de alimento.

La pregunta contundente es, ¿cómo hacemos para que la vida de Cristo sea la predominante? y ¿cómo hacemos para que emerja y sea la que se exprese, crezca, se fortalezca, se reafirme y se evidencie el fruto?

Solo hay una respuesta: la cruz. Sí, la misma que nos trajo de la oscuridad a la luz, es la única que puede hacer división entre el hombre natural o adámico y el hombre espiritual en Cristo; divide muerte de vida, Jesús lo dice contundentemente: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.”(Lucas 9:23).

Llevamos por tanto la muerte de Cristo en nosotros, negándonos a nosotros mismos cada día, no confiando en nosotros mismos, para que la vida de Cristo se manifieste plenamente.

Qué hermoso el siguiente pasaje que revela esta verdad de ir a la cruz cada día, de negarnos a nosotros mismos, para que se exprese plenamente Cristo: “llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.”, 2 Corintios 4:10.  Oración.

«Padre, tú me has dado vida verdadera, porque sólo en Cristo hay verdadera vida, me has dado vida espiritual, y para que esta vida emerja me guías a negarme a mí mismo, a no dejar la confianza y esperanza en mis capacidades o en mi propia justicia, sino mejor solo en Cristo, para gloria de tu nombre, amén.

sábado, 23 de agosto de 2025

Vida a mi espíritu

 


Vida a mi espíritu

“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.”, Romanos 8:16

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.”, Efesios 2:1

Lo primero que debemos saber, es que todos nosotros estábamos muertos espiritualmente, heredamos la muerte espiritual de Adán, y por este hecho vivíamos en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, siguiendo la corriente de este mundo guiados por el maligno. (Efesios 2:1-4)

Heredamos una naturaleza caída, que se expresa en:

Pensamientos oscurecidos: No distinguimos entre el bien y el mal, o fijamos nuestro concepto de bien y mal, justificamos el pecado con argumentos aparentemente lógicos, e interpretamos mal las escrituras. (Mateo 22:29, Efesios 4:18, 1 Corintios 2:14)

Deseos desordenados o concupiscencia. (Efesios 2:3, Santiago 1:14-15)

Emociones distorsionadas: (Proverbios 29:11)

Cuando recibimos a Cristo, esta naturaleza caída convive con la nueva naturaleza que nos ha sido dada por gracia por medio de la fe; la vida misma de Cristo en nosotros; en 1 Pedro 2:11 entendemos esta perspectiva y también encontramos dónde está el lugar de batalla cuando dice: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”.

Así mismo, en Romanos 7:19-25 explica esta lucha interna con “la ley del pecado que mora en mí”, pero al igual que Pablo, los que hemos creído, estamos en Cristo. Entonces, ¿Cómo se explica este hecho?

Somos espíritu, alma y cuerpo; cuando Cristo vino a morar en mí, se hizo uno conmigo; uno con mi espíritu, sellándome con su Santo Espíritu. (1 Tesalonicenses 5:23, 1 Corintios 6:17)

En el espíritu, la realidad de la obra completa está terminada, y estamos completos, por lo tanto se cumple el “consumado es – pagado es” que Cristo determinó en la cruz.

Pero, necesitamos que aquello que fue consumado o completo, se le notifique al alma, para traerlo al ámbito natural en que nos movemos y que la vida que impere sea la vida de Cristo.

La realidad espiritual es eterna, no puede ser modificada, necesitamos verla, conocerla por revelación. Si el lugar de batalla es nuestra alma, nuestros pensamientos, emociones y voluntad, deben ahora obedecer o estar sujetos al espíritu en comunión con el Espíritu de Cristo en nosotros. ¿A qué naturaleza respondemos?    Oración.

«Padre, me diste nueva vida, cuando estaba muerto, desconectado de la realidad eterna; ahora en Cristo, tengo esa unión eterna en mi espíritu, donde recibo esa revelación y esa paz indecible que guarda mis pensamientos y mi alma en Cristo Jesús, para entender y hacer tu voluntad. Amén.