En la cruz,
la misericordia y la justicia se encuentran
“En aquel
tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos
tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer. Viéndolo los
fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en
el día de reposo. Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando
él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y
comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los
que con él estaban, ¿sino solamente a los sacerdotes? ¿O no habéis leído en la
ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de
reposo, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí”
Mateo 12:1-6
“He aquí mi
siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he
puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. No gritará, ni
alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni
apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia” Isaías
42:1-3
Jesús
rechazó por completo el legalismo de los fariseos; en este caso específico, era
evidente el hambre ocasionada por la escasez de provisiones de Jesús y sus
discípulos, por lo que, el Señor defiende este acto de arrancar las espigas y
de comerlas, explicando que lo hacían por necesidad. El acto mismo era
expresamente permitido según Deuteronomio 23:25, que dice “Cuando entres en la
mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a
la mies de tu prójimo”; lo que indica que no era el trabajo de cosechar, sino
de saciar una necesidad momentánea.
Les reitera
a los fariseos que no habían leído cuando David y los que andaban con él,
teniendo hambre, entraron en la casa de Dios y comieron los panes de la
proposición que solo podían comer los sacerdotes. Este ejemplo fue muy
apropiado: El hombre que era “conforme al corazón de Dios”, de los que los
judíos siempre se jactaban, sufrió escasez cuando fue perseguido, pidió al sumo
sacerdote el pan, lo que según la ley era ilegal hacer.
Sin embargo,
los fariseos no pudieron ni quisieron ver más allá del tecnicismo de las leyes;
ellos insistían en un sistema de religión de manifestaciones externas, donde
guardar la ley y las tradiciones eran según su interpretación. Jesús insistía
en lo contrario; un sistema de devoción interna, en el cual lo más importante
era mantener una relación correcta con Dios y con los demás, con actos de amor,
misericordia y compasión.
La justicia
y el legalismo se oponen, por eso, Jesús incumplió las demandas de los fariseos
para poder sanar y liberar, aun en el día de reposo; y les decía: “Pues ¿cuánto
más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en
los días de reposo” (Mateo 12:12).
El amor es
algo que se ha perdido en estos tiempos; Jesús lo expresó en Mateo 24:12 “y por
haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”.
El Señor nos
enseña a combinar la misericordia y la justicia; Él está lleno de amor y
compasión, por eso a Jesús se le aplica el pasaje de Isaías 42:1-3, donde dice
que no acabará de romper la caña quebrada, ni apagará la mecha que apenas arde,
hasta que haga triunfar la justicia; en palabras más sencillas, hay momentos en
la vida en los que estamos física, emocional o espiritualmente frágiles como
una caña quebrada o una mecha que apenas arde. A diferencia de muchos, Jesús
sigue mostrando misericordia, amor y compasión, aun cuando somos débiles y
frágiles nos trata con mayor cuidado.
Recordemos
esa caja que guardamos con mucho esmero porque su etiqueta dice “frágil”. La
vida cristiana sería más fácil si pegáramos esa etiqueta sobre una persona que
se siente vulnerable y necesita nuestra misericordia. Jesús hizo un gran
sacrificio cargando el castigo de nuestro pecado y sus consecuencias en la
cruz, y en su lugar impidió que fuésemos aplastados por el peso de la justicia
de Dios; se puede decir que en la cruz la misericordia y la justicia se
encontraron. Hoy exaltemos a Jesús porque en ese madero derramó su inmenso amor
por nosotros y ahora podemos acercarnos al lugar santísimo sin ningún
impedimento. Oración.
«Gracias
Señor por anteponer tu amor a las tradiciones legalistas; me llenas de
confianza porque siempre actúas en justicia y misericordia. Ayúdame a mirar a
otros con tus ojos de amor y compasión, para aprender a ser justo y
misericordioso como tú lo eres; enséñame a tratar a los más frágiles con
cuidado, mostrando tu amor, amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo. ¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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