Corre a
Jesús
“Cuando vio,
pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él”. Marcos 5:6.
“Y
levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y
fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”.
Lucas 15:20.
Estos dos
versículos muestran un notable paralelismo, el gadareno vio a Jesús estando
lejos y corrió hacia Él; el padre del hijo pródigo ve a su hijo desde lejos y
sale corriendo a su encuentro, es como si dijéramos el pecador encuentra a
Jesús y el Padre celestial encuentra al pecador.
El pecador
está lejos de Jesús y del Padre, por las ataduras humanas y su carácter, dice
Marcos 5:4 “Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, más las
cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie
le podía dominar”. Está lejos por su forma de expresarse, por su morada y por
la auto destrucción de su cuerpo. Dice Marcos 5:5 “Y siempre, de día y de
noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con
piedras”.
Estaba lejos
por su independencia, Lucas 15:12 “y el menor de ellos dijo a su padre: Padre,
dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes”.
Estaba lejos por sus acciones de perdición y desperdicio, Lucas 15:13 “No
muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una
provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”. No importa
cual fuera la condición, ambos hombres eran pecadores, separados de la gloria
de Dios y su estado era lamentable. Romanos 3:23 nos dice: “por cuanto todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.
Eso nos ha
sucedido a todos antes de conocer de Cristo, vivíamos en nuestros delitos y
pecados, sin experimentar su amor (Efesios 2:1), sólo bastó un cambio de
actitud, un mover nuestra voluntad hacia Él, por eso correr a Jesús es darle la
oportunidad para que nos libere, es aceptarlo como el Hijo del Dios Altísimo,
saber que tiene algo con nosotros y aceptar el poder que hay en su Nombre como
dice Marcos 5:7a “Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo
del Dios Altísimo?”
El Padre
sale al encuentro de nosotros, movido a misericordia, dando el primer paso para
acercarse, se echa en nuestro cuello y nos besa a pesar de nuestra suciedad, de
nuestros harapos y vida de miseria. Él quiere que volvamos, que nos
arrepintamos de nuestras iniquidades y salgamos de la vergüenza y desgracia de
una vida de esclavitud. Anhela ponernos ropas nuevas, quitarnos la inmundicia y
darnos su inagotable amor, otorgando liberación y sanidad a nuestra vida.
Corramos a
Cristo, si estamos esclavos del pecado y rumbo a la perdición de nuestra alma,
y experimentemos la vida abundante y de bendición que nos ofrece, porque
claramente Jesús lo dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia”.
Solo en Dios
encontraremos el verdadero sentido de nuestra existencia, corramos a Él y volvamos
a su presencia, recordemos Job 22:21 “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás
paz; y por ello te vendrá bien” Oración.
«Amado
Jesús, gracias por encontrarme en el camino de la vida, por atraerme a ti con
lazos de amor, perdonar mis pecados y sanar mis heridas. Me liberaste de la
esclavitud del mundo, la carne y Satanás. Me has dado vida eterna y una nueva
esperanza, disfrutando de tu amor inagotable. En el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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