La eternidad
de Dios y la fragilidad humana
“Los
arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, como la hierba que crece
en la mañana. En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca”.
Salmo 90:5-6.
“Porque
todos nuestros días declinan a causa de tu ira; acabamos nuestros años como un
pensamiento. Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más
robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque
pronto pasan, y volamos. ¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu indignación
según que debes ser temido? Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que
traigamos al corazón sabiduría”. Salmo 90:9-12.
En esta
porción de este salmo se muestra la infinitud de Dios comparada con la brevedad
de la vida humana, la verdad es que nuestra vida es quebrantada hasta que
vuelve al polvo, como dice Génesis 3:19 “Con el sudor de tu rostro comerás el
pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo
eres, y al polvo volverás”. La naturaleza pecadora del hombre es lo que explica
la finitud de la vida. Si la vida de alguien se prolonga significa más molestia
y trabajo, por eso deberíamos responder a Dios por todos nuestros actos y ser
más sabios para vivir, sin malgastar nuestros días con frivolidades en lugar de
cultivar lo eterno.
Deuteronomio
33: 27a, nos recuerda que Dios es eterno, dice: “El eterno Dios es tu refugio,
y acá abajo los brazos eternos”, haciendo un énfasis en la eternidad de Dios y
como la mente humana no alcanza esa trascendencia ilimitada tanto en el tiempo,
poder y espacio. Ese es nuestro Dios que ha sido fiel a nosotros y nuestro
refugio.
En contraste
con el poder de Dios el hombre es como un granito de arena y asimismo en cuanto
a su durabilidad, pero está tan ensimismado con los afanes del mundo que no se
da cuenta lo pasajero que es; si fuera así, tendría una perspectiva más amplia
de la vida y cambiaría sus valores, su forma de pensar y actuar. Dios es
soberano y nuestros tiempos están en su mano, por eso, la comparación del
hombre con la hierba que se corta y se seca es una ilustración de lo transitorio
de la vida, esto debería hacer que la humanidad se dirigiera al temor de Dios.
Pero,
realmente muy pocos hemos aprendido a “contar nuestros días” y darnos cuenta de
lo efímera que es la vida. La ciencia ha podido medir la distancia del sol, con
la luna y las estrellas, y la cantidad exacta de tiempo para que su luz llegue
a ellas, pero muchos no han aprendido a contar sus propios días. Sólo Dios nos
da la sabiduría para contar, evaluar y juzgar nuestra vida y hacernos entender
lo que dice Efesios 5:16 “aprovechando bien el tiempo, porque los días son
malos”.
El mejor
tiempo invertido es conocer, amar y servir a Dios, porque estamos haciendo
tesoros para lo eterno, por eso el consejo es andar sabiamente. Nuestro refugio
eterno está en Dios, cuando somos partícipes de su naturaleza divina al creer
en Él y andar en su temor. Jesús lo expresó de esta manera en Juan 17:3 “Y esta
es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado. Oración.
«Gracias
Señor Jesucristo por haberte encarnado para vivir en esta tierra y darme vida
eterna a través de tu obra redentora, me liberaste del pecado y de la muerte,
me has dado vida eterna y salvación. Ayúdame a vivir con sabiduría el tiempo
que tienes destinado para mí en esta tierra, amándote, sirviéndote y
compartiendo que hay una eternidad junto a ti, llevando esperanza a los que no
la tienen. En Cristo Jesús. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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