Aprender a
escuchar
“Oye, hijo
mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre;
porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello. Hijo mío, si
los pecadores te quisieren engañar, no consientas. Si dijeren: Ven con
nosotros… Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas”
Proverbios 1:8-11a, 15
Esta porción
del libro de Proverbios dice “oye, hijo mío”; escuchar es el primer llamado de
este libro, recordándonos Deuteronomio 6:4-5 que dice “Oye, Israel: Jehová
nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de
toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. “Escucha Israel” es el Shema judío;
shema significa escuchar y es tan importante, que Jesús dijo “el que tiene
oídos, oiga”, lo que implica prestar atención a lo que Dios nos quiere decir a
través de su palabra y a las instrucciones de nuestros padres, maestros,
pastores y líderes.
Escuchar es
el primer paso para un buen diálogo entre dos personas; a veces, nuestras
relaciones se ven afectadas por no aprender a escuchar. Igualmente pasa con
nuestra relación con Dios cuando nuestra comunión diaria se vuelve solo un
monólogo y no damos espacio para que el Señor nos hable a través de su palabra,
y no meditamos en ella para que el Espíritu Santo ilumine nuestro espíritu con
su verdad.
Recordar las
instrucciones de nuestro Padre celestial, hará que no nos desviemos del camino
y tomemos decisiones correctas. Cuando seguimos los pasos de los inicuos que no
obedecen los principios de Dios, sino que actúan en su insensatez, podemos caer
en desobediencia y ser arrastrados por el pecado, como dice en Proverbios:
“Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas. Si dijeren:
Ven con nosotros… Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus
veredas”.
Igualmente
sucede con las enseñanzas de nuestros padres, que en el temor del Señor nos han
conducido por caminos de justicia y rectitud, haciendo lo bueno y lo justo;
muchas veces hemos reconocido que fue su enseñanza la que nos guardó del mal y
decimos “esto decía mi padre o mi madre”. Aprendimos muchas cosas que fueron el
fundamento sobre el cual construimos nuestra vida y aún más cuando nos
enseñaron a confiar en Dios. Por eso, este es un llamado a escuchar y a no
abandonar las instrucciones de nuestros padres y las enseñanzas de nuestras
madres; sobre todo si ellos han sido edificados en la verdad de Dios.
Nos
colocamos la diadema de gracia cuando aprendemos a escuchar y seguir las
enseñanzas de nuestro amado Padre en su palabra; es como un adorno de
entendimiento, sabiduría, prudencia, que muestra el carácter de Dios en nuestra
vida y hace que otros sean influenciados por lo justo y lo correcto; y evita
que seamos influenciados por lo malo e insensato de este mundo y que sigamos
las sendas de los impíos, las cuales solo nos llevarán al pecado y a la
destrucción de nuestra alma.
Recordemos
estas palabras de Jesús en Lucas 9:25 “Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana
todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo. Oración.
«Amado Dios,
gracias por tu amor inagotable, por darme tu Palabra como guía e instrucción
para mi vida, por colocar personas importantes como mis padres, maestros,
líderes y pastores, quienes me han ayudado a orientarme en el camino de la
vida. Ayúdame a escuchar, a no pasar por alto las valiosas enseñanzas que
tienes para mí en tu palabra, para ser sabio y entendido, para actuar en
justicia y rectitud, en tu temor. En el nombre de Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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