CONTROLANDO
MIS EMOCIONES A TRAVÉS DE LA ORACIÓN
“Entonces
Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad
conmigo.” Mateo 26:38.
“Y estando
en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre
que caían hasta la tierra.” Lucas 22:44.
Jesús,
siendo 100% Dios, pero también siendo 100% hombre (Filipenses 2:6-7), nos
muestra cómo en su parte humana padeció al igual que cada uno de nosotros
angustia, agonía y una gran tristeza que la describe como “Mi alma está muy
triste, hasta la muerte”; en su caso, dada la situación que en instantes
tendría que experimentar al beber la copa de justicia de su Padre. Este beber
implicaría separarse por un momento de esa relación tan perfecta que nuestro
Señor Jesús tenía con el Creador, ya que cargaría en sí mismo nuestros pecados,
aun sin Él ser pecador (2 Corintios 5:21).
Es entonces,
en los evangelios de Mateo y Lucas, en donde Jesús nos muestra su humanidad con
el fin de que, nosotros, nos identifiquemos con Él y aprendamos con su ejemplo
cuál es la clave que debemos utilizar para no dejarnos dominar por nuestras
emociones; y la clave es ¡La oración!
La oración
es un arma poderosa que nos ha dado Dios, gracias a nuestro Señor Jesús, para
que a través de ella tengamos una comunicación directa con el Padre, en la cual
podemos derramar nuestro corazón delante de Dios, humillarnos ante su presencia
y ser sinceros al reconocer nuestras angustias, tristezas, necesidades y demás,
tal como Jesús lo hizo.
Si
observamos la vida de Cristo, nos daremos cuenta que en todo momento se
comunicaba con su Padre a través de la oración, pues el orar era para Él una
necesidad vital, como lo es el respirar. Es por esto que podemos ver a Jesús
orando en diversos momentos: cuando debía tomar decisiones, como la elección de
sus discípulos; cuando iba a realizar una sanidad, pues el poder provenía del
Padre; y aun le vemos horas antes de su crucifixión orando para que no se
hiciera su propia voluntad, sino la de su Padre. En conclusión, observamos cómo
el Señor dirigía su vida no conforme a lo que sus emociones dijeran, sino de
acuerdo a la voluntad buena, agradable y perfecta de Dios. De la misma manera,
para nosotros la oración debe ser una práctica diaria, una gran necesidad, pues
sin la guía y dirección de Dios nada podemos hacer.
Sin duda
alguna cuando oramos experimentamos lo que dice Efesios 3:16, nuestro hombre
interior es fortalecido con poder por el Espíritu Santo de Dios, pero también
se cumple lo que nos dice Filipenses 4:7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo
Jesús.”
El orar trae
a nuestro corazón no solo consuelo, sino también fortaleza; poder que nos da
Dios por su Espíritu Santo para tomar nuestros pensamientos, emociones y
voluntad, y así sujetarlos bajo la autoridad del Padre, tal como lo hizo
nuestro Señor, a quien podemos ver, momentos posteriores a su oración,
enfrentar la muerte con todo valor y autoridad para así salir vencedor.
Así que,
hermano, hoy te invito para que alabemos a Dios y demos gracias a Jesús por
habernos enseñado la importancia de la oración. Oración.
«Padre, hay
momentos en mi vida en que me embarga la tristeza y llegan a mi mente
pensamientos de temor; sin embargo, cuando veo ese gran ejemplo que me has
dado, a tu Hijo Jesús, puedo ver que Él, al igual que yo, experimentó diversas
emociones, pero nunca se dejó dominar por ninguna. Llévame a imitarle, a seguir
su ejemplo y a aprender a descansar en ti, así como Cristo lo hizo. Ayúdame a buscarte
en todo momento, en oración, para que mi hombre interior sea fortalecido con
poder por tu Santo Espíritu. En el nombre de Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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