El compañerismo en la intercesión
“Entonces
llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus
discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y
a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran
manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte;
quedaos aquí, y velad conmigo” Mateo 26:36-38
“orando en
todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con
toda perseverancia y súplica por todos los santos” Efesios 6:18
“Porque no
tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.
Hebreos 4:15
sta escena
en el huerto de Getsemaní es muy conocida; observamos al Hijo del hombre
acercándose al Padre en su condición humana, con la cual se identifica
plenamente con nosotros. Había subido con los once discípulos al Monte de los
Olivos y les pidió que “oraran para que no entraran en tentación”. Él se hizo
más adelante, llevando consigo a Pedro, Jacobo y Juan, y les dijo a ellos “Mi
alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo”.
En ese
momento tuvo un profundo anhelo de compañerismo, su alma estaba muy turbada
hasta la muerte, por eso les pidió que lo acompañaran en oración. Esto nos
muestra la necesidad humana de querer sentirnos respaldados en determinadas
ocasiones por nuestros hermanos en la fe. En la soledad de nuestras
responsabilidades y pruebas, muchas veces vivimos tiempos intensos, donde
necesitamos ser comprendidos y ayudados con las oraciones de intercesión.
Jesús
necesitaba el apoyo de sus discípulos y que velaran juntos antes de la batalla
final en la cruz, donde vencería el mal y cargaría con todos nuestros pecados
sobre su cuerpo. Saber esa profunda necesidad de nuestro Redentor, debe
traernos consuelo cuando nos sentimos con un gran peso en nuestro corazón y
pedimos a otros que nos ayuden a orar.
Sin embargo,
la situación de Jesús fue aún más terrible que la nuestra; nosotros nunca
seremos abandonados por Dios, en cambio Jesús enfrentaría la interrupción de la
intimidad con su Padre por causa de nuestro pecado (Mateo 27:46). Los
discípulos no alcanzaron a entender la magnitud de la oración que escucharon de
Jesús, la cual estaba más allá de su comprensión, por eso, no pudieron
acompañarlo en esta batalla espiritual y se durmieron (Mateo 26:39-40). Después
de su muerte lograrían comprender.
Nuestros
dilemas de la vida nunca podrán compararse con el drama que Jesús padeció en la
cruz. Él sabe cuán débil somos, por eso dijo “Velad y orad, para que no entréis
en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”
(Mateo 26:41).
Su oración
de agonía fue una oración de fe, sabía que el Padre era justo, omnipotente y
fiel, pero su parte humana se resistía a todo lo que iba a sufrir, por eso, oró
hasta tener paz y una firme decisión para enfrentar lo que venía. Se levantó
fortalecido y fue hasta sus discípulos que estaban dormidos para animarlos,
sabía que para ellos vendría un tiempo de mucha confusión y temor.
Lo más
hermoso de todo esto es que Jesús es nuestro sumo sacerdote y sigue
intercediendo por nosotros desde el trono celestial. Si nos sentimos afligidos,
recordemos que nos fue dado un compañero fiel que nos ayudará a orar en los
momentos en que no sabemos cómo hacerlo. Dice Romanos 8:26 “Y de igual manera
el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como
conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos indecibles”, y también contamos con la oración de nuestros hermanos en
la fe. Oración.
«Amado
Señor, hoy más que nunca necesito de tu dulce compañía. Gracias porque nunca me
has dejado ni desamparado; por darme tu Santo Espíritu para que, en los
momentos de prueba y debilidad, me ayude a interceder en tu presencia; gracias
por ese compañero (“parakleto”) que me sostiene, ilumina, consuela y acalla
todos mis temores. Te pido también por mis hermanos en Cristo, que me apoyan en
oración para poder vencer en mis batallas diarias. En el Nombre de Jesús,
amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario