El que ama
permanece en la luz
“Mirad bien,
no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz
de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” hebreos 12:15
“El que dice
que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que
ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo”. 1 Juan 2:9-10
Cuando vemos
las noticias en la televisión, ¿qué es lo que vemos y escuchamos?,
lamentablemente información abrumadora de la violencia diseminada por todo el
mundo. Como creyentes no estamos exentos del odio, pues lo vemos a menudo en
nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestro trabajo y aun en la misma
iglesia, y no podemos permitir que llegue a nosotros y nos contamine. El
apóstol Juan es muy claro cuando dice que el que aborrece a su hermano está
todavía en tinieblas; esto es porque el resentimiento conduce a la oscuridad de
nuestra alma y es la más grande barrera para nuestra comunión con Dios.
En hebreos
se nos exhorta a no dejar que broten raíces de amargura cuando somos heridos
por los que nos rodean, cuando nos enojamos y amargamos por las circunstancias
por las que pasamos. Por el contrario, estamos llamados a ser luz e iluminar
con el amor de Cristo a aquellos que nos lastiman y aborrecen. Jesús decía “Pero
yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced
bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”
(Mateo 5:44).
El que
permanece en la luz no tropezará, pero el que se llena de odio se enceguece y
no sabe a dónde va. En oscuridad estamos espiritualmente ciegos y no podemos
entender cuál es la voluntad de Dios.
Hay muchas
maneras de manifestar resentimientos, como cuando nos volvemos indiferentes y
le damos la espalda a las personas que nos ofendieron, cuando hay pensamientos
y acciones de venganza contra los que nos han hecho daño, cuando no tenemos un
espíritu perdonador, sino que alimentamos el rencor. Detrás de la falta de
perdón está la amargura, que es como un veneno en nuestro interior, ya que
genera raíces profundas, a tal punto, que todo lo que sale de nuestra boca
contamina a todos alrededor con insultos y quejas que cargan el ambiente de
malestar; y lo más triste es que dejamos de alcanzar la gracia de Dios.
Si hay
alguna de estas manifestaciones en nosotros debemos preocuparnos, porque no
estamos permitiendo al Espíritu Santo el control de nuestras emociones, sino
que estamos actuando en nuestra carne. Hermanos, el perdón es lo que nos
conduce de vuelta a la luz, si permanecemos en la luz no habrá ninguna causa de
tropiezo. Permitamos al Señor que quebrante nuestro corazón, lo escudriñe y
arranque toda raíz de amargura que está oscureciendo nuestra vida. Volvamos al
amor de Dios, inundémonos de él y de su perdón para poder ver a otros con la
mirada de Cristo y perdonar como Él lo hizo con nosotros. Oración.
«Señor
Jesucristo, dame un espíritu de perdón, no permitas que mis emociones me
controlen, ni que el odio oscurezca la verdad de tu presencia en mi vida;
quiero disfrutar de tu gracia y mirar a otros con bondad y misericordia,
perdonarlos si me han herido y no permitir que ningún resentimiento y amargura
nublen mi vida espiritual. Te entrego mis cargas y te pido que me ayudes a
hacer tu voluntad. Rindo mi ser delante de tu presencia. En Cristo Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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