Él da mayor gracia a los humildes
“Porque
Jehová es excelso, y atiende al humilde, más al altivo mira de lejos. Si
anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; contra la ira de mis
enemigos extenderás tu mano, y me salvará tu diestra. Jehová cumplirá su
propósito en mí; tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; no desampares la
obra de tus manos”. Salmos 138:6-8
Dios está en
el lugar más alto, por encima de todo; sin embargo, habita y está cerca de los
humildes, para reavivar su espíritu y vivificar sus corazones, como dice Isaías
57:15 «Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo
nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, pero habito también
con el quebrantado y humilde de espíritu, para reavivar el espíritu de los
humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados».
Se inclina a
atender a los quebrantados de corazón, a los que reconocen su necesidad de Él.
La humildad es una virtud que hace que su gracia se derrame de manera abundante
sobre nosotros, dice: “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a
los soberbios, y da gracia a los humildes” Santiago 4:6.
Con los
orgullosos no se muestra condescendiente, sino que los mira de lejos y los
resiste. La soberbia es el pecado que nos separa de Dios cuando seducidos por
el enemigo queremos actuar a nuestra manera, cuando permitimos que nuestra
mente se envanezca, nuestros ojos se enaltezcan y creamos que estamos bien sin
Dios.
A veces se
malinterpreta el concepto de humildad y se asocia con silencio, sumisión y
pensamientos de insuficiencia. Hay varias cosas que debemos saber para entender
bien que es humildad:
1 Pedro 5:
5a “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a
otros, revestíos de humildad”; nos enseña que debemos someternos unos a otros
revistiéndonos de humildad. Esto implica aprender a recibir amonestación o
consejo y entender que nuestras opiniones no siempre son mejores que la de los
demás. Es aprender a conocer nuestros límites y ver la gracia de Dios en la
vida de otros.
Nuestro
enfoque debe ser humillarnos bajo la voluntad de Dios, entendiendo esto
guardaremos sus mandamientos y no satisfaremos las expectativas humanas. La
humildad no significa que debemos ser personas pasivas, Dios requiere del celo
y la acción en nuestras vidas, con un espíritu afable y apacible en nuestro
interior; y con el anhelo de hacer lo que agrada a Él.
No debemos
jactarnos de nuestras habilidades y capacidades, sino reconocer siempre que
nuestra competencia proviene de Dios, si usamos nuestros dones es para la
gloria y propósito de Dios.
Cuando somos
humildes el Señor cumple su propósito en nosotros y mira a aquellos que
tiemblan a su palabra y la obedecen. Por ello, Jesús es nuestro máximo ejemplo
de humildad, se despojó a sí mismo para cumplir el propósito divino en esta
tierra, tengamos su mismo sentir y glorifiquémoslo con una vida en humildad y
obediencia. Oración.
«Amado
Jesús, eres el máximo ejemplo de humildad, siendo Dios, te despojaste a ti
mismo, tomaste forma de siervo, te humillaste para hacer la voluntad del Padre,
te ofreciste voluntariamente en cada situación a fin de que el propósito de
Dios se cumpliera a través de tu vida. Enséñame a ser humilde, obediente a tu
Palabra para que hagas tu voluntad en mi vida. En Cristo Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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