Mi posición
en tu futuro reino
“Pero vosotros sois los que habéis permanecido con
migo en mis pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel”. Lucas 22:28-30
Estos
versículos hacen parte del discurso de Jesús en la última cena con sus
discípulos, antes de ir a la cruz, en donde les anunció nuevamente su muerte,
la traición de uno de ellos, la negación de Pedro y su posición en el futuro
reino. Por eso les dice muy conmovido: “Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer
con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré
más, hasta que se cumpla en el reino de Dios”. (Lucas 22:15-16).
Todas esas
advertencias, antes de morir, eran necesarias para que ellos supieran que,
después de su crucifixión, vendrían tiempos difíciles, donde su fe sería
probada. Era un momento de reflexión para todos; muchos pensaron que no serían
capaces de traicionar y negar al Señor, pero si somos sinceros, nosotros debemos
reconocer la fragilidad humana y cómo podríamos traicionarlo o negarlo en los
momentos de prueba que vienen sobre el mundo, antes de su regreso.
Hubo una
discusión entre los discípulos de quién sería el mayor en su reino, por la cual
Jesús les dijo que Él había ocupado la posición más baja, porque estaba entre
ellos como “el que sirve” (Lucas 22:27). Cuando Jesucristo vino a la tierra,
toda la humanidad debería haberse convertido en su siervo; en cambio, Él sirvió
a la humanidad; ocupó nuestro lugar en la cruz; Él preparó la mesa de la
salvación y nos ha invitado a la gran fiesta de la salvación.
Sabemos que
los apóstoles ocuparán un lugar especial en el Reino; se les dará una posición
prominente y no solo comerán y beberán en la mesa en que esté el Señor, sino
que se sentarán en tronos para juzgar a las 12 tribus de Israel. Esa será su
posición.
El hijo de
Dios tiene algunas cosas importantes atesoradas para el futuro; los redimidos
van a ocupar posiciones elevadas. Debemos preguntarnos: ¿estamos trabajando
para ocupar esos lugares en el cielo? Vamos a ir al cielo por la gracia y
misericordia de Dios, pero vamos a ser juzgados de acuerdo con nuestras obras,
para determinar la posición que vamos a ocupar. ¿Nos damos cuenta de lo
importante que es el servicio a Dios? (Apocalipsis 22:12).
La única
cosa que Dios juzgará es el ejercicio o la práctica del don o capacidad que Él
nos ha dado. Seremos recompensados conforme a la fidelidad en ejercitar el don
que Dios nos ha dado. La forma en que vivamos la vida cristiana es importante
ante Dios, por eso, no hay cabida para las rivalidades entre hermanos.
Podemos
fundamentar la vida en dar o en recibir; si la fundamentamos en recibir,
perderemos por nuestro egoísmo la amistad con los demás y la recompensa de
Dios. Jesús acabó sus advertencias prometiendo a sus discípulos que, los que
habían estado con Él en la lucha, estarían con Él en el Reino. Dios no queda en
deuda con nadie; los que compartan la Cruz de Cristo compartirán un día su
corona. Esta recompensa también es para nosotros, si permanecemos fieles hasta
el fin, sirviéndole con el corazón. Oración.
«Amado Señor
Jesús, gracias por tus enseñanzas, solo quiero servirte a ti y a mi prójimo de
corazón, permite que todos esos dones y capacidades que me has dado por medio
de tu Santo Espíritu, los ejerza con amor y sabiduría, sin rivalidades con mis
hermanos en la fe, porque algún día cada uno ocuparemos la posición que ya nos
has preparado en el reino de los cielos. Mi mayor anhelo es encontrarme contigo
cara a cara. En el nombre de Jesús, amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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