Espera y expectativa
“Y el Dios
de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en
esperanza por el poder del Espíritu Santo” Romanos 15:13.
“La luz en
las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” Juan
1:5.
Estas cuatro
virtudes: esperanza, paz, alegría y amor llegaron al mundo por medio de Jesús
en su primera venida a esta tierra. El mundo siempre ha estado sumido en la
incertidumbre, en odio, en tristeza y confusión a pesar de que Dios Padre, Hijo
y Espíritu Santo se han manifestado desde el principio a esta humanidad. El
problema no es de Dios, el problema es del ser humano que por causa del pecado
vive en tinieblas. Por eso, Cristo tuvo que encarnarse y habitar entre nosotros
para que entendiéramos que Él es la luz de los hombres, como dice Juan 1:9
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”. Jesús
vino a iluminarlo todo y a hacer este mundo mejor, pero lastimosamente, aunque
quiere alumbrar a todo hombre, muchas personas no lo aceptan, no quieren
conocerle.
Si esta
humanidad tan solo comprendiera el alcance de lo que Jesús ha hecho por
nosotros, entendería que tiene el poder para cambiarlo todo y tendría
esperanza, que es lo primero que Cristo trajo a los corazones.
En hebreo la
palabra “yakhal” significa “esperar por”, que se refleja en la historia de Noé
durante el diluvio quien se mantuvo esperando, confiando en Dios y creyendo en
la Palabra que le había dado. La otra palabra en el hebreo es “qavah” que
significa cordón, y es como cuando tiramos con fuerza y se produce una tensión
hasta que hay vibración, es el sentimiento de tensión y expectativa mientras
esperas que algo suceda, como los agricultores que siembran y esperan la buena
cosecha. Esperanza se trata entonces de espera y expectativa, pero cuando no
confiamos en Dios viene la desesperanza que nos quita el gozo y la paz.
Isaías 8:17
nos dice que Dios mismo es nuestra esperanza “Esperaré, pues, a Jehová, el cual
escondió su rostro de la casa de Jacob, y en él confiaré”. Solo Dios puede
darnos esperanza, es el que conoce el futuro, el que sabe qué es mejor para
nosotros. ¿Pero qué hay de la alegría y la paz mientras esperamos?
Desafortunadamente
es algo que las personas han ido perdiendo, porque se acostumbraron a la inmediatez,
a tener todo a pedir de boca, en un mundo donde casi todo es instantáneo, hemos
perdido la esperanza, ya no confiamos y si no hay fe en Dios, nos falta todo.
El consejo
del salmista es esperar en Dios y en su tiempo, porque tiene abundante
redención para darnos; pero no nos gusta la espera porque vivimos en nuestro
tiempo cronos que es limitado y nos desesperamos. Salmos 130:5-7 dice: “Esperé
yo a Jehová, esperó mi alma; en su palabra he esperado. Mi alma espera a Jehová
más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana. Espere
Israel a Jehová, porque en Jehová hay misericordia, y abundante redención con
él”.
Nunca
buscaremos a Cristo mientras no confiemos en Él. Todo el plan de redención está
adaptado para que nos reconciliemos unos con otros, y con nuestro bondadoso
Dios, de modo que podamos alcanzar la esperanza permanente de la vida eterna
por medio del poder santificador y consolador del Espíritu Santo. En nuestras
fuerzas no lo lograremos, busquemos entonces al Espíritu Santo porque todo gozo
y paz verdadera provienen de Él, es el único que puede llenarnos hasta quitar
las dudas y temores.
Por tanto,
la esperanza bíblica se basa en una persona, en Dios, es diferente al optimismo
que se enfoca en las circunstancias y en elegir cómo terminar bien. En la
esperanza bíblica muchas veces no hay evidencia de que las cosas mejoren, pero,
incluso así, elegimos tener esperanza porque confiamos en nuestro Dios y en sus
promesas que se cumplirán en su tiempo. La fidelidad de Dios en el pasado nos
da la base para confiar en el futuro, porque Él nunca falla. Mantengámonos
expectantes de lo que Dios hará. Oración.
«Amado Dios,
en ti está mi esperanza, sé que tengo un futuro lleno de bendiciones, porque en
ti hay misericordia y abundante redención. Tengo claro que la vida, muerte y
resurrección de Jesús abrió la puerta a la esperanza de gloria y por eso hay
futuro cuando venciste a la muerte y me has dado vida eterna. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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