Ser llenos
del Espíritu Santo
“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a ha
blar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” Hechos 2:4
El Espíritu
Santo fue enviado desde el cielo para morar en cada creyente con un propósito
verdadero: que seamos testigos de Jesucristo predicando el evangelio; vemos
desde el inicio de esta gran comisión cómo a los apóstoles se les dijo que
esperaran en Jerusalén mientras llegaba sobre ellos la promesa del Padre, que
era el Espíritu Santo, a través del cual recibirían el poder para predicar
(Hechos 1:4-5, 8).
Promesa que
se cumplió según Hechos 2 el día de Pentecostés cuando estaban todos reunidos,
manifestándose un viento recio y la aparición de lenguas repartidas como de
fuego, siendo así llenos del Espíritu Santo, a través del cual recibieron el
poder para hablar de las maravillas de Dios según Él se los concedía. Lo
curioso del caso es que algunas personas se sorprendían y se maravillaban de
ver y escuchar esto, mientras que otros se burlaban diciendo que estaban llenos
de vino (Hechos 2:12). Pero es justamente esto lo contrario a ser llenos del
Espíritu Santo y de lo que la Escritura en Efesios 5:18 nos advierte no hacer
cuando dice “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien
sed llenos del Espíritu,”
La llenura
del Espíritu Santo como veíamos en el caso de los Apóstoles se nos da para
concedernos el poder y denuedo de predicar o contar las maravillas, prodigios y
señales de Dios en Jesucristo nuestro Señor, pero es un estado que no logramos
cuando nos embriagamos con cosas que no honran a Dios, los deseos de la carne,
los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, sino que es algo que
obtenemos cuando nos disponemos a buscar a Dios, escucharlo y obedecerlo;
actividad que podemos hacer de manera individual y colectiva a través de la
lectura de su Palabra, la aceptación y sumisión a los mandatos que ahí
encontramos, la adoración y el canto de acuerdo con lo que en ella se nos habla
y dando siempre gracias a Dios en el nombre de nuestro Señor Jesucristo
(Efesios 5:18-20). Oración.
«Padre,
gracias por esa promesa cumplida del Espíritu Santo en nosotros; te pedimos que
nos ayudes a entender que no nos ha sido dado para nuestro propio beneficio o
vanagloria, tampoco por nuestras buenas obras, sino que lo hemos recibido como
un don al creer en Jesucristo nuestro Señor y nos ha llenado para concedernos
el poder y la dirección de cumplir con la gran comisión, en el nombre de Jesús,
amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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