Un ciego no
puede guiar a otro ciego
“Y les decía
una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el
hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; más todo el que fuere
perfeccionado, será como su maestro”. Lucas 6:39-40
“¿Por qué
miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que
está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: hermano, ¿déjame
sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo
tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien
para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano”. Lucas 6:41-42
“No es buen
árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. Porque cada
árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de
las zarzas se vendimian uvas”. Lucas 6:43-44
Estas
enseñanzas de Jesús tienen mucho que ver con nosotros, no podemos guiar a otros
si primero no ponemos atención a lo que está pasando en nuestra propia vida. No
podemos dar de lo que no tenemos, no podemos enseñar lo que no sabemos y no
podemos ayudar a otros si no somos libres primero de nuestras propias ataduras.
Si estamos
ciegos ante nosotros mismos no podemos ver con claridad, ni mucho menos servir
a los demás. Necesitamos la luz de Cristo en nosotros para poder andar sin
tropiezo, tenemos que recibir primero la sanidad divina. Como en Marcos 10:51
“Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo:
Maestro, que recobre la vista”.
Es tiempo de
dejar que la palabra de Dios sea implantada en nuestro corazón de tal modo que
seamos fructíferos y se manifieste en todo lo que pensamos, hacemos y hablamos,
porque el árbol se conoce por sus frutos. Dice la biblia “de la abundancia del
corazón habla la boca”, entonces: ¿Qué tenemos en nuestro corazón? Que lo que
habla nuestra boca concuerde con lo que abunda en nuestro corazón.
El Señor hoy
nos invita a que todo lo que pensemos, hablemos o hagamos sea conforme a su
palabra. Es difícil guiar a otros más allá de donde hemos llegado cada uno de
nosotros. Primero debemos ser ejemplo en todo, para que otros puedan seguirnos.
No podemos
juzgar y criticar a los demás si primero no examinamos nuestro propio corazón.
Aquí con esta parábola Jesús nos enseña cómo un hombre con una viga en su ojo
trata de sacarle una pajita al ojo de su vecino. No tenemos derecho a criticar
a otros a menos que no tengamos ninguna falta y eso es casi imposible, porque
todos somos pecadores y fallamos de una u otra forma.
Un maestro
decía: «No puedo oír lo que me dices porque estoy escuchando lo que haces”. Las
palabras bonitas no pueden tomar el lugar de las buenas obras. Es con nuestro
testimonio que impactamos la vida de los demás. Hoy que hay tantas ideologías y
sectas extrañas no podremos vencerlas con confrontaciones, palabrería e ira,
sino demostrando la superioridad del evangelio a través de la transformación de
nuestra vida, como el único poder que nos ha hecho mejores personas.
¿Qué nos
está susurrado el Espíritu Santo hoy? Nadie puede hablar de Dios con verdad a
menos que se deje guiar por el Espíritu Santo, porque Él es el que nos revela
los verdaderos pensamientos e intenciones de nuestro corazón. Pidamos que nos
conceda entendimiento para hablar y hacer todo lo que traiga el amor y la paz
de Dios en los corazones de los que nos rodean.
Oración.
«Señor
Jesucristo, dame visión espiritual, para entender primero el estado de mi vida,
tú conoces mis pensamientos e intenciones con las que me dirijo a los demás,
examíname para que sea consciente de mis propias faltas y no juzgue o critique
a los otros sin primero corregir mis propios errores. Lléname de tu palabra y
de tu presencia para que todo lo que piense, hable y haga provenga de ti. Dios,
hoy me invitas a abordar mis relaciones con amor, bondad y sabiduría, siendo
testimonio y ejemplo de transformación por medio de tu evangelio y de la gracia
de tu Santo Espíritu. En el Nombre de Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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