No dejemos
la fuente de agua viva
“Porque dos males han hecho mi pueblo: me dejaron a
mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. ¿Es Israel siervo? ¿es esclavo? ¿Por qué ha venido a ser presa?” Jeremías 2:13-14.
“Respondió
Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más
el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua
que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” Juan
4:13-14.
Aquí el
Señor resume los dos males cometidos por el pueblo de Israel que los llevó a su
ruina espiritual. Primero, lo habían rechazado a Él que era la fuente de agua
viva y, segundo, cavaron “cisternas rotas” para ellos mismos que no podían
contener el agua.
Dios
anhelaba bendecirlos, pero, cuando se alejaron de Él y rechazaron su dirección,
colocaron su confianza en el poder de Egipto y Asiria, buscando ayuda en estas
naciones y no en el Dios poderoso que los había sacado de Egipto y los había
sustentado hasta la tierra prometida. El Señor les recuerda todo esto como
prueba de su gracia y misericordia, pero Israel se contaminó con estas naciones
y aun el liderazgo de sacerdotes, pastores y profetas desobedecieron porque
dejaron de consultar a Dios.
Cuando el
ser humano rechaza a Dios, siempre crea un ídolo, elabora su propio dios, lo
hace a la medida de sus deseos, de sus pasiones e inclinaciones, un dios que
satisfaga sus demandas; por eso, hay muchas personas que cavan pequeñas
cisternas y beben el agua de ellas, pero no encuentran satisfacción. Algunos
buscan dinero, fama, placer, pero nunca encuentran lo suficiente para
satisfacerse. El Señor dice “cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no
retienen agua”; así son el mundo y sus cosas, todo pasa y nada permanece.
Nunca se
producirá una gran renovación interior en nuestra vida hasta que no coloquemos
nuestro énfasis en Dios y su palabra; cuando perdemos interés en Él empezamos a
guiarnos por nuestra propia prudencia. Como dice Proverbios 3:5 “Fíate de
Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia”.
La gracia de
Cristo se compara con la fuente de agua viva, que limpia y vivifica a los
pecadores, que reanima a los desanimados, que sostiene y mantiene la vida
espiritual de los creyentes; por eso, abandonar esa fuente es el primer error
que como pueblo de Dios podemos cometer cuando descuidamos su palabra y
desobedecemos sus mandamientos.
El Señor
termina diciendo “¿Es Israel siervo? ¿es esclavo? ¿Por qué ha venido a ser
presa?” Cuando Israel se alejó del Dios vivo, volvió a esclavitud, a merced del
enemigo. Reflexionemos: si nos alejamos de Jesús, volveremos a ser esclavos del
pecado y dejaremos de vivir en la libertad con que Cristo nos libertó.
Recordemos lo que dice Gálatas 5:1 “Estad, pues, firmes en la libertad con que
Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Oración.
«Señor
Jesucristo, a libertad me trajiste después de ser esclavo del pecado, mi carne
y el mundo. Afirma mi fe en ti y en tu palabra para obedecer tus mandamientos.
Tú anhelas bendecirme, no permitas que me aleje de ti y permite que confíe en
tu dirección y cuidado. Haz que jamás busque refugio fuera de ti, en cosas y
personas que me fallarán, porque tú mi Dios eres lo único seguro. En Cristo
Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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