Respuesta
para el sediento
“En el
último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo:
Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu
que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el
Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” Juan 7:37-39
El actor
Robert Williams, en su canción “Feel” (Sentir), expresó lo siguiente: “Solo
quiero sentir amor verdadero (…) hay un hueco en mi alma, puedes verlo en mi
rostro”; la verdad es que ese “hueco en el alma” es la realidad de todos los
seres humanos, pues nacemos separados de Dios por el pecado; es un vacío que no
podremos llenar con cosas materiales, ni placeres ni conocimientos, ese hueco
solo tiene la forma de Dios y es llenado cuando el Señor Jesús viene a morar en
nuestros corazones, por medio de su Santo Espíritu.
Por eso, en
una de las enseñanzas más trascendentales de Jesús, Él describe cómo puede ser
llenado ese vacío espiritual. El contexto de este pasaje indica que se estaba
celebrando la fiesta judía de los tabernáculos (Juan 7:2), llamada también
“fiesta de las cosechas”, donde las familias judías dejaban sus hogares y
vivían en tiendas temporales (sucots) durante ocho días de celebración;
conmemoran lo que vivieron durante su travesía de cuarenta años por el
desierto, tras la liberación de la esclavitud en Egipto; festejaban la
terminación del ciclo agrícola con la vendimia y la cosecha de aceitunas, y
daban gracias por el agua.
Esta fiesta
apunta a algo que tiene que ver con nuestra fe como cristianos; busca
recordarnos que Dios es el Redentor de su pueblo por medio de su Hijo
Jesucristo, quien nos liberó de la esclavitud del pecado, quien provee para
todas nuestras necesidades en nuestro peregrinar por este mundo y que mora en
medio de nosotros.
Este fue el
escenario escogido por Jesús para enseñar acerca del Espíritu Santo que da
vida; se puso en pie y alzó su voz para ser oído por todos los que estaban
allí. Las veinticuatro palabras en el idioma griego, que iba a pronunciar,
serían las más significativas que cualquier ser humano podría escuchar, porque
era una promesa que cambiaría por completo su existencia. Señaló “Si alguno
tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su
interior correrán ríos de agua viva”.
Era la
promesa para cada persona con un vacío en el alma; aplica para todos los que no
han experimentado al Espíritu Santo, pero también, para todos aquellos que se
sienten insatisfechos espiritualmente porque no han aprendido a vivir en el
Espíritu y se sienten frustrados con su nivel se santidad o anhelan tener una
relación más estrecha con el Señor.
La condición
para que esa promesa sea verdad en una persona, es creer en Jesucristo; es tan
sencillo como eso. Pidamos la llenura de su Santo Espíritu, entonces, fluirán
ríos de agua viva, para que, a través de nuestra vida, saciemos la sed de los
solitarios, vacíos y necesitados de este mundo.
Oración.
«Señor
Jesucristo, hoy vengo a ti, lléname de nuevo con tu Santo Espíritu, con ríos de
agua viva, para darte a conocer a los que me rodean; que las palabras que hable
hoy, sean espíritu y vida para los que las escuchen. En el nombre de Jesús,
amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo. ¡Hasta lo último de la
tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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