domingo, 9 de febrero de 2025

Ser testigos de Cristo nos permite ver su Eterno Amor

 


Ser testigos de Cristo nos permite ver su Eterno Amor

 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” Efesios 1:3-6

El Apóstol Pablo llegó a ser un testigo de Cristo, no solamente porque Jesús se le apareció camino a Damasco, sino porque después de este encuentro cultivó una relación íntima con el Señor por medio de la comunión con el Espíritu Santo, y esta comunión le permitió conocer profundamente a Jesucristo, tanto, que por revelación pudo darse cuenta que Cristo aun antes de la creación ya había pensado en nosotros y por su gran amor nos había escogido para que fuésemos hechos a su imagen: santos y sin mancha, como dice Efesios 1:4.

De igual manera, Dios quiere que lo glorifiquemos al tener esta misma revelación por medio del Espíritu, y así al estudiar la preexistencia de Cristo poder ver en la creación, el amor del Señor, preparando todo para que el hombre como su obra especial, pudiera experimentar su amor y compañía. Génesis revela que al Dios crear los cielos y la tierra vio que todo era bueno en gran manera, y que plantó un huerto en Edén, un lugar especial, donde puso al hombre para relacionarse con él. Lastimosamente cuando el hombre pecó, esa relación se dañó por causa del pecado, y el hombre fue expulsado del Edén para que no tomara del árbol de la vida, sino que pudiera experimentar el plan de salvación que Dios había puesto en marcha, pues su deseo siempre ha sido adoptarnos como sus hijos por medio de Jesucristo como dice Efesios 1:5, no queriendo que ninguno perezca sino que todos procedan al arrepentimiento, como declara 2 Pedro 3:9b.

Hermanos, al igual que Pablo busquemos esa intimidad con Cristo por medio de la comunión con el Espíritu Santo, para que al ser transformados en sus testigos podamos comprender su Amor eterno, conociendo que desde antes de la creación Él ya nos amaba, para que esto nos impulse a compartir este maravilloso Amor.   Oración.

«Padre Dios, tu creación muestra tu gran amor, cómo creaste todo para darnos a nosotros los hombres un lugar maravilloso para vivir, gracias por Jesucristo porque en Él he sido adoptado como tu hijo, y este era tu plan, gracias porque deseas lo mismo para todos los hombres, por eso llévame a ser tu testigo para compartir tu eterno amor. Amén.

sábado, 8 de febrero de 2025

Creados para ser como Cristo

 


Creados para ser como Cristo

 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” Génesis 1:26-27

Al estudiar la preexistencia de Cristo nos damos cuenta de que en el momento de la creación del hombre Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo estaban actuando juntos, por eso dice “hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” y es maravilloso saber que esa imagen gloriosa con la que fuimos diseñados desde el inicio puede recuperarse gracias a Jesucristo, pues Él, quien es la imagen visible del Dios invisible, quiere que seamos como Él, por eso nos dejó su Santo Espíritu para enseñarnos a ser como Él, como declara Juan 14:26 “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Y como complementa Efesios 4:13 “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”

Dios nos muestra en Génesis que hizo al hombre a su imagen y semejanza, pero por el pecado esta imagen se desdibujó, sin embargo en Cristo podemos recuperar esa imagen como dice Romanos 8:29 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” y como declara 2 Corintios 3:18 “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”

Por tal motivo podemos confiar que los planes iniciales de Dios de que el hombre sea imagen y semejanza suya hoy se pueden volver una realidad en nosotros, primero al creer en Cristo y segundo al tomar la decisión de seguirle convirtiéndonos en testigos de su amor.    Oración.

«Padre Dios, tú me creaste para que sea conforme a tu imagen, perdóname porque muchas veces en mi diario vivir no reflejo esa imagen, la imagen de tu Hijo se desdibuja en mí cuando peco, por eso te pido que me ayudes, para que tu Santo Espíritu me lleve a esa intimidad por medio de la comunión, donde pueda ser transformado gracias a tu gran amor para así alcanzar la estatura de Cristo y poder reflejar tu gloriosa imagen convirtiéndome en testigo de tu amor. Amén.

viernes, 7 de febrero de 2025

La preexistencia de Cristo

 


La preexistencia de Cristo

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” Juan 1:1-3

«Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.» Colosenses 1:16

Conocer a Jesús mediante la comunión con el Espíritu Santo nos permite entender mejor el pasado, pues Cristo existía aun antes de que todo existiera, pues Él es Eterno como dice Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”, como lo declara también el libro de Hebreos 13:8 “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”, y como lo deja claro el mismo Señor en Apocalipsis 1:8 “Yo soy el alfa y la omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el todopoderoso.” Por esto al estudiar la preexistencia de Cristo podremos tener la visión correcta de la creación y de cómo todo fue creado por Él y para Él, como está escrito en Juan 1:1-3 y Colosenses 1:16.

Conocer a Cristo y su gran Amor, y saber que Él, el Verbo de Dios, estaba en el principio creando todas las cosas por medio de Él y para Él, debe llevarnos a comprender que somos el resultado del amor creador de Dios, y este conocimiento debe llevarnos a renovar nuestra manera de pensar, derribando argumentos como: que somos el producto de millones de coincidencias, o del azar o de la evolución, y más bien esta revelación debe conducirnos a reconocer que Dios en su Amor decidió formarnos para manifestar su amor en nosotros, y aun cuando pecamos decidió salvarnos mostrando su amor como dice 1 Juan 4:10 “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” Por lo tanto, pidamos a Dios nos permita comprender esta verdad para ser testigos de su amor.    Oración.

«Padre Dios permíteme por medio de la revelación de tu Santo Espíritu comprender tu gran amor, ese amor que se ha manifestado a mi vida gracias a tu amado Hijo Jesús, quien en la cruz me ha mostrado la evidencia de ese amor y que ahora por medio de la comunión con el Espíritu Santo me lleva a entender que ha sido un amor eterno, que aun desde el principio estabas amándome, diciéndomelo por medio de la obra creadora de tu Hijo. Te pido llévame a ser testigo de ese amor, al conocer a fondo la preexistencia de Cristo. Amén.

jueves, 6 de febrero de 2025

DIOS CAMBIA LA AFLICCIÓN EN REGOCIJO

 


DIOS CAMBIA LA AFLICCIÓN EN REGOCIJO

“Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos? Y se levantó Ana […]; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, 1 Samuel 1:8-11

El pueblo de Israel vivía momentos críticos, porque sus enemigos los filisteos se habían fortalecido, pues contaban con moderna tecnología militar griega, por tanto, era necesario que Dios levantara un profeta y juez de Israel, para restaurar la ley, el orden y la adoración a Dios.

Un varón llamado Elcana, hombre piadoso y temeroso de Dios, tenía dos esposas (Situación no aprobada por Dios), Ana que era estéril y Penina quien sí tenía hijos, y ésta “la irritaba (a Ana), enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos”. Ana se sentía muy afligida porque era una gran desgracia en Israel que una mujer fuera estéril.

En estas circunstancias de tanta aflicción, Ana fue al templo y “con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente” y hace un pacto con el Señor, pidiendo: si “dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida”. La Biblia cuenta que Dios la escuchó y le concedió un hijo que se llamaría Samuel, ella lo dedicó a Dios y apenas lo destetó, lo consagró en el templo y fue reconocido como fiel profeta de Dios.

Esta historia nos enseña que la tristeza o la aflicción no deben impedirnos orar, mucho menos enojarnos con Dios, pues en la presencia de Él todo cambia, así como ocurrió con Ana. La Biblia dice: “Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste”. Presentémonos delante del Señor, derramemos nuestra alma y clamemos con fervor, que Él nos responderá y con su poder nos liberará de la amargura y la frustración. El gozo del Señor renueva nuestras fuerzas. Ana en su cántico dice: “Mi corazón se regocija en Jehová” “Porque nadie será fuerte por su propia fuerza”. (1 Samuel 1:1,9)

Hermano, nada es imposible para Dios, Él es poderoso para hacer mucho más de lo que nosotros pedimos o entendemos. El Dios que adoramos es el Dios de Ana, es el que quita toda esterilidad, el que cambia la tristeza en gozo, es el Dios que se hizo hombre y vino a entregar su vida en una cruz por amor a nosotros, el Dios que susurra a nuestro oído diciéndonos que echemos toda carga sobre Él, porque Él tiene especial cuidado de nosotros.  Oración.

"Amado Padre, no quiero vivir en aflicción, me levantaré y haré lo que hizo Ana, rechazar ser una víctima y correr a tu presencia. Tú conoces mi necesidad, por tanto, a ti clamaré y oraré con lágrimas en mis ojos, echando toda ansiedad sobre ti, sabiendo y confiando que eres el Dios de imposibles, el que cambia la tristeza en gozo. Gracias Señor. Amén.

miércoles, 5 de febrero de 2025

El Amor de Cristo trae plenitud

 


El Amor de Cristo trae plenitud

“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo… para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” Efesios 3:14, 17-19

La filosofía plantea grandes preguntas como ¿de dónde vengo?, ¿por qué estoy aquí en la tierra? y ¿para dónde voy?, Cristo da respuesta a estas preguntas llevándonos a comprender nuestro pasado, otorgándole valor a nuestro presente y dándole esperanza a nuestro futuro, gracias a su amor.

Hoy muchos viven vidas desesperadas, algunos porque no logran alcanzar sus sueños, otros porque a pesar de alcanzarlos, estos no pueden satisfacerlos por completo, y otros más porque no tienen sueños; sea cual sea la situación, la realidad es que solamente en el amor de Cristo se puede tener completa plenitud de vida, pues en su amor podemos encontrar la plenitud de Dios.

Conocer el amor de Cristo implica intimidad, no solamente un conocimiento intelectual, y esa intimidad se da por medio de la comunión con el Espíritu Santo, quien se encarga de revelarnos el gran amor de Dios. Así, el Espíritu Santo, quien en esa comunión nos va convirtiendo en testigos del amor de Cristo, nos empieza a transformar, llenándonos de la plenitud de Dios, lo cual nos lleva a vivir vidas significativas.

El Apóstol Pablo llegó a entender por revelación divina la importancia de conocer el amor de Cristo, por eso escribe en su carta a la iglesia de Éfeso que doblaba sus rodillas pidiendo a Dios que podamos comprender la magnitud del amor de Cristo, pues así podremos encontrar la plenitud en nuestras vidas al ser llenos de la plenitud de Dios.

Esa misma plenitud le permitió a Pablo entender que el amor de Cristo que es Eterno fue el que nos creó, y que ese mismo amor es el que nos permite tener un propósito en la vida y nos da seguridad y esperanza para el futuro. Así que hermanos, pidamos al Padre que al igual que Pablo al convertirnos en testigos de su Amor seamos llenos de toda su plenitud.  Oración.

«Padre amado, te pido que tu Santo Espíritu me lleve a comprender ese gran amor de Cristo, el cual excede todo conocimiento, pues quiero ser lleno de toda tu plenitud, para que así pueda vivir una vida significativa. Amén.

martes, 4 de febrero de 2025

Las grandes preguntas de la vida son respondidas en Cristo

 


Las grandes preguntas de la vida son respondidas en Cristo

“Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.” Hechos 9:6

“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” Jeremías 33:3

El apóstol Pablo, educado en la escuela de Gamaliel, quien hablaba varios idiomas y quien tenía ciudadanía romana, no pudo entender por su propio razonamiento que Jesús era el Mesías mencionado en las Escrituras. Lo maravilloso del encuentro que tuvo con Cristo es que el amor de Jesucristo fue renovando su manera de pensar hasta llevarlo a comprender grandes verdades de la vida que cambiaron su cosmovisión y transformaron su vida.

Al igual que pasó con Pablo, lo que Dios nos pide al decirnos levántate y ponte sobre tus pies porque para esto he aparecido, para ponerte por ministro y testigo, implica de nosotros doblegar nuestra voluntad a la de Dios y estar dispuestos como lo estuvo Pablo a decirle a Jesús: Señor, ¿qué quieres que yo haga?

Si estamos dispuestos a obedecer al llamado del Señor para convertirnos en testigos de su amor, todo en nuestras vidas empezará a cambiar, y al igual que Pablo podremos tener una nueva visión de la vida, por lo tanto, la manera como vemos nuestro pasado, como percibimos nuestro presente y cómo visualizamos nuestro futuro cambiará.

Al decidir obedecer y levantarnos siguiendo la dirección de Dios podremos encontrarle sentido a nuestro pasado, propósito a nuestro presente y una nueva perspectiva para nuestro futuro, pues en Cristo están las respuestas a todas esas preguntas del hombre, preguntas que han hecho filosofar a hombres y mujeres a lo largo de toda la historia.

Las grandes incógnitas de la humanidad son respondidas en Cristo pues como dice él mismo en Apocalipsis 1:8 «Yo soy el alfa y la omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el todopoderoso.» Así que hermanos al igual que Pablo decidamos ser testigos del amor de Cristo, pues esta decisión nos llevará a comprender cosas grandes y ocultas que no conocemos.   Oración.

«Señor Jesucristo gracias porque en ti puedo encontrar el sentido de mi vida, además me permites comprender no solamente mi pasado sino de dónde vengo y para donde voy. Gracias por ese amor que ha transformado mi vida. Amén.

lunes, 3 de febrero de 2025

 


Ser testigos del Amor de Cristo nos transforma

 “9 Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. 10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” 1 Corintios 15:9-10

“14 La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.” 2 Corintios 13:14

Indudablemente el Apóstol Pablo se convirtió en un testigo del Amor de Cristo, y fue capaz de dar su vida por ese amor, Pablo declara que él no fue rebelde al llamado que le hizo Jesucristo, sino más bien que obedeció, esta decisión de obedecer a la voz de Jesús le permitió empezar a tener una relación con Él, que lo llevó a una comunión, donde pudo tener revelaciones tan grandes como la doctrina de la Gracia, lo cual le permitió reconocer que el cambio ocurrido en su vida no era por sus propios esfuerzos o pergaminos sino por la gracia de Dios que obraba en él, tal como lo declara en 1 Corintios 15:9-10.

La vida de Pablo dio un giro total, pasó de perseguir cristianos a ser un seguidor de Cristo, convirtiéndose en un testigo del amor de Cristo, testificando poderosamente a judíos y gentiles, a personas del corriente y a reyes, y todo esto fue gracias a esa intimidad que él pudo alcanzar por medio de la comunión con el Espíritu Santo, por eso es que Pablo escribe a la Iglesia de Corinto y a nosotros los creyentes que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la Comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, esto debe llevarnos a reflexionar qué estamos haciendo para ser testigos de Cristo, pues para ser sus testigos necesitamos tener comunión con Él, una relación íntima que nos permita conocer la gracia y el amor de Dios, que nos llevará a ser instrumentos poderosos de testimonio para el mundo.

Que hoy podamos entender por revelación Divina, que necesitamos tiempos de calidad en la presencia de Dios, para que por la oración y lectura de la Biblia, en comunión con el Espíritu Santo, podamos conocer a Cristo, ser transformados y convertirnos al igual que Pablo en testigos de su Amor.    Oración.

«Señor Jesucristo, permíteme entender que es necesario tener comunión con tu Santo Espíritu para experimentar esa nueva vida que tú ya me has dado, quiero que tu amor me transforme y convertirme así en un testigo de tu Amor. Amén.

domingo, 2 de febrero de 2025

Testigos del Amor

 


Testigos del Amor

«Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti» Hechos 26:16

Un testigo es una persona que presencia o adquiere directo y verdadero conocimiento de algo, el apóstol Pablo se llegó a convertir en un testigo fiel de Jesucristo, pues tuvo un encuentro personal con Cristo resucitado, y fue enseñado por Él, de tal manera que la revelación dada por el Señor quedó registrada en las cartas que Pablo escribió a las iglesias del primer siglo.

Cuando leemos las cartas de Pablo, podemos darnos cuenta de la enorme huella que dejó en su vida el Amor de Cristo, tan grande fue su impacto que inspirado por el Espíritu Santo escribe en Efesios 3:17b-19 “A fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”

Ese amor que pudo conquistar un corazón como el de Saulo de Tarso es el que hoy sigue llamando a hombres y mujeres para que también puedan convertirse en sus testigos, testigos de ese amor que es capaz de transformar aun al más empedernido pecador.

¿Qué hacer entonces para ser testigos del Amor de Cristo? La respuesta está en el mismo llamado que le hizo Jesucristo a Pablo, “Pero levántate, y ponte sobre tus pies”, lo cual significa obediencia, pero esta obediencia no debe ser el resultado de un esfuerzo individual, más bien debe ser el resultado de una comunión con Dios que nos impulsa y capacita a obedecer, y que nos lleva a reconocer que el que nos convierte en testigos es Jesucristo pues Él es quien declara “porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti”    Oración.

«Señor Jesucristo, que al igual como el apóstol Pablo fue impactado por tu amor, a tal punto de cambiar por completo el rumbo de su vida, también tu amor me impacte tan profundamente, que me lleve a rendirme a ti, para convertirme en tu testigo; y que tal como Tú se lo declaraste aquel día de ese encuentro maravilloso en Damasco, también a mí me declares que quieres que yo sea tu testigo, testigo de tu Eterno Amor  Amén.